Nos encontramos hoy en el Palacio Real en una fecha que marca, desde hace 7 años, el inicio de este reinado con mi proclamación ante las Cortes Generales.
Un día que siempre tengo presente por su trascendencia para nuestra Monarquía Parlamentaria, para nuestra Democracia y, en definitiva, para España. Por supuesto, por su importancia para la Corona y para mí como Rey, como Jefe del Estado y primer servidor de todos los españoles.
Pero mi propósito y mi deseo es reconocer con esta ceremonia los méritos de ciudadanos, de hombres y mujeres ejemplares de todo nuestro país, y así dar continuidad a una tradición que inicié en 2015.
Hoy es, por tanto, un día muy especial para vosotros. Como lo es también para mí. Un día lleno de emoción y recuerdo; de gratitud y de orgullo; y también de esperanza.
Este acto de reconocimiento tiene lugar cuando en España y en gran parte del mundo seguimos afrontando las consecuencias de una crisis sanitaria sin precedentes en la historia reciente. No podemos olvidar que nuestro país ha sufrido momentos muy duros desde el inicio de la pandemia de la Covid-19; miles de nuestros ciudadanos han fallecido o han padecido gravemente esta enfermedad; y otros muchos han dado también muestra de una gran solidaridad y generosidad hasta el extremo, en muchos casos, de llegar a perder la vida por ese compromiso con los demás.
Son todas estas personas —en particular quienes, tristemente, nos han dejado en estas circunstancias— las que merecen hoy un recuerdo muy especial junto a otros compatriotas y ciudadanos que, en el cumplimiento de su deber en tantos ámbitos, han hecho igualmente el mayor sacrificio por nuestra sociedad y por nuestro país.
Y este es el sentido que queremos dar a esta fecha: un día para el reconocimiento y la gratitud a las personas que, con su trabajo diario, su esfuerzo y su dedicación, casi siempre en silencio y sin protagonismos, sirven ejemplarmente a la sociedad de la que forman parte. Personas que hacen suyo el significado profundo de ser ciudadano en un Estado democrático; y que lo hacen con el mismo espíritu y compromiso que tantos otros millones de personas en todo nuestro país.
Queridos condecorados
Acabáis de recibir la Orden del Mérito Civil, que reconoce los servicios extraordinarios realizados en beneficio de nuestra sociedad, de nuestra convivencia y de los intereses generales.
Habéis venido de todos los rincones de España; trabajáis en muy diferentes sectores de actividad; representáis a todas las generaciones. Sois, en definitiva, hombres y mujeres que, tras esa diversidad, nos habéis demostrado lo mucho que tenemos en común.
Habéis actuado como os han dictado vuestras conciencias, anteponiendo el bien común al interés propio, demostrando en muchas ocasiones valor y un gran coraje, y sin esperar nada a cambio más que la satisfacción personal por el deber cumplido.
Cada uno de vosotros representa a otros muchos como vosotros; representa a una mayoría social, a numerosas personas que, con su comportamiento honesto, sus acciones cotidianas, construyen cada día el presente y el futuro de nuestro país y demuestran un compromiso real con el resto de los ciudadanos. No cabe imaginar mayor compromiso. Nuestro respeto y nuestra admiración −los de toda la sociedad española− los tendréis siempre.
Al entregaros esta prestigiosa condecoración, os expresamos nuestra profunda gratitud con la mayor solemnidad, como sociedad consciente del valor del ejemplo y sensible a la justicia del merecido reconocimiento. El principio de solidaridad está aquí muy presente entre nosotros. Un principio con raíces profundas en el pueblo español que nos invita a celebrar, en un día como este, todo lo que somos, todo lo que compartimos.
Con un acto como el de hoy queremos proyectar hacia la sociedad, no solo los más altos principios cívicos y éticos sino, también, actitudes y comportamientos llenos de humanidad y de fraternidad que forjan el espíritu de un país. Conductas que son fundamentales para el desarrollo de cada persona y la afirmación de su dignidad. Y que son esenciales para la integración y la participación de los ciudadanos en el seno de nuestras sociedades, fortaleciendo y enriqueciendo un modelo de convivencia que dé cabida y protagonismo a todos sus miembros.
Señoras y señores
"...Vuestro ejemplo nos une, nos emociona y nos enorgullece; sois un espejo en el que todos debemos mirarnos; desde luego el Rey. Y seguir construyendo una España con vuestro ejemplo, con el ejemplo de una sociedad fuerte y serena, cívica y solidaria, es un compromiso y un proyecto que debe unirnos a todos. ..."
Estos últimos años de nuestra historia no han sido fáciles para nadie. Hemos vivido y tenido que afrontar problemas de muy diversa naturaleza y de gran complejidad.
Hoy todo indica que afortunadamente estamos, paso a paso, dejando atrás la pandemia; que nos estamos recuperando poco a poco de ella; siempre con cuidado, con prudencia. Una pandemia que ha golpeado duramente nuestra salud y muy seriamente a nuestra economía; que nos ha hecho vivir situaciones inimaginables; que ha afectado a derechos y libertades; que ha hecho mella en nuestro estado de ánimo, individual y colectivo, en el que han convivido sentimientos de preocupación, miedo o de incertidumbre sobre el futuro, junto a un fuerte espíritu y capacidad de adaptación y superación.
Una pandemia de la que hemos aprendido a valorar lo esencial de la vida, lo que más importa; que nos ha enseñado cuánto dependemos y cuanto nos necesitamos los unos a los otros; que nos está señalando lo importante que es ayudar a los demás, lo importante que es sentirse acompañado; que nos ha demostrado que siempre avanzaremos más lejos, más seguros, más fuertes si vamos juntos, si sumamos todos fortaleciendo de esa manera nuestra cohesión como país.
La pandemia también nos ha enseñado que España va a necesitar el esfuerzo, la ayuda, la colaboración y el compromiso de todos para salir adelante y para hacer frente al mundo cada vez más global e interdependiente en el que vivimos.
Son, por ello, tiempos que demandan una gran responsabilidad, sentido del deber y una firme voluntad de servicio a la comunidad, en bien del interés nacional y en todos los ámbitos de nuestra vida colectiva.
Son tiempos también para tener muy presente lo importante que es todo lo que nos une: lo que potencia y refuerza nuestra cohesión y fundamenta nuestra convivencia.
Nos unen los valores cívicos y humanos que hoy aquí reconocemos: el respeto a las personas y a las ideas de los demás, la tolerancia, la solidaridad, el sentido de la comunidad, que son expresión de la fortaleza de una sociedad integrada y madura.
Nos unen nuestros valores democráticos. España, como Estado social y democrático de Derecho, es el reflejo mismo de la voluntad y el deseo de sus ciudadanos que, en las últimas décadas, vienen reafirmando su invariable compromiso con la democracia y con la libertad.
Esos valores democráticos, que nuestra Constitución consagra, nos guían como sociedad avanzada. Y son la mejor garantía contra la imposición, la exclusión o el enfrentamiento.
Nos une nuestra historia que ha contribuido decisivamente a configurar el mundo de nuestros días y que da sentido a nuestra vocación universal. Una historia con un patrimonio extraordinario que nos enriquece y que nos define como pueblo. Desde la literatura a la pintura, la exploración y la ciencia, pasando por la música o la arquitectura, a otros muchos y muy diversos ámbitos, la huella de España es indeleble.
Nos une una realidad que, a pesar de las dificultades económicas y sociales actuales, sitúa a España entre los países con mayor desarrollo. Y este es el fruto de la decisión y el buen hacer de generaciones de españoles, con el ánimo de lograr un Estado del bienestar que alcance al mayor número de ciudadanos en todas sus necesidades. Hoy somos el resultado de ese esfuerzo. Ha valido la pena; y por supuesto valdrá la pena garantizarlo para las generaciones venideras.
Y nos unen los afectos. Durante siglos hemos compartido éxitos y fracasos, anhelos y proyectos. Juntos hemos abordado los desafíos de nuestra historia y entre nosotros se han construido un inmenso espacio de sentimientos compartidos, respetando nuestras diferencias y nuestra pluralidad.
Queridos condecorados,
El ejemplo que tantos ciudadanos habéis dado durante los últimos meses, ayudando a fortalecer de este modo la sociedad que somos, una Democracia plena entre las más avanzadas del mundo, es hoy un motivo para la esperanza.
Y esta es también la lección, el mensaje, de este acto.
Porque si un país es el reflejo de los valores y los logros de sus ciudadanos, el futuro de España se construye justamente con la visión, la voluntad, el esfuerzo y la determinación de todas las personas que la integran. Vuestro ejemplo nos une, nos emociona y nos enorgullece; sois un espejo en el que todos debemos mirarnos; desde luego el Rey. Y seguir construyendo una España con vuestro ejemplo, con el ejemplo de una sociedad fuerte y serena, cívica y solidaria, es un compromiso y un proyecto que debe unirnos a todos.
Es también mi compromiso personal que, en un día como hoy, quiero renovar con la misma ilusión, la misma energía y la misma determinación; con el mismo sentido del deber y vocación de servir a España y a todos los españoles que ha inspirado toda mi vida y especialmente desde aquel 19 de junio de 2014.
Muchas gracias.