Gracias. Por vuestra deferencia en cuanto a mi persona y a la institución que encarno. Pero gracias, sobre todo, por poner tanto empeño y esfuerzo en hacer que se conserven y promocionen los principios y valores que muchos sentimos como tan básicos y fundamentales para la sociedad; por luchar para que vuestra justa y digna causa sea la de todos. En ello, como Rey y ante todo como persona, me tendréis siempre a vuestro lado.
Todos, y las víctimas las primeras, desearíamos no estar aquí, no premiar ni ser premiados; desearíamos no tener causa para participar en un acto como el de hoy; aunque esté inspirado por los valores positivos de convivencia, de ética y respeto, de tolerancia, democracia y libertad. Pero la realidad nos lleva, nos trae, nos quita y nos da. Y con esa realidad −con lo que tenemos y con el tiempo que nos quede− podemos escoger qué hacer. Vosotros, con el apoyo de la sociedad y del Estado, lo habéis hecho: memoria, dignidad, ejemplo, enseñanza, convivencia…concordia. Esa es vuestra respuesta a una terrible y dura realidad. Esa es la responsabilidad que todos debemos compartir, con la ley, con la solidaridad y con la esperanza en un futuro sin terrorismo.
Por ello, cualquier acto de gratitud y reconocimiento a las víctimas del terrorismo merece el respeto, la adhesión y el apoyo incondicional de todos, porque las víctimas son ─sois─ el ejemplo y la memoria viva del mayor sacrificio que nuestra sociedad ha hecho por defender la libertad, la democracia, la convivencia y nuestro Estado de Derecho.
Todos debemos entender así esta ceremonia, como un acto de reconocimiento a los que han sufrido. Porque estos Premios, que vuestra Fundación otorga a las personas que, según los criterios que habéis marcado, contribuyen o han contribuido de manera significativa a la mejora del colectivo de víctimas de terrorismo, son en definitiva una muestra más de la propia generosidad de las víctimas, de vuestra generosidad; pues sois vosotras las que de verdad sois acreedoras por siempre de cualquier gesto de gratitud.
Sinceramente, por eso quiero deciros que todo esto me ha hecho pensar muy bien si sumaba para vuestra causa aceptar este galardón. Lo hago tan solo como acicate y reafirmación de un compromiso moral, de acción y representación. Porque no es para mi persona, sino para todos los españoles que rechazan la violencia terrorista y que exigen respeto y atención permanentes para las víctimas y sus familias. Recibo el premio en nombre de los españoles que sentimos una deuda permanente con vosotros. Somos nosotros, en suma, los que estamos agradecidos.
Gracias querida Marimar por tus entrañables palabras. Ya lo has dicho todo tú, pero me correspondía a mí poner de relieve vuestra grandeza que sigue manifestándose y creciendo siempre en vuestros gestos ─como el que estas mismas distinciones representan─. Gestos que tenéis y que dedicáis incluso a pesar de haber conocido el mayor dolor y sufrimiento, que sabéis llevar con coraje y con dignidad con el recuerdo presente en todo momento de las personas más queridas que os fueron arrebatadas por los terroristas, por la acción criminal y cobarde de unos asesinos carentes de valor, de principios y de humanidad, cargados de odio y de desprecio al sagrado valor de la vida humana y enemigos de la convivencia pacífica y democrática en libertad y en justicia.
"...quiero deciros que todo esto me ha hecho pensar muy bien si sumaba para vuestra causa aceptar este galardón. Lo hago tan solo como acicate y reafirmación de un compromiso moral, de acción y representación. Porque no es para mi persona, sino para todos los españoles que rechazan la violencia terrorista y que exigen respeto y atención permanentes para las víctimas y sus familias. Recibo el premio en nombre de los españoles que sentimos una deuda permanente con vosotros. Somos nosotros, en suma, los que estamos agradecidos..."
Sé que estas palabras son compartidas igualmente por los otros galardonados, a quienes felicito y con quienes tengo el honor de estar hoy aquí. Enhorabuena a los alumnos del colegio Joyfe por el premio “Una ciudad sin violencia”, y a los Servicios Informativos de RTVE por el premio “Fernando Delgado de Periodismo”. No dejéis nunca de dar el mejor ejemplo en el apoyo a las víctimas, ese que es propio de vuestra naturaleza: la de darles altavoz, la de proyectar su imagen y difundir su historia como se merecen.
También quiero decir que tengo muy presente y con el mayor orgullo el nombre de este galardón que me habéis concedido ─el Premio “Derechos Humanos Adolfo Suárez─. El Presidente Suárez siempre quedará en la memoria de nuestro país por su labor histórica a favor de nuestra democracia y nuestras libertades.
Tuve la suerte de conocerlo, de estar presente y ser testigo de muchos momentos muy especiales; también de conversar con él en ocasiones posteriores sobre todo aquello que vivió nuestra entonces joven democracia. Y tuve el privilegio de sentir cerca su patriotismo, su pasión por la política y su carisma y simpatía personales.
En el año 1996 le fue concedido el Premio Príncipe ─hoy Princesa─ de Asturias de la Concordia, efectivamente “por su personal contribución a la concordia democrática de los españoles que se proyecta como ejemplo en el ámbito internacional”. Recordó entonces la transición española como la gran obra colectiva de los españoles al afirmar: “Creo que se premia en mí la obra realizada por todo un pueblo: en definitiva, la forma y el talante con que se llevó a cabo la transición española a la democracia”.
Permitidme recordar también las palabras con las que él terminó su discurso de aquel día: “En el futuro yo creo que España podrá superar cuantas dificultades se le planteen y realizar su decisiva aportación a la concordia de las naciones. Y para ello creo que los españoles puede que sólo tengamos que hacer una cosa: cultivar, día a día, allí donde nos encontremos, la buena semilla de la concordia.”
Pues la labor que realizáis las víctimas del terrorismo, así como el justo y necesario reconocimiento y atención que recibís de la sociedad son, sin ninguna duda, maneras o ejemplos de cómo cultivar esa buena semilla.
Al terminar ya mis palabras tan sólo quiero reiterar ─como persona, como español y como Rey─ mi apoyo permanente a las víctimas del terrorismo, a su memoria y a su dignidad. Su dolor ha sido siempre el dolor de la Corona, el dolor de toda España.
Muchas gracias.