Buenos días, y gracias a Cantabria, a su Universidad y a Santander por acogernos hoy para este importante acto anual con el que, oficialmente y de manera conjunta, damos comienzo al curso académico en el sistema universitario español.
Gracias por vuestro recibimiento y afectuosa bienvenida a esta tradición solemne que −además− me permite no dejar de estar y sentirme cerca de la universidad; algo que valoro y aprecio más allá de lo que significa el necesario apoyo institucional.
Comienza ya, entonces, el curso 2023/2024, y comparto con todos, aquí y en todas nuestras universidades, efectivamente, la alegría que eso supone ante un nuevo impulso al conocimiento, a la formación de nuestros estudiantes, jóvenes o mayores, y a la contribución de la universidad al desarrollo y mejora de nuestra sociedad.
Y quiero agradecer especialmente a la Prof. Mª del Carmen Fariñas esa interesantísima aproximación antropológica a las enfermedades infecciosas y su permanente, apasionante y terrible interacción con la humanidad, como pudimos vivir y sufrir con la COVID, que nos ha ofrecido en su Lección Magistral de hoy. Gracias también por su visión esperanzadora de cara al futuro.
Por supuesto quiero felicitar vivamente a esta Universidad de Cantabria que conmemora su 50 aniversario. Celebremos este hito con entusiasmo y gratitud, homenajeando tanto a quienes hoy le dan vida, como a los que lo hicieron en el pasado, formando parte de un proyecto que nació, creció y ha ido evolucionando hasta convertirse en la gran realidad que representa actualmente.
La Universidad sin duda enriquece los lugares donde echa raíces, pero sobre todo deja en todos los que pasan por sus aulas una impronta imborrable. Desempeña un papel fundamental en la vida académica de miles de jóvenes, pero también en la personal y profesional. Al felicitaros, quiero hacerlo también a las Universidades de Córdoba y de Málaga, que igualmente conmemoran su 50º aniversario.
Como habéis señalado esta mañana, el curso que inauguramos presenta diversos retos —algunos de ellos antiguos y otros nuevos— que, en cualquier caso, hay que abordar para hallar las soluciones más adecuadas y satisfactorias. También, sin duda, empieza un curso repleto de ilusiones, de ánimos y aspiraciones por hacerlo bien por parte de la comunidad universitaria en su conjunto: estudiantes, profesorado y personal técnico, de gestión y de administración y servicios, toda una completa estructura para atender las necesidades formativas de una sociedad en constante evolución, en la que también se hallan inmersas nuestras universidades.
"...en un escenario de cambios sobrevenidos e inéditos, las universidades han mostrado, y siguen haciéndolo, una gran capacidad de transformación y adaptación a las exigencias que se plantean en cada momento y circunstancia. Todos recordamos, sin ir muy lejos, y a modo de ejemplo, la extraordinaria rapidez en la adecuación de la enseñanza durante la pandemia... esa demostración sigue poniendo de relieve la vocación y capacidad de servicio de nuestras Universidades, que deben continuar funcionando como motores de la sociedad del conocimiento e impulsando el avance en todos los ámbitos posibles. Pero su contribución no se limita a la transferencia de conocimiento, a la generación y mejora de competencias y habilidades, sino que incrementa su importancia por el rol que desempeñan en el fomento de los valores necesarios para la convivencia social y el desarrollo de la capacidad crítica..."
Tenemos, como bien conocen, un sistema universitario muy heterogéneo. En este curso comprende 91 universidades, 50 de naturaleza pública y 41 privada. De ellas, 84 ofrecen enseñanza presencial y 7 a distancia. Contamos, por tanto, con un sistema de gran valor formado por más de 1.000 Facultades y Escuelas vinculadas a más de 9.000 titulaciones oficiales. Una oferta académica amplia a disposición de más de 1.700.000 estudiantes en nuestro país.
Todo este enorme esfuerzo formativo —cuantitativo y cualitativo— que lleva a cabo el sistema universitario español no sería posible sin el trabajo encomiable de los más de 133.000 profesores y de la plantilla de casi 67.000 personas que pertenecen al personal técnico, de gestión y de administración y servicios, pilares esenciales para permitir la preparación del alumnado.
Este nuevo curso será el primero completo en el que esté en vigor un nuevo marco normativo, que continúa tratando de abordar el incremento de la calidad y la eficiencia con la que se presta el servicio de la educación superior a la sociedad y, al mismo tiempo, establecer vías de solución a algunas de las dificultades más sustanciales de las universidades: Recursos económicos, humanos y proyección o repercusión e impacto centran los esfuerzos más inmediatos.
A propósito de esto último —proyección o repercusión e impacto, factores relacionados con la internacionalización—, cabe destacar el éxito de las universidades españolas en el programa de “Universidades Europeas” de la Comisión (España participa en él desde la 1ª edición). Los resultados de la 4ª Convocatoria han sido muy positivos: de un total de 50 Alianzas existentes, hay 44 universidades españolas en 43 de ellas, lo que supone una presencia en el 88% del total.
Es importante señalar que estas instituciones están presentes en prácticamente todo el territorio nacional y que nuestras CCAA están vinculadas al proyecto, cuyo objetivo es mejorar la competitividad de las instituciones de enseñanza superior en Europa y promover los valores y la identidad europeos. Este logro es, además, al mismo tiempo, plenamente compatible con el interés especial de nuestro sistema universitario en el Espacio Iberoamericano de Educación Superior y del Conocimiento, como se puso de manifiesto en las cumbres académicas UE-CELAC y ALC-UE celebradas este año en Santiago de Compostela y en Alcalá de Henares.
Señoras y señores,
Este curso debe avanzar en otros muchos aspectos que, en conjunto, se presentan como una respuesta a las necesidades formativas de la sociedad que evolucionan con rapidez, y a las demandas del mercado laboral, cada vez más especializadas: el aprendizaje a lo largo de la vida, la ciencia, la transparencia, el reforzamiento del papel de las universidades en los entornos locales en los que se ubican, y su también rol esencial en la garantía de la educación superior en la llamada España despoblada; todos ellos, elementos que configuran un sistema universitario con las características que deben definirlo en una sociedad avanzada del siglo XXI.
En un escenario de cambios sobrevenidos e inéditos, las universidades han mostrado, y siguen haciéndolo, una gran capacidad de transformación y adaptación a las exigencias que se plantean en cada momento y circunstancia. Todos recordamos, sin ir muy lejos, y a modo de ejemplo, la extraordinaria rapidez en la adecuación de la enseñanza durante la pandemia.
Esa demostración pone de relieve la vocación y capacidad de servicio de nuestras Universidades, que deben continuar funcionando como motores de la sociedad del conocimiento e impulsando el avance en todos los ámbitos posibles. Pero su contribución no se limita a la transferencia de conocimiento, a la generación y mejora de competencias y habilidades, sino que incrementa su importancia por el rol que desempeñan en el fomento de los valores necesarios para la convivencia social y el desarrollo de la capacidad crítica.
Querida comunidad universitaria, señoras y señores,
Termino ya mi intervención con tres palabras que conocéis bien: “Conocimiento, capacidad y compromiso”, el lema de la Universidad de Cantabria, que es una magnífica conclusión para un acto como el que hoy nos reúne. Pues con esta esperanza, de promover y velar entre todos por estas tres ideas, declaro oficialmente inaugurado el curso 2023-2024.