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Palabras de Su Majestad el Rey en la entrega del IV Premio Internacional Conde de Barcelona a su Eminencia el Cardenal Tarcisio Bertone

Barcelona, 9.25.2012

Ens reunim avui al Reial Monestir de Pedralbes per lliurar el Quart Premi Internacional Comte de Barcelona al Cardenal Tarcisio Bertone, Secretari d'Estat de Sa Santedad.

Sobrades i merescudes raons acrediten la concessió del guardó a aquesta senyera personalitat de l'Església, qui desenvolupa la seva tasca amb “temprança, prudència i esperit d'obertura en afinada sintonia amb el Papa”, tal com han assenyalat justament en la seva decisió els membres del jurat.

Sean, pues, mis primeras palabras de enhorabuena y felicitación al Cardenal Bertone, sabedor a la vez de que su dilatada y honda relación con Cataluña es también un honor para todos nosotros: para esta hermosa tierra y para sus  ciudadanos.

Cataluña, que sabe muy bien de los valores del trabajo y de iniciativas creadoras, es también muy sensible a la hora de reconocer la tarea de quienes, como el Cardenal Bertone, se entregan a su misión con entusiasmo y fortaleza. Casi dos años después no se han apagado entre nosotros los ecos de la visita del papa Benedicto XVI a Barcelona.

Nuestra memoria guarda un inolvidable recuerdo de la consagración del templo de la Sagrada Familia y de las emotivas palabras que el Santo Padre pronunció en aquella ocasión, en las que lo calificaba como “suma admirable de tècnica, d´art i de fe”.

Aquella venturosa ocasión significó para millones de personas de todo el mundo el redescubrimiento de una de las mayores aportaciones de la visión cristiana al arte contemporáneo, y un merecido homenaje a la figura del gran artista catalán Antoni Gaudí.

Tampoco se nos han borrado las imágenes de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid el año pasado.

Fue un verdadero ejemplo de cómo miles y miles de jóvenes se sienten solidarios en el seguimiento de un ideal y en el deseo de construir otro tipo de sociedad menos materialista y más atenta a la dignidad humana y a la civilización del amor y el respeto.

Estoy seguro, Eminencia, de que su decidido impulso a aquella jornada memorable le debe mucho a su pertenencia a la Congregación Salesiana, tan centrada siempre en la juventud.

Ciertamente no vivimos momentos fáciles. Sería ceguera no ver la gravedad de esta etapa histórica, pero sería irresponsable, igualmente, caer en un abatimiento infecundo sin advertir y ser conscientes de que el genio y la voluntad de los hombres y mujeres de Cataluña, de España entera y de Europa serán capaces de superar estas circunstancias.

"...Ciertamente no vivimos momentos fáciles. Sería ceguera no ver la gravedad de esta etapa histórica, pero sería irresponsable, igualmente, caer en un abatimiento infecundo sin advertir y ser conscientes de que el genio y la voluntad de los hombres y mujeres de Cataluña, de España entera y de Europa serán capaces de superar estas circunstancias...."

Unas circunstancias que precisan el esfuerzo y el buen sentido de todos, así como el impulso de la sociedad civil en todos los campos.

Tengo la convicción de que esa cultura de los valores y de la esperanza está bien encarnada por el Cardenal Bertone en su persona y en el ejercicio de sus altas responsabilidades.

La diplomacia es un arte que procura la relación y el intercambio, que busca armonizar los legítimos intereses de las partes, pero que, sobre todo, trabaja para el bien de las personas.

El jurado ha tenido bien presente esta realidad y el empeño del Secretario de Su Santidad para tender puentes en un mundo en el que los valores de la justicia y la hermandad, de la verdad y la solidaridad son cada vez más demandados, por necesarios y urgentes.

Hoy le hago entrega de un galardón  que reconoce asimismo la loable labor social de la Iglesia Católica en los presentes momentos de crisis; una labor de apoyo a los más desfavorecidos, muy actual y a la vez antigua. Una labor bien conocida por la sociedad catalana.

En tal fecha como hoy, hace cincuenta años, Cataluña sufrió las terribles consecuencias de unas lluvias torrenciales que produjeron graves inundaciones en la comarca del Vallés y en las inmediaciones de Barcelona. Murieron cientos de personas y numerosas familias quedaron sin hogar.

Es justo recordar hoy con emoción a las víctimas de aquella desgracia y a la vez rememorar el papel que la Iglesia desempeñó entonces en la asistencia a los damnificados, muchos de los cuales hallaron cobijo y auxilio en las parroquias.

Catalunya, Senyor Cardenal, és mestra en la missió de transmetre sàvia nova des de profundes arrels. Vostè coneix l'ànima d'aquesta terra perquè, com bé resumeixen els membres del Jurat del Premi Internacional Comte de Barcelona, guarda una “cordial comprensió de la personalitat de Catalunya”.

Los ideales que usted representa y la guía ética y moral que el Sumo Pontífice Benedicto XVI significa para el mundo son valores que apreciamos en su honda dimensión. Confluyen con nuestro profundo deseo de que los jóvenes catalanes y toda la juventud española encuentren referentes para caminar en la senda de una modernidad que se proyecte hacia el futuro en el respeto a las seculares  herencias recibidas.

Reciba, Señor Cardenal Bertone, mi más sincera enhorabuena por este premio, tan justo como merecido, y transmita al Santo Padre el recuerdo y el afecto de esta tierra catalana y de toda España.

Muchas gracias.


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