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Palabras de Su Majestad el Rey en el almuerzo ofrecido en Honor de Su Excelencia el presidente de la República del Paraguay, Sr. Horacio Cartes Jara

Palacio Real de Madrid, 6.9.2015

Señor Presidente de la República del Paraguay,

Aunque tenemos el placer de tenerle entre nosotros ya desde hace dos días y compartimos ayer en Casa de América la inauguración del importante encuentro sobre el Agua y Saneamiento como reto compartido en América Latina; quiero comenzar mis palabras dándoos nuevamente, y ahora junto a la Reina, la bienvenida más afectuosa en vuestra visita oficial a España. Una bienvenida que hago extensiva a toda la importante delegación que hoy os acompaña, entre los que hay miembros de su familia.

Hace ahora casi dos años tuve la oportunidad de visitar Paraguay como Príncipe de Asturias para estar presente en vuestra toma de posesión. Guardo con gran cariño el recuerdo de aquel viaje y de todos los que he realizado a vuestro querido país, pero sobre todo guardo la impresión de una nación viva, dinámica, con ganas de abrirse camino ahora y en el futuro.

No olvido vuestro mensaje a la Nación en esa celebración inaugural, impregnado de entusiasmo y espíritu de consenso. En él manifestasteis vuestro firme compromiso —que sigue adelante— con una tarea ambiciosa de reforma y modernización.

Señor Presidente,
Vuestra visita se produce cuando se cumplen 135 años de la firma del Tratado que estableció una “paz y amistad inviolables” entre nuestros dos países y del que derivó el establecimiento de relaciones diplomáticas dos años más tarde.

Hoy, las relaciones entre España y Paraguay tienen la profundidad que nos otorga una historia, una cultura y una lengua compartida, y el brío que proporciona tener intereses y causas comunes que nuestros países defienden en tantos foros regionales e internacionales.

Paraguay, en el corazón de la América Meridional, es un país en constante crecimiento que avanza con fuerza y vitalidad.

Ese crecimiento económico es, por encima de todo, el fruto del esfuerzo realizado por los propios paraguayos, tanto los que residen en el país como aquellos que lo hacen en otras naciones. En este sentido, España no solo se siente orgullosa de haber sido lugar de acogida de buena parte de esa colectividad paraguaya, sino que además se siente profundamente agradecida por el cariño demostrado y por su contribución al crecimiento de nuestro país.

Señor Presidente,
Las relaciones entre nuestras dos naciones se encuentran en un momento magnífico y se impulsan con fuerza día a día. De ello es buena muestra el compromiso pleno de la Cooperación Española con vuestro país desde hace casi 25 años y que hoy está más presente que nunca.

"...Debemos aprovechar este empuje y este momento para seguir avanzando en el fortalecimiento de nuestras relaciones comerciales, en el incremento de las inversiones, en el fomento de la movilidad de talentos. En suma, debemos aspirar a aprovechar todo el gran potencial que nos ofrecen los vínculos históricos y culturales que nos unen..."

Ello no nos puede, en todo caso, llevar al conformismo. Debemos aprovechar este empuje y este momento para seguir avanzando en el fortalecimiento de nuestras relaciones comerciales, en el incremento de las inversiones, en el fomento de la movilidad de talentos. En suma, debemos aspirar a aprovechar todo el gran potencial que nos ofrecen los vínculos históricos y culturales que nos unen.

Esa cooperación cobra especial sentido a la hora de hacer frente a los diferentes desafíos de la agenda internacional, como la paz y la seguridad, los derechos humanos, el desarrollo sostenible, el cambio climático o el tráfico de drogas. Todos ellos van a estar muy presentes en los próximos meses, y qué mejor manera de abordarlo que de la mano de países con los que compartimos valores, como es el caso de España y Paraguay.

Ambos Estados asumimos además, en estos momentos, la responsabilidad de ocupar puestos de gran relevancia en el ámbito de NN.UU.: Paraguay en el Consejo de Derechos Humanos, y España, con el apoyo paraguayo que agradecemos profundamente, en el Consejo de Seguridad. Estoy convencido de que las dos plataformas pueden ser marco para una cooperación reforzada en áreas de interés común.

En este punto no quiero dejar de subrayar, Señor Presidente, la contribución inestimable y el compromiso de Paraguay en la labor permanente de construcción y fortalecimiento de la Comunidad Iberoamericana que integramos con una veintena de naciones hermanas.

Como señaló el insigne escritor paraguayo Augusto Roa Bastos en su discurso de concesión del Premio Cervantes, se trata de "un reto de la historia, un desafío del porvenir", en el que todos los países iberoamericanos estamos abocados a trabajar con convicción y perseverancia, dentro del máximo espíritu de cooperación. En este sentido, el impulso que ha supuesto la Cumbre de Veracruz de 2014 nos permite afrontar este desafío con un renovado optimismo.

Resulta evidente que un elemento aglutinador en esta familia de naciones es nuestra lengua compartida, el español —idioma vehicular iberoamericano junto al portugués—, para cuyo fortalecimiento contáis con la contribución valiosa de la Academia Paraguaya de la Lengua. Pero Paraguay es, asimismo, depositario de una riqueza lingüística y cultural propia, viva y dinámica, que merece la máxima admiración. Por ello, quiero en esta ocasión tan especial expresar mi reconocimiento a la lengua guaraní, expresión y manifestación de una cultura enraizada en la historia.

Tetâ paraguáipe guarâ, ore maitei ha mborayhu añetete.

Señor Presidente,
Paraguay fue cuna de la apasionante utopía de las misiones jesuíticas y ha atraído a lo largo de la historia a numerosas personalidades españolas como Félix de Azara, Josefina Plá, Viriato Díaz-Pérez o Rafael Barret, que, junto a mucho otros, encontraron allí el sentido de su trayectoria profesional e incluso el de sus propias vidas.

Inspirándose en su experiencia, España vuelve ahora su mirada más que nunca hacia Paraguay, hacia esta querida tierra con la que nos unen lazos tan profundos y por la que sentimos tan hondo afecto.

Para terminar, Señor Presidente, os invito —con la Reina y junto a todos los presentes— a levantar vuestra copa y a que brindemos por vuestra ventura personal y la de vuestra familia, por los lazos de amistad que unen nuestros dos países y por la mayor prosperidad del pueblo paraguayo.

Muchas gracias.

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