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Palabras de Su Majestad el Rey en el IV Congreso Internacional de Arquitectura “Cambio de Clima”

Pamplona, 6.29.2016

Antes de empezar y ante las noticias de las últimas horas, quiero transmitir al pueblo turco y a sus autoridades nuestra sentida y profunda solidaridad ante la masacre terrorista en Estambul.

El terrorismo que siempre condenamos solo merece desprecio y repugnancia; exige unidad de todos para erradicarlo; y apoyo sin fisuras para todas las víctimas y sus familias.

Permitidme, ahora sí, que comience con el recuerdo de hace seis años cuando, todavía ―claro― como Príncipes de Asturias y de Viana, tuvimos la oportunidad de ser testigos de los primeros pasos de este Congreso impulsado por la Fundación Arquitectura y Sociedad.

Fue, naturalmente, aquí en Pamplona ―también en el Baluarte―, donde compartimos un almuerzo durante la 1ª edición con los organizadores y participantes; y ya entonces comprendimos y valoramos el acierto de la iniciativa, su valentía por el momento elegido ―en plena crisis económica―, y la oportunidad que representaba para la contribución de la arquitectura española al conocimiento y a la conciencia ética en un ámbito tan intrínseco de la actividad humana y tan crucial en los debates mundiales sobre el futuro, sobre la sostenibilidad medioambiental y social del Planeta y de la humanidad, respectivamente. Como en todo comienzo, había ilusión, ímpetu, ganas de sumar y hacer algo positivo que tuviera impacto y dejara huella.

Pues hoy nos alegra volver a estar con vosotros, volver a esta querida tierra navarra y a Pamplona. Gracias por la oportunidad de participar en esta inauguración de vuestro 4º congreso, que nos convoca bajo el título o lema “Arquitectura: Cambio de clima”. Felicidades por su elección, porque sin duda ese es el gran tema de nuestro tiempo. Nuevamente un acierto, como en ediciones anteriores, que demuestra cómo mantenéis la misma ilusión y la misma voluntad de servir al bien común que os motivó en vuestros comienzos. Y es que no hay duda de que la arquitectura, el urbanismo, la construcción… son herramientas o representan símbolos y proporcionan ejemplos de cómo la humanidad se desarrolla y se adapta, de cómo progresa y modifica su entorno. Pero aquí se trata de la necesidad actual de lograr que las actitudes y la sensibilidad de la profesión, ante los desafíos planteados a la arquitectura y el urbanismo por el cambio climático, sean verdaderos agentes de cambio social para provocar una reacción efectiva ―a tiempo― que nos ayude a evitar, paliar o revertir las causas y los efectos de esa gran amenaza… que no es futura, que ya está aquí y ya la estamos padeciendo; como se nos ha recordado en la Conferencia y acuerdo de París.

Y enhorabuena a la Fundación por mantener esta iniciativa que es muestra de la excelencia y la altura de la arquitectura española, así como de su sensibilidad social e integración en los entornos en los que se desarrolla.

"...Este es, en definitiva, el sentido genuino del ‘cambio de clima’ en que nos encontramos inmersos: un cambio de talante y de actitud al que nos aboca el tránsito ecológico y social producido por el cambio climático. Bajo este lema, el congreso que ahora se inicia explorará el momento actual de la arquitectura y las formas en las que puede promoverse la sostenibilidad en beneficio de las personas y del planeta; procurará, sin duda, aproximar las inquietudes de los arquitectos y las necesidades sociales para servir más eficazmente a los ciudadanos..."

El impacto de la crisis económica se hizo sentir con especial virulencia en la construcción, un sector que había contribuido a la prosperidad de nuestro país y al bienestar de los ciudadanos a través de la mejora de viviendas y ciudades; pero, también, un sector cuyo impacto en el paisaje y el patrimonio no siempre fue acertado. El desplome de la actividad constructora provocó un “examen de conciencia” en las profesiones relacionadas con ella, y en la arquitectura de forma singular, como de hecho pusisteis de manifiesto en ediciones anteriores, desde 2010.

Precisamente, en la 1ª edición, tuvimos ocasión de comprobar hasta qué punto el empeño por ofrecer “más por menos” —más pertinencia, comodidad y belleza usando menos medios económicos, menos energía y materiales, y con un menor consumo de agua o territorio— había hecho de la arquitectura un campo pionero de la sostenibilidad. Una sostenibilidad, pues, que exige debatir sobre los recursos, pero también sobre la ordenación del territorio.

Los arquitectos, conscientes de la importancia de la construcción y el urbanismo en la demanda global de recursos no renovables, habéis procurado también enfrentaros al desafío del cambio climático con un auténtico “cambio de clima” en las prioridades que guían vuestra actividad. La reciente obtención del León de Oro por parte del Pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia muestra, en este terreno, el alto grado de reconocimiento internacional de nuestro país en su adaptación al nuevo panorama surgido tras la crisis.

Pero, más allá de los logros de la arquitectura española en un entorno económico todavía difícil, la convocatoria hoy de eminentes profesionales de todo el mundo pone de relieve el interés por compartir conocimientos e ideas con los mejores y de inspirarnos en las prácticas más avanzadas. Porque la responsabilidad social de la arquitectura exige un talante y un compromiso de mejora continua y permanente formación, rasgos que hacen de ella una profesión de servicio: al servicio de las personas, al servicio del entorno y al servicio de la cultura.

Esta actitud de renovación y adaptación a las cambiantes demandas sociales y ambientales es compartida por numerosas empresas que intervienen en la construcción de nuestros edificios y ciudades. Empresas que colaboran con las instituciones en la tarea de hacer un país mejor, que saben reconciliar la continuidad con lo existente, y la protección del patrimonio y el paisaje con la firme voluntad de innovar en nuestras técnicas y nuestras prácticas para poner la edificación al servicio de la comunidad. Empresas e instituciones, en suma, que dialogan entre sí y con las diferentes profesiones que configuran el entorno para mejorar la vida de las personas.

Este es, en definitiva, el sentido genuino del ‘cambio de clima’ en que nos encontramos inmersos: un cambio de talante y de actitud al que nos aboca el tránsito ecológico y social producido por el cambio climático. Bajo este lema, el congreso que ahora se inicia explorará el momento actual de la arquitectura y las formas en las que puede promoverse la sostenibilidad en beneficio de las personas y del planeta; procurará, sin duda, aproximar las inquietudes de los arquitectos y las necesidades sociales para servir más eficazmente a los ciudadanos.

Les deseamos a todos unas jornadas muy fructíferas y una feliz estancia en España.

Muchas gracias.

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