¡
Muy buenas tardes!
Deseo agradecer a todos los Embajadores iberoamericanos y a los de otros muy queridos países amigos, su presencia en este almuerzo con motivo de la reunión anual del Patronato del Instituto Cervantes, junto a una alta representación institucional y cultural de España.
Entre los muchos valores que nos unen, destaca en este día con protagonismo excepcional, nuestro común aprecio por el español, savia de culturas ricas y diversas, al tiempo que idioma de comunicación internacional, cuyo peso crece, sin cesar, en todo el mundo.
En estos días la Lengua española, y con ella el mundo hispánico, viven aires de fiesta.
En español hemos iniciado la celebración de los Bicentenarios de las Independencias Iberoamericanas.
España y su dinámica sociedad rinden un cálido homenaje de admiración y afecto a las Naciones de la otra orilla del Atlántico con las que compartimos pasado, presente y futuro. Naciones por las que sentimos un profundo afecto y con cuyos pueblos nos encontramos estrechamente hermanados.
En español también, celebramos la concesión del Premio Nobel de las Letras a D. Mario Vargas Llosa, Académico de la Lengua y Patrono del Instituto desde sus orígenes en 1992, que suma -entre otras múltiples y merecidas distinciones- el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Cervantes.
Un maravilloso escritor y un extraordinario novelista a quién mucho deben la Literatura y la Lengua españolas a ambos lados del Atlántico.
Su saber y sensibilidad, su amor por la Historia y pasión por las Letras, su deslumbrante imaginación y capacidad emotiva, así como su firme compromiso con la libertad, se plasman con maestría en una pluma rica, inteligente y brillante.
Hace ya mucho tiempo que el genio y la obra de este peruano universal merecían con creceséste Premio. El esplendor de nuestro idioma reflejado en sus novelas, ensayos y críticas, brilla con más fuerza si cabe con este prestigioso reconocimiento.
Fue precisamente en la sede del Cervantes en Nueva York donde compareció el pasado jueves tras conocer la feliz noticia.
Por ello, nada mejor que nuestro almuerzo en torno a esta reunión anual del Instituto Cervantes, para reiterarle de todo corazón -y en compañía de la Reina y de la Infanta Elena- todo nuestro afecto y más efusiva enhorabuena.
Pienso además que expreso el común sentir de cuantos nos sentamos a esta mesa, al felicitar efusivamente con este motivo al Perú, cuya gran cultura enriquece de nuevo a la Comunidad Iberoamericana en su conjunto.
Una enhorabuena que se une a la de los cerca de quinientos millones de personas que compartimos el español como idioma común, cuya unidad y florecimiento tanto deben a la obra de Vargas Llosa.
A todas ellas, a la promoción de la vasta y vital riqueza cultural en español, así como a la enseñanza de las demás lenguas de España, sirve nuestro Instituto con reconocido afán.
El Cervantes debe seguir desplegando su intensa y denodada actividad para dar respuesta a la gran demanda de aprendizaje del español en los cinco continentes.
Con su intensa labor el Instituto contribuye, no sólo a hermanar a cuantos hablamos, vivimos y sentimos en español, sino a estimular la creación cultural en nuestra lengua y su difusión, fuera del mundo de habla hispánica.
Gracias pues al Instituto Cervantes por su inmensa tarea -en sus más de setenta sedes y en más de cuarenta países- que merece todo mi apoyo y aliento.
Mi agradecimiento asimismo a los Gobiernos, Academias de la Lengua, Universidades, entidades públicas y privadas, que respaldan al Instituto en su magnífica labor.
Con ese espíritu y con mis mejores deseos deéxito para este Curso, levanto mi copa para brindar por el Instituto Cervantes y por la felicidad y prosperidad de los Estados y pueblos que ustedes representan.
Muchas gracias.