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Palabras de S.M. el Rey en la VI Asamblea de la Agrupación de Miembros del Instituto Internacional San Telmo

Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla - FIBES II, 11.11.2016

Permitidme que comience directamente por afirmar que este acto de hoy en Sevilla ‒además de darme la alegría de traerme de nuevo a Sevilla‒  pone el foco sobre la importancia y la necesidad de la formación permanente del empresariado y del desarrollo de sus mejores cualidades y capacidades profesionales y directivas. Y lo hace porque para el Instituto Internacional San Telmo, eso representa ‒precisamente‒ lo que, a lo largo de su brillante trayectoria, ha venido haciendo en Andalucía y Extremadura; aunque también ha ido ampliando su iniciativa y actividad hacia el resto de España y en diversos países de varios continentes. La presencia de muchos empresarios de prestigio, formados en San Telmo, en muchas de las principales compañías del mundo es prueba de la excelencia de esta institución y de su certera visión estratégica.

Un orgullo, sin duda, para esta tierra y para nuestro país que, como es bien sabido, cuenta con más escuelas de negocios entre las mejores del mundo. Enhorabuena al Instituto, que cumplirá pronto 35 años, por este aniversario y, sobre todo, por su labor rigurosa y por la calidad que caracteriza siempre su tarea formativa. Y felicidades también a su Agrupación de Miembros que, en esta ocasión, celebra su VI Asamblea y que es prueba de cómo San Telmo, además de reforzar la profesionalidad de quienes pasan por sus aulas, marca un estilo y un sello de pertenencia que se manifiesta con claridad a través de ese compañerismo que mantenéis intensamente a lo largo de los años. Eso es algo muy valioso que, estoy seguro, sabréis cuidar y mantener.

No voy a incidir en los logros concretos de esta institución, porque son de sobra conocidos y porque ya hemos tenido ocasión de escucharlos. Sí quiero, sin embargo, subrayar la importancia que tiene impulsar siempre en las empresas un liderazgo prudente y firme que es lo que contribuye decisivamente a que las compañías sean competitivas y perduren en el tiempo.

Cada día más, las empresas precisan de personas formadas con exigencia y calidad, altos directivos, que sean capaces de rodearse del talento necesario para entender las necesidades de los clientes y consumidores, y para diseñar modelos de negocio competitivos a largo plazo. Modelos de negocio que sirvan al interés final de la sociedad, que generen riqueza y puestos de trabajo para todos; y sean sensibles a los problemas sociales que trascienden la propia empresa.

"...A esto me refiero sobre todo cuando menciono la necesidad de centrarnos en las actitudes: una actitud ética generará la mayor confianza en los clientes y consumidores, así como respeto en los competidores y admiración en la sociedad. El resultado de esta ecuación es una empresa más competitiva que alcanza los legítimos objetivos de sus promotores y sirve al conjunto de la sociedad, como he dicho, generando riqueza y empleo. ..."

Esa formación, tan determinante hoy, no debe ser solo de carácter técnico sino que ha de enfocarse también en las actitudes, con el objeto de que las personas responsables de negocios y de proyectos empresariales puedan tomar las decisiones más acertadas en un mundo cada vez más complejo e incierto. En este escenario, con grandes avances tecnológicos y científicos, surgirán sin duda oportunidades de toda índole que los empresarios mejor formados y adaptados al nuevo entorno podrán aprovechar con éxito y rendimiento. Pero, después de todo, la formación en valores será también esencial. 

A esto me refiero sobre todo cuando menciono la necesidad de centrarnos en las actitudes: una actitud ética generará la mayor confianza en los clientes y consumidores, así como respeto en los competidores y admiración en la sociedad. El resultado de esta ecuación es una empresa más competitiva que alcanza los legítimos objetivos de sus promotores y sirve al conjunto de la sociedad, como he dicho, generando riqueza y empleo.

En esta tarea formativa empresarial “integral”, el Instituto San Telmo y otras instituciones tienen un campo de acción evidente y una responsabilidad que todos les agradecemos hayan sabido asumir con coraje, rigor y, además, por iniciativa propia. De nuevo, felicidades por ello.

En el caso de San Telmo, y en un día como hoy en el que nos congregamos en el corazón de una tierra con un patrimonio agroalimentario tan extraordinario, no quiero dejar de subrayar la labor del Instituto y su especialización en ese sector clave de nuestra economía y tan importante en todo el sur de España. Esta institución, además de generar y actualizar conocimiento en ese ámbito, sabe transmitirlo y proyectarlo hacia otros países y sociedades; y esto es algo que debemos valorar muy positivamente porque divulga y prestigia el saber hacer del sector agroalimentario español en todo el mundo. 

Termino ya mis palabras, con las que inauguro esta VI Asamblea de la Agrupación de Miembros del Instituto San Telmo. Estoy seguro de que este encuentro, que tiene por lema “Ganar el futuro, construir sobre pilares sólidos”, servirá para esto mismo: porque el porvenir más esperanzador se construye siempre desde los cimientos más sólidos, que son los que sin duda aporta la mejor formación.

Muchas gracias.

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