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uchas gracias por vuestras afectuosas palabras y amable recibimiento. La Reina se une a mí para expresar nuestra enhorabuena a cuantas personas y entidades han hecho posible esta espléndida exposición sobre la obra de Gregorio Marañón que vamos a inaugurar.
Rendir hoy tributo a la memoria de un gran español es el motivo que a todos nos convoca en la Biblioteca Nacional, y el sentido de la Declaración institucional adoptada por el Congreso de los Diputados.
Hace cincuenta años fallecía Don Gregorio Marañón Posadillo, uno de nuestros compatriotas más universales; una de las personas que, en el siglo pasado, más trabajaron por la libertad, por la convivencia y por el progreso de nuestra Nación.
Una figura en la que confluyeron cualidades humanas e intelectuales excepcionales, como hemos podido escuchar en anteriores intervenciones.
Gregorio Marañón, insigne médico y humanista, fue uno de esos hombres singulares que, muy de cuando en cuando, surge en el seno de una sociedad.
Sus conocimientos multidisciplinares y extraordinarios tomaron nuevas formas, y alcanzaron realizaciones muy notables, a partir de la aplicación de su aguda inteligencia.
Relacionó la Medicina con la Historia, y con la Política, y nos hizo entender mejor la estrecha ligazón que existe entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales y Humanas.
A todo ello sumó nuestro homenajeado un profundo sentido de justicia y libertad basado en el diálogo, el entendimiento y la tolerancia.
Unos valores en los que se volcó con denuedo en una España convulsa, cambiante y difícil, buscando siempre que impregnasen la convivencia entre nuestros conciudadanos.
Valores en torno a los que, juntos, hemos forjado la España moderna y democrática que sustenta nuestra Constitución, y que son fundamento de nuestra Monarquía parlamentaria.
Precisamente, hace ya veintitrés años, con ocasión del centenario de su nacimiento, recordé cómo recibimos, a través de sus enseñanzas y de la lectura de sus obras, el aliento y la invitación al trabajo y al patriotismo de este español excepcional.
Ésta fue, sin duda, una de sus grandes aportaciones cívicas, que hacen deél un intelectual de perfiles siempre actuales.
Con su buena pluma, Marañón nos hizo ver la importancia que para cualquier gran Nación, como la nuestra, tiene su propia conciencia histórica.
Esto es, la importancia de conocer nuestras propias especificidades, nuestro inmenso y variado patrimonio cultural, y nuestra decisiva aportación a la Historia de la Humanidad, como base para continuar construyendo el futuro.
Así pues, conocimiento, inteligencia y principios, hicieron del Doctor Marañón un hombre sabio en el más amplio sentido de la palabra. Una sabiduría que le permitió compartir con todos, aprendiendo de todos.
Con el objetivo de perpetuar su memoria, en 1987 decidí otorgar un título nobiliario a su hijo, paraél y sus sucesores cuya amistad y lealtad hoy quiero agradecer.
Para terminar, considero que este aniversario, nos ofrece una gran oportunidad para conocer mejor el legado y la estela de excelencia de quien dedicó su vida a favor del progreso de nuestro país, trabajando al mismo tiempo con ahínco por el bienestar del ser humano.
Muchas gracias.