De la misma manera que en tantas ocasiones durante los últimos 25 años, nos volvemos a reunir en este lugar lleno de belleza y serenidad, en el Monasterio de Leyre, cuna y símbolo del Reino de Navarra, para compartir una jornada de reconocimiento y reflexión en torno a la cultura.
Como sabéis la mayoría, tanto a la Princesa como a mí nos alegra de corazón venir a Navarra; especialmente para participar cada año en estos actos que resaltan el valor de la cultura como activo esencial de la sociedad, como motor básico del progreso y como distintivo de una época en la que cada generación aporta lo mejor de sí misma, para el mayor conocimiento y disfrute de las generaciones siguientes.
Muchas gracias por la hospitalidad y el afecto que siempre nos ofrecéis en esta querida tierra. Esta es, sin duda, una cita muy anhelada y querida.
Pero, es evidente que el día de hoy tiene una significación especial –con permiso padre Tarsicio− después de que, este pasado lunes, S. M. el Rey anunciara su decisión de abdicar la Corona de España y poner fin a su reinado. De manera que las circunstancias llevan a que mis primeras palabras después del anuncio de Su Majestad tengan lugar en esta querida tierra navarra, uno de los solares originarios de nuestra Patria española.
Me permitirán, señoras y señores, que respetando el procedimiento parlamentario iniciado, les reitere mi empeño y convicción de dedicar todas mis fuerzas, con esperanza y con ilusión a la apasionante tarea de seguir sirviendo a los españoles, a nuestra querida España; una Nación, una comunidad social y política unida y diversa que hunde sus raíces en una Historia milenaria.
Celebramos la 25ª edición del Premio Príncipe de Viana que, desde 1990, ha honrado y distinguido a diferentes personalidades de la cultura, ligadas por nacimiento, residencia o afecto, a esta tierra de larga historia y personalidad recia que es Navarra.
Si repasamos la relación de galardonados en estos cinco lustros, veremos perfiles muy diversos que han destacado en ámbitos como la arquitectura, la historia, las artes, las letras, el cine, la ciencia o el pensamiento. Personas de gran valía que han estudiado el pasado, que han analizado el presente y que han abierto caminos nuevos hacia el futuro. Todos ellos y otras muchas personas y entidades que trabajan en diferentes campos de la cultura han aportado su iniciativa, creatividad y entrega para construir una sociedad mejor.
No cabe duda de que la obra de los premiados prueba que el esfuerzo empleado en potenciar la cultura siempre merece la pena. Debemos cuidar la cultura; promoverla, exponerla y reconocer su valor; porque la cultura define realmente nuestra personalidad colectiva y forja nuestra mejor imagen ante el mundo.
Como ocurrió en la 1ª edición, este año el Premio Príncipe de Viana recae en un historiador de gran categoría y trayectoria extensa, no solo por los más de sesenta años dedicados a una labor historiográfica minuciosa, sino por la variedad de ámbitos abordados.
"...reitero mi empeño y convicción de dedicar todas mis fuerzas, con esperanza y con ilusión a la apasionante tarea de seguir sirviendo a los españoles, a nuestra querida España; una Nación, una comunidad social y política unida y diversa que hunde sus raíces en una Historia milenaria..."
El padre Tarsicio de Azcona es un historiador completo que se ha valido de su gran experiencia docente para exponer de forma clara y atractiva las averiguaciones y conclusiones a las que ha llegado tras un estudio intenso de fuentes documentales originarias.
Además de su especialización profunda en la historia de la Iglesia, Tarsicio de Azcona –D. Jesús Morrás Santamaría− ha biografiado a personajes esenciales de la historia de España, como Isabel la Católica o Juana de Trastámara, aportando luz al periodo final de la Edad Media. Un tiempo que marcó el camino al relevante papel que España tuvo en los siglos posteriores y que imprimió huellas indelebles que no han dejado de influir en nuestra realidad y nuestra posición en el mundo hasta la misma actualidad.
También es digno de destacar cómo el padre Tarsicio ha obsequiado a sus paisanos navarros, y más particularmente a los de su valle natal de Yerri y su pueblo de Azcona −cuyo nombre porta siempre con orgullo−, con estudios minuciosos y brillantes de su historia, de la forma de vivir de sus antepasados y de sus costumbres y usos mantenidos en el tiempo.
Por todo ello, este Premio Príncipe de Viana reconoce en Tarsicio de Azcona su gran contribución a un mejor conocimiento de la historia de Navarra y del conjunto de España. Hoy le expresamos de corazón nuestra más afectuosa felicitación y nuestro agradecimiento por su obra ingente, producida a lo largo de una trayectoria tan fecunda. Estos sentimientos queremos hacerlos extensivos a toda la Orden Capuchina por su tradicional contribución a la cultura y al progreso de nuestro país, y por su compromiso de servicio a nuestra sociedad.
Al hilo de la alta consideración hacia la Historia que este premio entraña, puede afirmarse que el mejor conocimiento del pasado favorece que las sociedades avancen con paso firme hacia el futuro, del mismo modo que los árboles precisan de recias raíces afianzadas en la tierra para poder crecer con más fuerza.
Nada mejor para sentir la base sólida de la Historia que un lugar como este admirable monasterio, donde reposan los restos de los primeros Reyes de Navarra, a quienes cada año tributamos un homenaje de reconocimiento. Es éste un lugar adornado por diversas manifestaciones del arte y de la cultura de distintos siglos a las que, a partir de hoy, se va a unir con mayor fuerza la expresión musical, gracias al órgano reconstruido, que ofrecerá a todos los visitantes de esta abadía la impronta sonora que los monasterios acrisolaron durante siglos. Una huella que sigue viva en este monasterio de Leyre con el canto gregoriano de sus monjes y que hoy especialmente, en este mismo acto, se pone de manifiesto espléndidamente con las interpretaciones del Orfeón Pamplonés, Premio Príncipe de Viana 1992 y símbolo del aprecio a la música coral que siempre ha existido en esta tierra.
En periodos de dificultades como los que atravesamos, la experiencia de tiempos pasados plasmada en la Historia nos enseña que solo uniendo nuestros afanes, anteponiendo el bien común a los intereses particulares, e impulsando la iniciativa, la investigación y la creatividad de cada persona, lograremos avanzar hacia escenarios mejores. Ése es el ánimo que todos —responsables institucionales, agentes sociales y económicos, entidades y ciudadanos— debemos tener para afrontar con decisión el futuro y ampliar el campo de esperanza que se abre ante nosotros.
Señoras y señores,
Termino mis palabras felicitando de nuevo al padre Tarsicio de Azcona por su merecido galardón, y deseándoos el mejor ánimo para afrontar los retos que tenéis por delante. Sabéis que sigo y siento muy cerca la realidad de esta Comunidad Foral; pues con su futuro estoy, junto a mi familia, plenamente comprometido. En ese futuro también tendrá su lugar la próxima Princesa de Viana.
Estoy seguro de que vuestra actitud valiente y laboriosa, —esa actitud tan navarra y tan española—, será decisiva para superar los obstáculos y alcanzar las metas de progreso y prosperidad que nos hemos fijado el conjunto de los hombres y mujeres de España.
Muchas gracias.