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Palabras S.M. la Reina en la Ceremonia del “Día Mundial de la Alimentación”

Sede de FAO. Roma, 10.16.2018

Buenos días. Agradezco primero al director general, querido Graziano, su invitación para participar en este Día Mundial de la Alimentación. Y gracias a todos por su presencia.

Como Embajadora Especial para la Nutrición de la FAO, querría compartir sólo tres mensajes:

"...Nunca antes se ha dado tanta importancia a la nutrición. Aprovechemos el impulso de la FAO, también de la OMS, con el Decenio de Naciones Unidas sobre Nutrición. Consigamos que el sector privado se comprometa más. Que la educación integral para la salud forme parte de los currículos en las escuelas. Que el consumidor refuerce su papel y sepa lo que compra y lo que ingiere..."

Primero, es ya evidente que la alimentación es un desafío de salud global según todos los indicadores que manejan las agencias de Naciones Unidas involucradas (FAO y OMS). Para ello, no basta sólo con tomar medidas aisladas. En palabras de Graziano da Silva, hay que actuar sobre el sistema mundial alimentario. Es una tarea titánica, sí, que compete a todos y alcanza a todos los niveles y ámbitos de la comunidad humana que formamos y que convivimos en este planeta. No es cuestión ya de países desarrollados o en desarrollo. Debe ser un compromiso de todos.

Segundo, conocen estas cifras de memoria: 821 millones de hambrientos y 2.600 millones de personas con sobrepeso y obesidad. Y, en medio de estos números abrumadores, otra realidad: existe un “hambre oculta”, una carencia de micronutrientes que supone, a la larga, la perpetuación de la enfermedad nutricional.
En lo que se refiere a la ayuda humanitaria alimenticia, y con el objetivo de Hambre Cero, se hacen muchos esfuerzos que, desde luego, salvan vidas. Pero se deben hacer aún más para que esa ayuda, que mitiga momentáneamente el hambre y, repito, salva vidas, sea de verdad eficaz. Esta ayuda humanitaria debe tener en cuenta que nutrir es algo más que alimentar y que las calorías no deberían estar vacías de nutrientes. Es cierto que hay grandes obstáculos, porque los alimentos frescos son caros e inaccesibles para la gran mayoría y su transporte es un problema. La mejora en la distribución alimentaria pasa también por replantearnos cómo recuperar gran parte de los alimentos desperdiciados en los países más industrializados. Y nombro, sin profundizar, un elemento esencial que afecta al sistema alimentario global: la variabilidad climática extrema que, a veces, tiene su origen en la intervención, a menudo irresponsable, de los seres humanos en los ecosistemas del planeta.

Tercer y último mensaje, nunca antes se ha dado tanta importancia a la nutrición. Aprovechemos el impulso de la FAO, también de la OMS, con el Decenio de Naciones Unidas sobre Nutrición. Consigamos que el sector privado se comprometa más. Que la educación integral para la salud forme parte de los currículos en las escuelas. Que el consumidor refuerce su papel y sepa lo que compra y lo que ingiere.

Las predicciones de Naciones Unidas sobre el estado de nuestra salud son preocupantes. Cada acción, cuenta. Cada intervención, es importante. Cada profesor que enseña a sus alumnos a respetar el entorno. Cada madre que hace el esfuerzo de conseguir alimentos nutritivos y frescos para su familia. Tenemos la oportunidad de mejorar la vida de millones de personas.

Muchas gracias.

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