Es una alegría siempre venir ─o volver─ a Navarra, a Pamplona, de las que siempre guardo recuerdos tan vivos, tan buenos y especiales. En esta ocasión tengo el honor, un año más, ─que también es un placer─ de inaugurar el Congreso Nacional de la Empresa Familiar, que para esta edición recala en esta tierra de tanta historia y tradición y que ha dado siempre muestras de gran empuje y dinamismo empresarial.
Este es un encuentro que a lo largo de los años ─y con el éxito de sus ediciones anteriores─ ha ido consolidándose como uno de los foros empresariales más relevantes. Es siempre una magnífica oportunidad para ─desde vuestra perspectiva y junto a los ponentes de altísimo nivel─ analizar y tomar el pulso a la situación económica, para compartir valiosas experiencias y para anticipar las tendencias en los distintos sectores de actividad que representáis.
Este año, afortunadamente, podemos reunirnos de forma presencial y, de este modo y tras meses muy difíciles, encontrarnos en este Palacio de Congresos y Auditorio con muchas personas a las que apreciamos.
La Comunidad Foral de Navarra, de es una tierra próspera en España y en el conjunto de Europa. Son muchas las razones de ello. Además de un valioso patrimonio cultural y medioambiental, cuenta con una tradición empresarial muy relevante y con una presencia importante de empresas familiares que representa a su vez el 63% del empleo privado.
Este año, el lema que habéis elegido es “Trabajamos por una sociedad mejor”; lo que sin duda expresa dos principios fundamentales para el desarrollo de cualquier país: trabajar y mejorar. Hacer las cosas de manera que se reflejen en la cuenta de resultados y que, al mismo tiempo, trasciendan en una transformación positiva de la sociedad. Esto es algo que las empresas familiares habéis interiorizado siempre. Como es bien sabido, sois una parte fundamental del tejido productivo y del empleo en España y, además, sois también un elemento de integración y participación social clave para una sociedad equilibrada y próspera.
La pandemia de la Covid-19, con todo el dolor que ha provocado y que aún sigue causando, no lo olvidemos, está exigiendo lo mejor de todos —de las personas, de las empresas, de las instituciones y de la sociedad en su conjunto. Y desde vuestras organizaciones habéis trabajado intensamente como palancas imprescindibles para afrontar la recuperación económica. Podéis sentiros, sin duda, muy orgullosos, pero también tenéis que sentiros orgullosos por lo hecho durante la pandemia, sin duda, como decía el presidente del IEF. Marc Puig, el año pasado, el año y medio pasado, distéis la cara, no solo hicisteis un esfuerzo para lanzar, como empresas, como instituciones, sino que también compartiendo con la sociedad un reto sin duda históricamente no visto antes.
"...Allí donde hay empresas familiares comprometidas, hay futuro. Hagamos entre todos un futuro mejor; y hagámoslo con valores y con la convicción de que la sostenibilidad ─medioambiental, económica y social─ es fundamental para pasar el testigo a las próximas generaciones en las mejores condiciones posibles..."
Sin duda, la capacidad y la voluntad de las empresas se multiplica cuando van acompañadas de un entorno que facilita la asunción de riesgos, la inversión, la innovación, la formación, la contratación de nuevas personas y la internacionalización. En este sentido, es preciso poner siempre de relieve la gran importancia de la colaboración público-privada con el fin de que la Administración y el sector privado puedan abordar conjuntamente y con mayor eficacia los retos y las situaciones difíciles que afrontamos como sociedad. Un claro ejemplo de ello son también los fondos Next Generation de la UE.
Señores y señoras,
Llevamos ya tiempo ─años─ hablando de acción social, de capitalismo humanista, de prosperidad compartida… Incluso, seguramente, mucho más desde que comenzó la pandemia. Pero sabemos que estos conceptos no son nuevos para las empresas familiares, pues forman parte de vuestra manera de entender las relaciones con el entorno y vuestra vinculación con las personas.
Las empresas familiares os distinguís por dos características que os hacen especiales. Por una parte, como empresas, sois gestoras, y desde vuestra experiencia contribuís a llevar a cabo proyectos y desarrollar ideas de forma eficiente y eficaz. Por otra parte, el hecho de estar lideradas por familias, confiere a vuestras firmas un componente personal y emocional que, en muchas ocasiones, facilita la labor de transformación social.
En efecto, este tejido productivo se articula como una infraestructura económica y social que aglutina a trabajadores, proveedores, clientes, accionistas… todos ellos con fuertes vínculos y una elevada interdependencia que facilita la construcción de mejores sociedades.
Los cambios y las transformaciones siempre requieren esfuerzo, determinación, generosidad, capacidad de escuchar, de identificar los problemas y de saber afrontarlos. Las empresas familiares reunís estas cualidades, y esto explica en gran medida que muchas de las compañías representadas hoy aquí seáis líderes en vuestros respetivos sectores.
Necesitamos que este liderazgo empresarial vaya siempre acompañado de un compromiso social. Y este Congreso es también un claro ejemplo de ello, porque es una señal clara de la dirección hacia la que se dirigen las empresas familiares. En ella, la sostenibilidad es ─en su sentido más amplio─, sin duda, uno de los grandes retos de nuestro mundo.
Ayer mismo los representantes de los empresarios familiares firmasteis una declaración institucional en la que reiteráis vuestro propósito de seguir trabajando por un cambio en las relaciones económicas y sociales que reconozca en la sostenibilidad la piedra angular sobre la que construir una sociedad mejor. De esta forma, el compromiso con el medio ambiente ─sobre la base de un mayor conocimiento y comprensión de los impactos a corto y largo plazo─ se constituye en un eje estratégico fundamentado en principios como el respeto, la prudencia y la voluntad de mejora.
Allí donde hay empresas familiares comprometidas, hay futuro. Hagamos entre todos un futuro mejor; y hagámoslo con valores y con la convicción de que la sostenibilidad ─medioambiental, económica y social─ es fundamental para pasar el testigo a las próximas generaciones en las mejores condiciones posibles.
Espero y deseo que este Congreso contribuya a reforzar vuestras capacidades particulares y de colaboración, a realzar vuestra labor y a reconocer que las empresas familiares sois una referencia, cada día más relevante, en un mundo que sigue creciendo y que necesita hacerlo de forma respetuosa.
Muchas gracias.