Buenas noches y gracias por invitarnos a la Reina y a mí a compartir esta celebración con los que formáis parte de la familia de El Mundo y de Unidad Editorial, y con todos los que os habéis congregado aquí esta noche.
Estamos ante una buena representación del mundo periodístico y de la comunicación, que materializan, ejercen y defienden la libertad de expresión como uno de los pilares fundamentales de cualquier sistema avanzado de convivencia democrática; que tiene su máxima representación a pocos metros de aquí, en el Congreso de los Diputados, casa común de nuestra democracia, de la democracia española.
Y estamos todos aquí esta noche para poner también en valor dos hechos relevantes.
Primero, un importante aniversario. 25 años es una edad muy digna para un periódico. El diario El Mundo ha reflejado durante este tiempo el pulso de una sociedad a la que, como todo medio de comunicación, se debe. Ése es su compromiso, el de escuchar las demandas, las preocupaciones y los anhelos de las gentes, sus inquietudes y diferencias, para reflejar esa realidad que se transforma cada día.
Y el reto de todo medio de comunicación es esa necesidad de reinventarse para hacer frente a los desafíos de un futuro que ya está aquí. Y hacerlo además sin alterar los compromisos “clásicos” del periodismo, ésos que nunca caducan y que son su esencia, esto es, el rigor y la responsabilidad.
Quiero felicitar al diario El Mundo por este aniversario. Felicidades a todos los que formáis parte de él o lo habéis hecho en el pasado. Y felicidades porque, a pesar del acceso inabarcable que hoy tenemos a todo tipo de información, la prensa, -el periodismo-, sigue siendo imprescindible para la construcción y afirmación de la democracia, que es garantía de los derechos humanos, la justicia y la libertad.
Y segundo, estamos aquí para entregar los Premios Internacionales de Periodismo en su XIII Edición. Los premios siempre suponen, obviamente, un reconocimiento para quienes los reciben; pero también conllevan algo muy importante para todos los demás: su valor simbólico. Y hoy el valor simbólico es enorme!
Javier Espinosa, Marc Marginedas y Ricardo García Vilanova han demostrado su compromiso máximo con el oficio. Ir como reportero a donde uno se juega la vida para contar lo que pasa tiene riesgos, muchísimos riesgos. Ellos han visto y soportado de todo, sin duda lo han pasado muy mal, pero han doblado la mano al destino, han vuelto y están aquí. Se merecen nuestro respeto y nuestra admiración. También, agradecemos el esfuerzo de los que velan por todos nosotros y trabajaron para lograr su regreso.
"...detrás del periodismo serio y riguroso hay siempre un hombre o una mujer que se han detenido a pensar. Pues también en esta era tecnológica un periodista con criterio y sentido de la responsabilidad creo que es quien contribuye más a formar sólidamente a la opinión pública. Y eso es construir país y progresar juntos como sociedad..."
Otros no consiguieron volver, como Julio Anguita Parrado, Julio Fuentes y muchos más en tantos sitios en conflicto, como hemos visto en toda su crudeza últimamente. Y los padres de James Foley nos han recordado esta noche. No nos olvidamos de todos ellos y estarán siempre en el cuadro de honor del periodismo valiente que hoy ensalzamos.
Y de ahí el simbolismo de unos galardones que hoy nos hablan de libertad, de compromiso y de dignidad. Enhorabuena a los tres por proteger y mimar —a base de seriedad, rigor y verdad— un oficio crucial para la democracia.
Javier, Ricardo y Marc son de los que se ponen en el lugar del otro y se acercan a sus formas de ver el mundo. Al hacerlo han conocido, sufrido y documentado bien la barbarie criminal y atroz que en algunas partes del mundo sufren sus poblaciones. Ese horror, no tan lejano, les ha mirado a los ojos, y a través de ellos a todos nosotros.
Con su trabajo, y el de muchos —incluso en estos mismos instantes que compartimos aquí esta noche—, contribuyen con total entrega a que la verdad de esa barbarie nos llegue; para que la conozcamos los ciudadanos de todos los países. Y así valoremos qué podemos —o debemos— hacer para defendernos y enfrentarnos a esa violencia deleznable que amenaza a todas las sociedades del Planeta, y a los mismos valores de la Civilización Universal.
Por otro lado, este oficio tiene muchas facetas, y aquí premiáis también la de columnista; la de comentar y analizar la realidad, la de enriquecerla con mayor sofisticación o claridad a través de una opinión, un sesgo, o una sensibilidad particular. Pues esta faceta la maneja también con maestría Rosa Montero, premiada hoy por algo que ella ha dicho en alguna ocasión: acceder a "las esquinas del ser humano".
Rosa es columnista pero es sobre todo alguien que nos presta sus ojos para comprender. Comprendernos a nosotros y a los demás. Con este premio recordamos también a José Luis López de Lacalle, columnista vuestro que ETA nos arrebató a todos, como pretendió con el terror arrebatar y subyugar nuestra democracia y nuestra libertad.
Con columnistas como Rosa el mundo es menos pequeño y estrecho. Su voz es la expresión, clara y determinante, del debate calmado y reflexivo que dan los años de oficio y las dotes de narradora brillante. Y también quiero señalar de forma especial el feminismo incluyente y vigoroso que Rosa transmite en sus columnas cuando habla de y sobre la mujer. Enhorabuena por tanto por el premio, pero enhorabuena sobre todo por una trayectoria coherente y lúcida.
Una última reflexión. Detrás del periodismo serio y riguroso hay siempre un hombre o una mujer que se han detenido a pensar. Pues también en esta era tecnológica un periodista con criterio y sentido de la responsabilidad creo que es quien contribuye más a formar sólidamente a la opinión pública. Y eso es construir país y progresar juntos como sociedad.
Felicidades a El Mundo por esos primeros 25 años. Por vuestro renovado aspecto y oferta. Enhorabuena a los cuatro premiados y gracias por su labor al jurado que les ha elegido.
Muchas gracias.