Son tres los sentimientos que me produce estar entre vosotros, en el seno de la comunidad universitaria, cuando damos apertura formal al Curso Universitario para toda España. Esperanza, porque nada podremos acometer si con ella no contamos; Ilusión, la que siento y percibo en alumnos y profesores ante la pasión por aprender juntos, puesto que al enseñar bien, pocas veces no se aprende algo más −o nuevo; y confianza, en la aportación fundamental y creciente que supone, para el progreso individual y conjunto de los españoles, la labor de la Universidad.
Y en nuestro viaje de cada año a distintos puntos de nuestra geografía para cumplir con esta tarea, el curso 2016/17 nos trae este año a Cáceres, ciudad que encarna perfectamente la historia y los valores de la querida Extremadura. Me refiero a la profundidad y la fortaleza de las raíces de esta tierra, al sentido de compromiso y de solidaridad que caracteriza a los extremeños y a su Comunidad Autónoma, y a la proyección ─tan dilatada y diversa─ que trasciende ampliamente sus límites geográficos.
En estos principios encontramos también, precisamente, algunos de los valores de la Universidad como institución: la vocación de servicio a las personas y a la sociedad, y el sentido universal de búsqueda y permanente expansión del conocimiento.
Efectivamente, Cáceres y toda Extremadura han hecho gala siempre, con toda justicia, de su hondo compromiso con el conjunto de España y de su solidaridad con toda la sociedad. Al mismo tiempo, por tradición, historia e identidad, Extremadura ha sabido proyectarse con decisión hacia Iberoamérica, hacia nuestro país hermano Portugal y hacia el resto de Europa.
Estas características ─enraizamiento con el entorno, solidaridad con todo el cuerpo social y proyección internacional─ son las que, coherentemente, impulsa también la Universidad de Extremadura. Lo hemos podido comprobar al escuchar la lectura de la Memoria del Curso Académico y el discurso del Sr. Rector. Y hoy, a esta Universidad ─a sus alumnos, trabajadores, profesores y autoridades─, les damos las gracias por su recibimiento y les felicitamos de corazón.
Les felicitamos, sin duda, por su elección para representar a toda la comunidad universitaria española en este acto solemne de apertura de Curso; y les damos la enhorabuena por su avance y por los éxitos logrados, año a año. La vida de esta Universidad ha transcurrido, en líneas generales, paralela a las décadas de mayor progreso social y económico de la historia de nuestro país.
He dicho “paralela”, pero seguramente debería decir mejor “imbricada” o “entrelazada” con esos decenios porque la contribución de nuestras Universidades ─de esta y de otras muchas hoy aquí representadas por sus Rectores─ ha sido esencial para lograr ese desarrollo indudable de España.
En ese sentido, es ilustrativo recordar que en la España de 2016 un millón y medio de estudiantes participan en los distintos niveles de estudios universitarios superiores. Son el 32% de nuestra población, mientras que en 1975 este porcentaje alcanzaba el 15%. También, y es otro dato relevante, en la España de 2016 el 59% de los egresados son mujeres y prácticamente la mitad de las tesis doctorales son defendidas por ellas.
Las Universidades, así pues, han sido actores clave en ese proceso de crecimiento y avance español en todos los terrenos. Y para seguir siéndolo en el presente y en el futuro deben afrontar retos y desafíos de enorme relevancia.
Entre ellos se encuentra, sin duda, potenciar la Investigación universitaria. La universidad española aporta 2/3 de la producción del conocimiento nuevo generado en España a través de la I+D. El despegue definitivo de nuestra actividad investigadora, para alcanzar las cotas que necesitamos de producción científica y de innovación, pasa por que se produzca un relanzamiento potente, profundo y sostenido de esa tarea en las Universidades; porque son fundamentales para este objetivo, tanto en lo que respecta a la ampliación de los recursos dedicados a I+D como, sobre todo, en la calidad e impacto de los resultados; y deben estar a la cabeza de este avance para abordar con garantías los cambios en el modelo productivo que España necesita.
"...Con este objetivo también es preciso fortalecer la cultura emprendedora y de la innovación, así como establecer los mecanismos más adecuados para transferir conocimientos y tecnología desde los ámbitos científicos y universitarios donde se generan al terreno empresarial donde se aplican con finalidad productiva. Aumentar, en suma, la competitividad..."
Educación e Investigación son, así, pilares fundamentales para alcanzar la excelencia y para que ésta sea verdaderamente competitiva.
Otro desafío, que representa el principal problema socioeconómico de España y daña particularmente a nuestro tejido social, es el paro; que afecta a millones de personas de todas las edades −especialmente a los jóvenes−, a tantas familias que apuran su capacidad de amortiguar muchos de sus efectos. Pues es también la Universidad, en estrecha coordinación con las Administraciones y el sector productivo, la institución que debe proporcionar, además de la mejor formación, las competencias pertinentes que faciliten eficazmente el tránsito a un empleo −y que éste sea de la mayor calidad−, para que contribuya de manera efectiva al desarrollo de cada individuo y del conjunto social.
Con este objetivo también es preciso fortalecer la cultura emprendedora y de la innovación, así como establecer los mecanismos más adecuados para transferir conocimientos y tecnología desde los ámbitos científicos y universitarios donde se generan al terreno empresarial donde se aplican con finalidad productiva. Aumentar, en suma, la competitividad.
Sin duda, la formación, la investigación y la transferencia del conocimiento son funciones esenciales de la Universidad que coadyuvan a luchar con éxito contra el paro. Pero la Universidad es mucho más: es una institución y un instrumento esencial de la Educación y para la Educación, con mayúsculas, que es un interés prioritario de la sociedad y un derecho fundamental de los ciudadanos.
Por ello, la Universidad no debe limitarse solo a crear profesionales con elevadas competencias y a generar saberes y conocimientos especializados: Es una herramienta fundamental para ayudar a los jóvenes a saber analizar y debatir; a trabajar en equipo; a contrastar y argumentar; a sostener un espíritu crítico pero constructivo; a formar, en definitiva, personas íntegras, con los más altos valores de ciudadanía y humanidad, profesionales llamados a contribuir al bien común y el interés general con una especial responsabilidad −la que deriva de su alta formación y de su obligado compromiso con el resto de los ciudadanos.
Queridos alumnos, profesores, autoridades,
Termino ya estas palabras con un mensaje dirigido a cada uno de vosotros. A los estudiantes os animo una vez más a aprovechar con la mayor intensidad este periodo de formación que será decisivo en vuestras vidas, no solo en la dimensión profesional sino también en la personal. Mirad el futuro con coraje y con confianza porque, a pesar de las dificultades y obstáculos que encontraréis, sabréis salir adelante. El esfuerzo y responsabilidad principales son vuestros; pero es evidente que las Administraciones, el tejido empresarial, la sociedad en su conjunto deben ayudaros en vuestro legítimo empeño, también porque vuestro interés y éxito son –y serán− el interés y el éxito de todos.
A los profesores os doy las gracias de nuevo por vuestro compromiso con la formación de nuestros jóvenes universitarios y os transmito el mensaje de que todos somos muy conscientes de la dificultad y la importancia de vuestra labor. En vuestras manos está el progreso de muchos ciudadanos y por tanto, el de nuestro país. Una gran responsabilidad a la que sé que hacéis frente con vocación y espíritu de servicio.
A las autoridades os animo a seguir mirando por el bien común en este ámbito tan sensible para el bienestar de los españoles. Buscad siempre las mejores fórmulas de gestión, de programación, de cooperación para hacer que nuestro sistema universitario esté a la altura de lo que demanda nuestra sociedad en cada momento y de lo que aspiramos como país en una Europa necesitada de un impulso joven y capaz, sin complejos y con la visión de un futuro de mayor cohesión y vitalidad.
Y a toda la comunidad universitaria española le expreso la cercanía y el compromiso firme e indeleble de la Corona con la Universidad que, como ya he destacado, es y será siempre una institución clave para el progreso de nuestro país. Gracias por seguir generando cada año, en cada comienzo de curso, Esperanza, ilusión y confianza.
Y ahora, es un gran honor para mí declarar −oficial y formalmente− inaugurado el Curso Universitario 2016-2017.
Muchas gracias.