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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en la entrega de los Premios de la Real Fundación de Toledo

Toledo, 12.18.2012

Quiero comenzar por expresar que, como siempre, me alegra mucho poder estar hoy en la ciudad de Toledo que, además, nos recibe expléndida. Y agradezco especialmente a Real Fundación que lleva su nombre su invitación para presidir la XVIª edición de sus premios y el cálido recibimiento con el que nos acoge para tal ocasión. Gracias especialmente por las palabras de bienvenida que me han ofrecido. Y por supuesto transmitiré a S.M. el Rey, con gusto, los mensajes de afecto y ánimo para su recuperación. Además, deseo expresar mi reconocimiento profundo a esta institución, de la cual S.M. el Rey es Presidente de Honor, por la gran labor que realiza a favor del patrimonio cultural, artístico e histórico de España.

Esta ceremonia nos evoca sensaciones profundas y nos sugiere varias reflexiones. Venir a Toledo, estar en Toledo, es, en primer lugar, reencontrarnos con nuestra Historia. Con nuestra Historia en el sentido más amplio del término. En pocos lugares como en esta capital, solemne y a la vez acogedora, se condensa con tanta fuerza y viveza la trayectoria milenaria de nuestro país, así como su proyección de futuro.

Toledo encabeza en tiempos de la Monarquía hispanogoda la primera realización efectiva de un Reino de ámbito hispánico. Representa también la encrucijada y la convivencia de culturas fundamentales que transitaron por nuestra Península y contribuyeron a darle forma a como somos los españoles, a cómo hablamos, a cómo creamos y sentimos. En esta Ciudad Imperial se afirmó asimismo la pujanza de una España presente en todo el Orbe. En la actualidad, Toledo es expresión de modernidad, desarrollo y convivencia.

Esta historia singular tiene su reflejo fiel en un inmenso patrimonio artístico y cultural que, unido a su entorno y sus valores paisajísticos, le ha valido a Toledo el justo título de Ciudad Patrimonio de la Humanidad. La protección de nuestro patrimonio debe ser una auténtica política de Estado pues supone la conservación de las huellas de la trayectoria colectiva que conforma nuestra identidad común.

"...La protección de nuestro patrimonio debe ser una auténtica política de Estado pues supone la conservación de las huellas de la trayectoria colectiva que conforma nuestra identidad común..."

Y sabemos bien que preservarlo supone, en primer lugar, una tremenda lucha contra el tiempo y sus efectos físicos; pero también contra otras consecuencias tan perniciosas como el deterioro material. Me refiero al olvido. Porque detrás de cada monumento, de cada trazado urbanístico, de cada paisaje, está nuestra memoria compartida; y no podemos avanzar hacia un mejor porvenir si no tenemos claro el camino que previamente hemos recorrido.

Por lo tanto, ahora se trata de conservar ese legado pero también de mejorarlo, acrecentarlo y hacer que sirva de referente para otras ciudades de España y del resto de Europa y del mundo. Y en esto están la Real Fundación de Toledo y sus Protectores, a quienes agradecemos su generosa ayuda, tan valiosa especialmente en estos tiempos económicamente difíciles.

A los premiados en esta edición quiero darles la más afectuosa enhorabuena: a Juan Manuel Cavero de Carondelet, Duque de Bailén; al Blog Toledo Olvidado, elaborado por Eduardo Sánchez Butragueño; al Centro de Estudios Internacionales San Juan de la Penitencia, de la Fundación Ortega y Gasset-Marañón; a la patrulla del SEPRONA de la Comandancia de Toledo; a la ciudad de Zamora; y a la Fundación MAPFRE. Felicidades a todos de corazón y, por favor, seguid en la misma línea protegiendo, impulsando y favoreciendo el patrimonio histórico de todos los españoles.

En esta oportunidad quiero también felicitar a los toledanos por este nuevo Palacio de Congresos “El Greco”, obra de nuestro gran arquitecto Rafael Moneo, Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2012. Se trata, como vemos, de un armonioso y funcional espacio público que, estoy seguro, va a prestar un servicio muy valioso a la sociedad toledana.

Antes de finalizar, y tras subrayar mi agradecimiento a la Fundación y a los galardonados por su específica labor, quiero señalar que la importancia de las inversiones en el ámbito del patrimonio no radica únicamente en todo lo que hemos hablado —ya de por sí suficiente—, sino también en su propia rentabilidad económica. Porque son inversiones que a la postre, directa o indirectamente, redundan en crecimiento económico, creación de empleo y, en suma, en el fomento de mayor prosperidad y progreso para toda la sociedad.

Termino ya mis palabras reiterando mi enhorabuena a los galardonados y deseando una feliz Navidad a todos.

Muchas gracias.

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