on Felipe inauguró la exposición organizada por el Museo Nacional del Prado “Tornaviaje. Arte iberoamericano en España”, cuya finalidad es visibilizar, a través de aproximadamente un centenar de obras, este rico patrimonio que, proveniente del Nuevo Mundo, se conserva en instituciones culturales, espacios religiosos o colecciones particulares, principalmente en España. Estos objetos, llegados en distintos momentos de la historia, forman parte de nuestro patrimonio histórico y cultural, sin que, a veces, reconozcamos las razones de su presencia.
Su Majestad el Rey a su llegada al Museo Nacional del Prado fue recibido por la ministra de Justicia, Pilar Llop; el secretario general de Cultura y Deporte, Víctor Francos; el presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado y caballero del Toisón de Oro, Javier Solana; el director del Museo Nacional del Prado, Miguel Falomir, y el vicepresidente de la Fundación AXA, Luis Sáez de Jáuregui, entre otras personalidades.
A continuación, accedió al edificio y recibió el saludo de los embajadores y representantes del Cuerpo Diplomático, de la consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, por los miembros del Real Patronato del Museo Nacional del Prado y del Patronato de la Fundación AXA, y de la comisión de Arte Virreinal.
Acto seguido, Don Felipe inició un recorrido por la exposición “Tornaviaje: arte iberoamericano en España”, que está distribuida en cuatro grupos: “Geografía, Conquista y Sociedad”; “Imágenes y cultos de ida y vuelta”; “Las travesías del arte” e “Impronta indiana”. Durante el recorrido recibió explicaciones del catedrático de Historia del Arte Iberoamericano en la Universidad de Granada y comisario de la exposición, Rafael López Guzmán.
Tras el recorrido y para poner fin al acto, Su Majestad el Rey mantuvo encuentros con las autoridades y embajadores, con los prestadores y el resto de asistentes.
“Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”, patrocinada por la Fundación AXA, cuenta una realidad poco conocida: que tras la conquista de América y hasta la Independencia llegaron a España más objetos artísticos de procedencia americana que flamenca o italiana, y que el tráfico de obras de arte entre ambos lados del Atlántico no fue solo unidireccional, de España a América, como suele señalarse. Estos miles de objetos, muchos debidos a artífices indios o mestizos, presentan a menudo materiales, temas y técnicas desconocidos en la metrópoli, y su realización respondió a propósitos diversos: reafirmación del dominio de la metrópoli, aspiraciones identitarias de las elites criollas, o motivaciones documentales, devocionales y estéticas.
La exposición, que también cuenta con la colaboración de la Comisión Arte Virreinal de la Fundación Amigos del Museo del Prado, incluye más de un centenar de obras americanas conservadas desde hace siglos en instituciones culturales y religiosas españolas; piezas que se integraron en nuestra cotidianeidad y forman parte de nuestro patrimonio histórico y cultural, aunque a veces hayan perdido memoria de su origen.
Varias pertenecieron a la antigua colección real y colgaron en los mismos palacios donde lo hacían los lienzos de Rubens o Velázquez; sin embargo, el Museo del Prado ha ignorado hasta ahora esta realidad. Con esta exposición quiere paliar esa laguna y ofrecer una visión más rica y compleja de la circulación y recepción de los objetos artísticos en España en época Moderna.
El recorrido por esta exposición, que permanecerá en las salas A y B del edificio Jerónimos hasta el 13 de febrero, ofrece al visitante la posibilidad de conocer la cultura de los virreinatos americanos, teniendo en cuenta sus valores simbólicos e iconográficos, así como aquellos que les otorgaron las sociedades receptoras.
63 prestadores nacionales y 3 internacionales han colaborado en la organización de esta exposición con el préstamo de 95 de las 107 obras expuestas, creadas en Perú, Colombia y México, entre otros, de las cuales 26 han sido restauradas para la ocasión. Prueba del carácter nacional de esta muestra es que hay obras provenientes de 25 provincias diferentes.
La muestra se organiza en cuatro grandes secciones. La primera de ellas, “Geografía, Conquista y Sociedad”, gira en torno al concepto de paisaje cultural, dándose cita en el mismo la geografía de América, la conquista y las gentes que habitaron estos territorios durante la Edad Moderna. De esta forma, en esta sección, conviven obras de carácter religioso, aportes cristianos que justificaban la conquista, con valores estéticos indudables, a las que se unen vistas de ciudades en las que la traza urbana y el mercado con los productos de la tierra configuraron un paisaje sin igual. Espacios por donde deambulan y se desarrollan los distintos estamentos sociales, representados en cuadros de familias nobiliarias, eclesiásticos, virreyes y, claro está, indígenas, también con sus diferencias estamentales, que nos hablan de esa sociedad diversa.
Quizás el Biombo de estrado resume con sus dos caras el concepto de esta sección, reproduciendo la conquista de Tenochtitlán, por un lado, y la ciudad de México, por el otro, habitada por más de doscientos personajes, representando el momento histórico constitutivo de América y la vitalidad de la capital novohispana y, por extensión, de las grandes ciudades capitales del nuevo continente.
La segunda sección, “Imágenes y cultos de ida y vuelta”, reúne una exquisita selección de óleos, esculturas y dibujos que tienen como objetivo analizar las devociones religiosas, tanto americanas como peninsulares, así como sus intercambios e hibridaciones. El visitante podrá entender el viaje y la transferencia de las imágenes de devoción, merced al patrocino de los indianos y de algunos virreyes, que reintegraron a sus lugares de origen parte de una memoria compartida; sobre todo, de sus experiencias de fe vividas desde ultramar. Quedará también patente en esta sección el constante envío de obras de pintura “fina” de los más afamados centros de producción de Lima, el Alto Perú, Puebla de los Ángeles o la Ciudad de México, así como obras realizadas en España, por importantes pintores como Murillo, que ejemplifican el impacto de los imaginarios americanos que formaron parte de la propaganda devocional y de los procesos de santificación.
La tercera sección, “Las travesías del arte”, se centra en uno de los intercambios comerciales con valores artísticos más fecundos como serían los objetos de ajuar que cruzaron el Atlántico con destino a los lugares más variopintos. Mobiliario diverso para el viaje o para las salas de las residencias dialogan con una nutrida selección de objetos de ajuar, domésticos y religiosos, que pretende cubrir un amplio abanico de tipologías, permitiendo mostrar físicamente el concepto de “tesoro” que asociamos con los objetos llegados de Indias. Los indianos, emigrantes enriquecidos en el nuevo mundo, son ese hilo que hilvana las lejanas tierras de donde proceden estos objetos con un crisol de pueblos y ciudades españolas.
La cuarta y última sección, “Impronta indiana”, reunirá un corpus de obras que, pese a su disparidad, se interrelacionan al ser referentes y reflejos de la materialidad artística hispanoamericana a lo largo de la Edad Moderna. Tendremos la ocasión de entender cómo la larga tradición artística prehispánica se adapta a las nuevas exigencias de los reinos hispánicos. Cómo leen los maestros artesanos indígenas las indicaciones y demandas de la nueva sociedad y cómo, a su vez, integran lenguajes y simbología de su propia cultura, permitiendo en su conjunto valorar la riqueza del patrimonio que llegado de América fue integrándose y moldeando, cambiando sin rupturas, la cultura de la península ibérica y, también, la europea; asumiendo América como parte de nuestra identidad.
Las investigaciones que han conducido a la concreción de este proyecto se reflejarán también en un catálogo que acompañará a la exposición.