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uiero comenzar mis palabras felicitando a la Federación de Colegios de Abogados de Europa por el vigésimo aniversario de su creación. Enhorabuena de corazón por estos años de trabajo a favor de la abogacía, de su fortalecimiento como profesión y de su mejor servicio a las sociedades de toda Europa.
Esta conmemoración que hoy nos congrega en Barcelona nos ha proporcionado la oportunidad de reflexionar sobre la importancia del oficio de abogado para el funcionamiento del Estado de Derecho, y sobre la necesidad de apoyar una función esencial para la defensa de los derechos y libertades de todos los ciudadanos.
Las intervenciones que acabamos de escuchar dan cumplido testimonio de ello y de la permanente actualidad de todo lo relacionado con la abogacía.
La institución que ustedes representan -de la que tengo el orgullo de ser Presidente de Honor- nació con una clara vocación de servicio público a través de la asistencia más directa y concreta a profesionales del mundo del Derecho.
Lo hizo además con una alta visión geopolítica y de amplia ciudadanía al asociar a Colegios de Abogados de muchos países de nuestro continente. Se trata verdaderamente de una muestra de europeísmo real y práctico que ya ha dado muchos frutos en estas dosúltimas décadas.
Enhorabuena por esos logros que redundan en beneficio del bien común y el interés general.
En un principio la Federación se propuso, entre otros objetivos, abordar la necesidad de armonizar formas de ejercicio de la profesión, o asegurar su independencia y su adecuado desempeño en relación con los poderes políticos, judiciales y económicos.
Sé que hoy afronta nuevos desafíos propios de sociedades avanzadas y tecnológicas, al tiempo que continúa activamente comprometida con otros fines irrenunciables.
Me refiero al resguardo del secreto profesional o a la afirmación de un código deontológico a nivel europeo, basado en sólidos valores, que establece principios fundamentales para el ejercicio de la abogacía.
Entre ellos cabe subrayar la especial protección que merece el derecho de defensa, del que deben gozar todos los ciudadanos en cualquier Estado de Derecho.
Señoras y Señores,
El mundo crecientemente complejo y globalizado de nuestros días demanda actitudes proactivas por parte de todos los agentes políticos, económicos y sociales.
Son muchos y grandes los retos que nuestras sociedades y nuestros ciudadanos tienen por delante.
La Federación que asocia a tantos Colegios de Abogados de Europa ha sabido aplicar un espíritu moderno y solidario a los problemas actuales, prestando especial atención a los colectivos más desfavorecidos, como aquéllos que en algunas partes del mundo aún sufren torturas o persecuciones.
La abogacía, como sujeto activo e intérprete del Estado de Derecho, debe seguir luchando por todo ello, haciendo oír su voz.
Esta institución ha traspasado sus fronteras geográficas para colaborar con los países de la ribera sur del Mediterráneo cuyas sociedades viven cambios históricos.
En este contexto la cooperación de los Colegios europeos con sus contrapartes del norte deÁfrica es fundamental porque la abogacía no es un logro o una conquista de unas culturas concretas o de unos momentos históricos determinados.
Muy al contrario, es una realidad que se ha ido consolidando desde hace siglos en unámbito global y que es patrimonio de todos los seres humanos que aspiran a un mundo respetuoso con la justicia y la igualdad.
Deseo porúltimo reiterar a los Colegios de Abogados de Europa aquí representados mi enhorabuena por el aniversario de su Federación y mis mejores deseos para queésta siga cumpliendo, con eficacia y determinación, los objetivos que se impuso hace veinte años.
Muchas gracias.