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Palabras de Su Majestad el Rey en la Universidad de Salamanca con ocasión de la Visita de Estado del Presidente de la República Portuguesa

Salamanca, 4.18.2018

Recibimos estos días en España, con enorme afecto y amistad, al Presidente Marcelo Rebelo de Sousa en su visita de Estado. Y hoy, especialmente, nos alegra su expreso deseo de venir a Salamanca, a Castilla y León, una Comunidad que vive con tanta intensidad como optimismo su estrecha relación con nuestra hermana Portugal.

Nos honra y nos alegra que, además lo haga para unirse también a la conmemoración del Octavo Centenario de esta Universidad y el trigésimo de su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad. Es muy oportuno, por tanto –y se lo agradecemos−, que la culminación de esta visita de Estado nos permita ensalzar los lazos que unen a la Universidad de Salamanca, a esta ciudad y a Castilla y León con Portugal.

Este acto nos permite, asimismo, renovar el vínculo de hermandad entre la Universidad de Salamanca y la Universidad de Coímbra, aquí representada por su Rector Magnífico. La universidad salmantina, fundada por Alfonso IX de León, ha mantenido una larga y sostenida historia de relaciones con la sociedad y la cultura portuguesas, al punto de que la propia universidad conimbricense, a instancias del Rey portugués João III, adoptó el modelo de estatutos de su hermana de Salamanca.

Desde tiempos medievales y hasta el siglo XVIII, fueron muchos miles los estudiantes lusitanos que frecuentaron estas aulas, y se ha comprobado que hubo momentos en los que hasta un tercio de los universitarios del Reino de Portugal cursaron estudios en esta Universidad, llegando a representar nada menos que un quince por ciento de los estudiantes salmantinos. Hombres de gobierno, altos eclesiásticos, miembros de la magistratura y médicos de renombre portugueses se formaron en la ciudad del Tormes. Insignes profesores de origen portugués dieron clase en estas aulas y numerosos graduados de Salamanca fueron profesores de la Universidad de Coímbra.

Fue el tiempo, igualmente, de una verdadera “comunidad inter-literaria luso-castellana”, que siglos después encontrará su reflejo en Miguel de Unamuno, rector de esta Universidad y gran conocedor de la sociedad y de la literatura portuguesas (como bien pudimos comprobar ayer en la magnífica exposición sobre Fernando Pessoa en el Museo Reina Sofía de Madrid). Y en la actualidad, esta institución continúa trabajando para fortalecer las relaciones culturales, académicas y educativas hispano-portuguesas, como lo ha demostrado la gran labor del profesor Ángel Marcos de Dios, aquí presente.

Tras referirme a los estrechos vínculos de esta Universidad con la cultura lusitana, quiero recordar brevemente los frutos de sus maestros más egregios, especialmente los profesores que conformaron la Escuela de Salamanca, como Francisco de Vitoria, Domingo de Soto o Francisco Suárez. Pues fue aquí, en estas mismas aulas, donde fueron elaboradas algunas de las primeras y más elevadas reflexiones sobre el Nuevo Mundo y sobre el nacimiento de una nueva Era.

Aquellas reflexiones fueron posibles en el contexto de la extraordinaria apertura de nuestras dos naciones; y, gracias a los exploradores y pensadores ibéricos, Europa tomó conciencia de su lugar en el mundo al tiempo el mundo se hizo, por vez primera, uno. Aquel fue uno de esos momentos auténticamente fundacionales en la historia de la Humanidad y nuestras naciones lo hicieron posible. Este es el inmenso legado que nosotros, españoles y portugueses, tenemos la responsabilidad de preservar y proyectar hacia el futuro.

"...Cada vez, nos relacionamos más en casi todos los campos, en el económico, científico, cultural o educativo..., incluso en el deportivo. Esta misma mañana, hemos tenido ocasión de explorar nuevas iniciativas de entendimiento entre nuestras jóvenes empresas innovadoras y hemos de hacer lo propio en el campo de las nuevas tecnologías, de la robótica y de la inteligencia artificial al espacio cibernético..."

De hecho, ya hemos comenzado a conmemorar el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, que supuso un hito fundamental en la primera globalización del planeta. Una expedición que, bajo los auspicios de la Corona, del recién llegado a España Carlos I, fue iniciada bajo el mando del portugués Fernando de Magallanes y que, tras su muerte y la pérdida de una gran parte de sus barcos y hombres, culminó el español, Juan Sebastián Elcano al mando de la Nao Victoria.

Así pues, como hemos señalado en tantas ocasiones, es mucho lo que españoles y portugueses hemos aportado a la historia de la Humanidad. Y hoy, desde nuestras respectivas identidades, compartiendo un mismo espacio geográfico ─la Península Ibérica─ y en nuestra común pertenencia a la Unión Europea, formamos parte de un mismo ámbito de valores y seguimos aportando, en lo posible, beneficio e impulso al desarrollo de una Humanidad más pacífica y cohesionada.

Cada vez, nos relacionamos más en casi todos los campos, en el económico, científico, cultural o educativo..., incluso en el deportivo. Esta misma mañana, hemos tenido ocasión de explorar nuevas iniciativas de entendimiento entre nuestras jóvenes empresas innovadoras y hemos de hacer lo propio en el campo de las nuevas tecnologías, de la robótica y de la inteligencia artificial al espacio cibernético. Nuestra concertación en el seno de las instituciones europeas y en las organizaciones internacionales es, asimismo, estrecha. España reconoce y celebra los logros que muchas personalidades portuguesas están alcanzando en ellas, comenzando por el Sec. Gen. de las NNUU, Antonio Guterres.

En este espíritu de creciente y mutua interdependencia, podemos ampliar aún más nuestra cooperación en la creación artística y en todos los dominios de la cultura. A finales del siglo XIX y a principios del XX, hubo varias generaciones de autores portugueses y españoles que permanecían en constante diálogo sobre lo que significa ser portugués y español y sobre el lugar de nuestra común matriz ibérica en el devenir de los pueblos de Europa y del mundo. Nombres como Oliveira Martins y el propio Pessoa o, por parte española, Unamuno y Ortega y Gasset, conformaron un verdadero tapiz ibérico urdido con la palabra, la pluma y el pincel. Hoy, nuestros creadores y pensadores, como el resto de nuestras sociedades, reafirman la solidez de sus lazos.

Hemos de animar a nuestras respectivas instituciones e industrias culturales a que perseveren en impulsar y difundir nuevos proyectos de intercambio y de colaboración universitarios, editoriales, audiovisuales, museísticos y en otros dominios entre creadores de nuestros dos países; o trasladando sus propuestas, como ya estamos haciendo, a nuestra más amplia Comunidad Iberoamericana. Una Comunidad de Naciones que comparte las lenguas de Cervantes y de Camoens, el español y el portugués, dos idiomas intercomprensibles que conforman un amplio espacio intercontinental hispanohablante y lusófono.

La próxima Cumbre Iberoamericana, que tendrá lugar en Antigua, Guatemala, en el mes de noviembre, será otra ocasión propicia para impulsar nuestra cooperación cultural. Y al hacerlo, haremos bien en no olvidar el papel que autores americanos como Rubén Darío u Octavio Paz tuvieron como vasos comunicantes entre las letras españolas y portuguesas. Hemos de potenciar el conocimiento de estos vínculos como muestras del diálogo siempre abierto entre nuestras sociedades y con las naciones iberoamericanas al otro lado del Atlántico.

Portugal e Espanha são, pois, Nações ibéricas, europeias e ibero-americanas. Renunciamos ao nosso ser quando nos fechamos e ficamos de costas voltadas; e somos fiéis a nós próprios quando, como hoje, nos abrimos ao mundo e, a partir das nossas identidades, nos sabemos reconhecer na nossa vocação universal.

Sobre todo −y termino evocando a Fernando Pessoa−, somos útiles al mundo cuando, desde nuestras respectivas identidades, actuamos en un mismo sentido. El gran poeta estaría orgulloso de saber que ya es así y que estamos firmemente comprometidos en ello.

Muchas gracias. Muito obrigado.

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