N
o puedo comenzar hoy mis palabras sin reiterar públicamente mi más profundo sentimiento de pesar, al que se unen la Reina y toda mi Familia, por el fallecimiento de Don Juan Antonio Samaranch.
Barcelona, Cataluña y el resto de España han perdido a uno de sus hijos de mayor proyección universal.
Un gran español, promotor ejemplar de los valores olímpicos y del entendimiento entre los pueblos, cuya estrecha amistad, firme lealtad a la Corona, y permanente servicio a España nunca podremos olvidar.
Muchas gracias a todos por acudir a este almuerzo que reviste un especial simbolismo para nuestra Lengua y nuestras Letras.
Un año más, en el aniversario de su muerte, nos reunimos en torno a la memoria de Miguel de Cervantes. Con ella se reaviva cuanto se inscribe en elámbito de la lengua -la lengua de Cervantes- y de la creación literaria -el territorio de la Mancha-. Todo lo resume y ampara Cervantes.
A Juan Gelman y a José Emilio Pacheco,últimos Premios Cervantes con Juan Marsé, les gusta repetir la afirmación del poeta argentino Raúl Gustavo Aguirre: "la amistad de los poetas es lo mejor de la poesía".
Sin duda ninguno de ellos ignora las diferencias y rivalidades de Quevedo, Góngora y Lope.
El propio Cervantes, cuando en el Viaje del Parnaso defiende su currículum de escritor para ser admitido en el círculo elegido de los poetas, se queja de envidias y desprecios.
Pero esa "amistad de los poetas que es lo mejor de la poesía" apunta a algo superior: al hecho de que la poesía -y la creación literaria en general- no es propiedad exclusiva de cada autor, sino tarea colectiva común.
De seguro que Cervantes, que en La Galatea celebra a algunos poetas de la Nueva España -entre ellos, el hijo de un compañero de Cortés- calificándolos de "ingenios soberanos", reconocería hoy como uno de los suyos -de los poetas con pobres alforjas y sin capa- a José Emilio Pacheco, a quien mañana rendiremos homenaje.
Pacheco ha escrito: "A semejanza de la comida, la poesía es una serie infinita de apropiaciones e intercambios. Nada es de nadie porque todo es de todos. Un poema pertenece a quien tenga la voluntad de hacerlo suyo".
Con su estilo coloquial y antirretórico, Don José Emilio ha convertido la poesía en un acto de resistencia contra la acción del tiempo y, a la vez, en una celebración.
Este almuerzo quiere ser un acto de "alta fidelidad" a esa amistad que, más allá de diferencias personales, hermana a cuantos -escritores, críticos, filólogos, editores, periodistas culturales, libreros- os afanáis en servir con ilusión y esfuerzo a la palabra que nos hace libres y es base indispensable de una ciudadanía libre y del verdadero progreso social.
Con este espíritu, levanto mi copa para brindar de corazón por todos los presentes y por nuestras Letras.
Muchas gracias.