Conocer y sentir esta tierra a través del ejemplo de uno de sus pueblos supone cada año, para la Reina y para mí, una emoción muy profunda. Realmente, el día de la entrega de este Premio es siempre especial por los valores que realza, por su autenticidad y sencillez, por la alegría con que se vive y por el cariño que recibimos durante estas horas con vosotros, que agradecemos de todo corazón.
En esta edición, además, debemos poner de relieve el aniversario de un hecho trascendental de la historia de España que tuvo en esta tierra, en el Concejo de Villaviciosa, su punto de partida. Me refiero a la llegada a España, hace cinco siglos, de quien llegaría a ser Rey de España y Emperador del Sacro Imperio, Carlos I o V, respectivamente. Un hecho que debemos recordar para comprender mejor las profundas raíces de nuestra Nación. Especialmente en estos tiempos que vivimos.
Pero hoy se nos invita a detenernos y a pensar en todo lo que los pueblos suponen. Los pueblos atesoran valores muy necesarios para nuestra sociedad que nunca debemos perder: respeto y conocimiento del medio y defensa del paisaje; un concepto de bienestar que antepone el ser al tener; una seguridad fundada en la familia y en la vecindad; un modo de entender el progreso como sintonía entre tradición y desarrollo sostenible.
Los pueblos evocan una idea de lo auténtico y seguro donde las puertas siempre están abiertas a la hospitalidad, a la acogida alegre y generosa. Son lugares donde muchos conocen y aprenden por vez primera los valores que guían toda una vida. Por ello, los pueblos afirman el alma y embellecen el paisaje de Asturias resaltando la riqueza de su diversidad. Y esto sucede aquí, pero también en toda España.
Para celebrar esa convivencia, esas convicciones y valores, nos hemos reunido en este hermoso lugar, en Poreñu, saludando los principios esenciales de vecindad que mantenéis de forma ejemplar y con los que habéis construido un modelo solidario y próspero. En pocos lugares como en un pueblo pequeño puede percibirse tan claramente el fundamento de la vida y la convivencia en sociedad, la necesidad de compartir, de unirse para realizar un gran proyecto común.
Poreñu es pues, ante todo y sobre todo, comunidad. Una comunidad que hunde sus raíces en lo más temprano de la historia y que hace de la unión vecinal su principal bandera. Tiene una larga e intensa trayectoria: supo de monjes, de campesinos, de caballeros, de marinos, de soldados y de peregrinos. También de los burgueses que establecieron la puebla y le dieron al cabo un nuevo nombre –Villaviciosa– a una comarca fértil y acogedora que el esfuerzo de muchos siglos perfeccionó con cuidadosa tarea hasta convertirla en el atractivo y pujante escenario que admiramos.
Hoy celebramos otra vez el ejemplo de quienes, dignos herederos de esa tradición, habéis sabido mantener e impulsar el legado de vuestros antepasados. Es también un homenaje a los héroes cotidianos que lo fueron haciendo posible en un esfuerzo heredado de padres a hijos, un compromiso que venís honrando de forma ejemplar generación tras generación. Tenemos el deber de conservar viva la memoria del ayer, para estar alerta frente a situaciones nuevas en este mundo que cambia de manera tan acelerada y tantas veces imprevisible.
Abundan aquí algunas de esas estampas magníficas que regala toda Asturias: un paisaje que convoca a menudo a la poesía, otras veces a la sorpresa. Rincones, todos singulares, titulados con nombres que dan fe de escenarios antiguos, a veces milenarios, que vuestro empeño mantiene vivos. Así, sabiendo de esa historia, pasear entre hórreos, prados, árboles y pomaradas resulta un placer para los sentidos, más sugerente aún en un otoño tan bello como el de esta tierra.
"...Poreñu es pues, ante todo y sobre todo, comunidad. Una comunidad que hunde sus raíces en lo más temprano de la historia y que hace de la unión vecinal su principal bandera. Tiene una larga e intensa trayectoria: supo de monjes, de campesinos, de caballeros, de marinos, de soldados y de peregrinos. También de los burgueses que establecieron la puebla y le dieron al cabo un nuevo nombre –Villaviciosa– a una comarca fértil y acogedora que el esfuerzo de muchos siglos perfeccionó con cuidadosa tarea hasta convertirla en el atractivo y pujante escenario que admiramos..."
Invita también a mirar al pasado. Pero es evidente que vuestra mirada a las raíces os ha servido para encarar el futuro con el aval de la experiencia. Y en vuestra comunidad se comprueba que el recuerdo respetuoso no os ha distraído de la necesaria e irrenunciable búsqueda del progreso, sin olvidar al mismo tiempo que los bienes materiales no son suficientes para dar sentido a nuestras vidas.
Así fue cuando, en el pasado, hubo que buscar en otros horizontes lo que la tierra no alcanzaba a dar; y de esa emigración, primero a Ultramar y luego a otros países de Europa, conserva huellas cada casa y aun el pueblo entero. Y así es ahora, en este tiempo nuevo para el campo, el día a día de quienes trabajáis fuera pero ayudáis a mantener la llama del vecindario y la vida en este hermoso pueblo. Y puede decirse lo mismo de vuestra comunidad solidaria: en las tres cofradías que aún mantenéis con fines piadosos.
Admira saber de vuestras sextaferias, tradición en el campo asturiano que une esfuerzos generosos para lograr obras necesarias como aquí la carretera abierta a pico y pala para salir al encuentro de la modernidad, la traída de las aguas, la restauración de la capilla, la limpieza y asfaltado de caminos, y hasta la adaptación de las antiguas escuelas en local para el disfrute de los vecinos. Todo ello es un perfecto ejemplo de saber hacer comunidad y esfuerzo común que ha redundado en una notable mejora de las condiciones de vida de la población.
También os honra el compromiso con la cultura plasmado en vuestra colección etnográfica, que cada año renováis en una semana cultural y en diversos actos, en los que también hay tiempo para celebrar como se merecen los éxitos y expresar la sana alegría que nace de ese optimismo y de la labor cumplida.
Admira igualmente conocer de vuestro compromiso social, de iniciativas solidarias, de colectas generosas y, en fin, de la preocupación y el cuidado por quienes, en otros horizontes, puedan necesitar de lo vuestro, sin importar que compartan o no vuestros apellidos o cualquier otra seña de identidad.
En esa noble labor colectiva tiene un destacado protagonismo la mujer, que merece en Poreñu un reconocimiento singular, y que pueden sentir como suyo cuantas mujeres permanecen en el medio rural realizando siempre una aportación imprescindible.
En definitiva, alentáis, unidos, el esfuerzo para combatir desigualdades, para tener mejores oportunidades, para hacer más justas y esperanzadoras vuestras vidas y las de quienes os sucedan. Sois un claro ejemplo de que las dificultades y las carencias representan también oportunidades para descubrir nuestra fuerza interior.
Así, una vez hecho este breve repaso, solo queda concluir que sois ciudadanos, hombres y mujeres de corazón generoso, leales y valientes, y que, por todo ello, tenéis nuestra admiración y celebramos esta feliz ocasión de conoceros.
En nombre de nuestra hija Leonor, Princesa de Asturias, la Reina y yo os entregamos el Premio al Pueblo Ejemplar. También en su nombre agradecemos al jurado su labor responsable y su buen criterio, para una elección que cada año se empeñan en hacer más difícil tantas candidaturas y tan meritorias como optan al Premio. Animamos a todas ellas a continuar trabajando en la certeza de que, sin duda, en un futuro su ilusión y su buen hacer encontrarán merecido reconocimiento.
Termino ya estas palabras agradeciéndoos con la Reina vuestra cariñosa acogida y deseándoos de todo corazón que tengáis muchos días de éxito y de alegría como el de hoy; que sigáis dando ejemplo unidos y que continuéis mostrando la fuerza de la esperanza, engrandeciendo así a nuestra querida Asturias y, con ella, a toda España.
Muchas gracias.