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Palabras de Su Majestad el Rey en el acto de celebración del XXX aniversario de las Cumbres Iberoamericanas

Casa América. Madrid, 11.15.2021

Es para mí un honor clausurar, junto al Presidente de la República Portuguesa, Excmo. Sr. Marcelo Rebelo de Sousa, este Diálogo de Jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos con el que se ha querido poner de relieve el XXX Aniversario de las Cumbres Iberoamericanas.

Hace 30 años en Guadalajara, México, iniciamos un proyecto largamente anhelado por muchos en ambas orillas del Atlántico.
Efectivamente, en 1854 un grupo de jóvenes, entre ellos un diplomático mexicano, un ingeniero español y un escritor colombiano se reunieron para crear lo que se denominaría la Liga Iberoamericana. Años más tarde, en 1885, un grupo de intelectuales, diplomáticos y empresarios de nuestros países fundaron la Unión Iberoamericana.

A pesar de que esta y otras iniciativas similares no perduraron en el tiempo, sí quedó la firme convicción de que somos naciones y pueblos afines, que compartimos profundos y estrechos vínculos históricos, culturales, lingüísticos y humanos. Nos une un sentido de pertenencia y de consideración mutua, un gran afecto, y el respeto y reconocimiento de la diversidad dentro de esta identidad que nos vincula tan estrechamente. Estos lazos que nos unen a través de los siglos nos impulsan a construir un futuro común y compartido, sobre la base de saber que nos es fácil comprendernos, identificar nuestras semejanzas, establecer complicidades y encontrar un fructífero terreno común de intereses y de posibles actuaciones en el ámbito internacional.

Sin embargo, no fue hasta 1991, con la celebración de la Iª Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Guadalajara el 18 y el 19 de julio de ese año, cuando se creó la Conferencia Iberoamericana como máxima expresión político-diplomática multilateral de la Comunidad Iberoamericana de Naciones. Se convocó entonces a nuestros países bajo tres criterios fundacionales: ser Estados de América y Europa, de lengua española o portuguesa, y con voluntad de actuar por consenso para promover un dialogo abierto con respeto a la diversidad.

Esa 1ª Cumbre supuso la materialización de una gran aspiración compartida no solo por nuestros máximos mandatarios, sino por nuestras sociedades civiles, nuestras ciudades y municipios, nuestros empresarios, académicos, científicos e investigadores, nuestros artistas y universitarios y, en definitiva, por todos nuestros ciudadanos.

Todos estos actores han convertido a nuestra Comunidad Iberoamericana en un proyecto común, que se ha ido materializando de manera progresiva durante los últimos 30 años con unos resultados tangibles muy significativos.

A 30 años de nuestra primera reunión en México, cabe afirmar que las Cumbres Iberoamericanas han sido sin duda una iniciativa de indudable éxito. Así lo demuestran su continuidad e intensa actividad a lo largo de este periodo, lleno de desafíos y de complejos cambios en nuestra Región y en la escena internacional.

También lo demuestra la propia organización de un total de 27 Cumbres, así como los logros concretos obtenidos, que han mejorado la vida, la salud y el bienestar de nuestras poblaciones; y que han impulsado el intercambio y la promoción colectiva en nuestra gran fortaleza y diversidad cultural como valioso patrimonio y como industria productiva de enorme potencial.

Señoras y señores,
Las tres Cumbres consideradas fundacionales, celebradas en Guadalajara, Madrid y Salvador de Bahía, permitieron que este foro arraigara sólidamente como un espacio privilegiado de diálogo político, concertación y cooperación entre sus Estados miembros, regido por el principio del consenso. En esta fase inicial, creamos un novedoso sistema iberoamericano en el que la Cooperación Iberoamericana y sus diversos proyectos e iniciativas constituyeron desde 1995 un pilar central de su vertebración.

A partir de 2003, con la decisión tomada en la Cumbre de Santa Cruz de la Sierra, iniciamos una fase de institucionalización mediante la creación de la Secretaria General Iberoamericana, proceso impulsado especialmente a partir de la Cumbre de Salamanca de 2005. En este periodo se produjo la progresiva constitución de los tres Espacios iberoamericanos: del Conocimiento y Cultura, de la Cohesión Social y de la Cooperación Iberoamericana. Establecimos un diálogo regular con la sociedad civil, los gobiernos locales y los empresarios, se impulsó la movilidad del talento iberoamericano, y profundizamos en nuestros debates sobre los grandes temas internacionales o globales y de especial importancia para nuestros ciudadanos.

Unos años más tarde, en 2014 en Veracruz, lanzamos una fase de revitalización del sistema iberoamericano, desarrollando desde entonces numerosas reflexiones y propuestas presentadas en la Cumbre de Cádiz de 2012. En La Antigua, en 2018, incorporamos a nuestros debates los principales elementos de la Agenda 2030 y de los ODS de las NNUU. Con ello hemos dotado a nuestros trabajos de mayor trascendencia política, efectividad social, impacto internacional y continuidad.

Y en la Cumbre de Andorra, celebrada el pasado mes de abril, se ha reforzado este proceso. Como afirmé entonces “tal vez sea éste el periodo de tiempo en que nuestros países han colaborado de la forma más estrecha, intensa y cotidiana” y “Esta cooperación reforzada es lo que significa, y debe representar, la Comunidad Iberoamericana”. Efectivamente, en Andorra nuestros países se expresaron unidos y con una sola voz con ocasión de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de la Covid-19 y sus consecuencias económicas y sociales, adoptando además una serie de decisiones comunes al respecto.

La consecuencia de este proceso es que actualmente, y empleando una expresión de la anterior Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, estamos en una etapa de “densificación” del tejido del sistema iberoamericano que abre el camino a una siguiente fase, la de la futura constitución de una Comunidad Iberoamericana institucionalizada.

Así, lo que nació hace 30 años en Guadalajara ha ido evolucionando y consolidándose como una Comunidad de Naciones que representa una vibrante realidad que nos reúne a todos.

"...debemos, ante todo, aprovechar esta celebración para manifestar nuestro orgullo de ser iberoamericanos y nuestro compromiso de avanzar juntos cada vez más, compartiendo el camino, hacia un futuro que de tantas maneras será común. Con ello estaremos dando cumplimiento a lo que acordamos en la Declaración de Guadalajara al expresar nuestra “voluntad de contribuir unidos a un futuro común de paz, mayor bienestar e igualdad social”..."

Señoras y señores,
Como se ha señalado en numerosas ocasiones, nuestras Cumbres y el sistema iberoamericano se han caracterizado por su carácter pragmático, por el consenso, por el servicio a los ciudadanos y por sus logros y resultados, sobre todo en favor de los más vulnerables. Por encima de diferencias hemos logrado mantener, en este espacio y en este sistema, la continua participación y utilidad de nuestros encuentros para todos sus miembros.

Entre los principales éxitos o logros más destacables está la Cooperación Iberoamericana, que ha desempeñado un papel clave en el proceso de estructuración de nuestra Comunidad y en el cumplimiento de los mandatos que emanan de las Cumbres. Es prueba, además, de lo lejos que podemos llegar cuando trabajamos unidos:

España ha participado en destacados proyectos como el Programa de intercambio académico MUTIS, IBERMEDIA, IBERMUSEOS o el Programa de ciencia y tecnología CYTED. Actualmente apoyamos nuevas iniciativas como el Campus Iberoamérica, los Laboratorios de Innovación Ciudadana o el Programa iberoamericano para eliminar el mal de Chagas congénito, por citar tan solo algunas de nuestras prioridades en cuanto a la Cooperación Iberoamericana.

No podemos olvidar tampoco la decisiva contribución a la construcción de nuestra Comunidad que ha supuesto la firma de Convenios iberoamericanos como el Convenio Iberoamericano de Seguridad Social o el Convenio Marco de Circulación del Talento, firmado este año en Andorra para impulsar la transferencia del conocimiento y la innovación en Iberoamérica. En este ámbito ha sido fundamental la labor de los cuatro organismos especializados iberoamericanos, cuyos Secretarios Generales nos acompañan en este acto.

A esta articulación ha contribuido asimismo la progresiva colaboración cotidiana entre nuestras sociedades civiles y expertos propiciada por las Redes iberoamericanas, los Observatorios especializados y los distintos Foros y Encuentros creados entre quienes comparten profesiones, inquietudes y objetivos a ambos lados de un océano que más que separarnos, nos une cada día más.
Los logros alcanzados son, sin duda, también fruto del compromiso iberoamericano de los sucesivos Jefes de Estado y de Gobierno, y del trabajo de la Secretaría General Iberoamericana, dirigida con enorme dinamismo y destacados resultados en una 1ª etapa por Enrique Iglesias y, hasta fechas recientes, por Rebeca Grynspan, a quienes felicitamos por su liderazgo, entrega apasionada y por por todas las iniciativas que han impulsado, con acierto, durante sus mandatos.

Mais o mundo e a Ibero-América de 2021 são muito diferentes dos de 1991. Aos desafios tanto conhecidos quanto novos –já acertadamente identificados na Declaração de Guadalajara com grande clarividência– uniram-se outros desafios e ameaças. E apareceram novos atores e interesses que transformaram o sistema internacional. No entanto, a nossa Comunidade e a sua base sólida ─histórica, cultural, linguística, humana e institucional─ podem e devem constituir uma firme plataforma para enfrentar um mundo cada vez mais complexo.

Esta celebración de los 30 años de las Cumbres Iberoamericanas es, en 1er lugar, una buena oportunidad para dar a conocer mejor lo realizado juntos durante tres décadas.

Y también lo es para analizar los retos que nos apremian y que nos exigen encontrar soluciones en los próximos años; para escuchar las demandas de nuestras sociedades a las que tendremos que dar respuesta; y, sobre todo, para reflexionar sobre el futuro de nuestra Comunidad Iberoamericana con el objeto de continuar impulsando su construcción.

Pero debemos, ante todo, aprovechar esta celebración para manifestar nuestro orgullo de ser iberoamericanos y nuestro compromiso de avanzar juntos cada vez más, compartiendo el camino, hacia un futuro que de tantas maneras será común. Con ello estaremos dando cumplimiento a lo que acordamos en la Declaración de Guadalajara al expresar nuestra “voluntad de contribuir unidos a un futuro común de paz, mayor bienestar e igualdad social”.

Sobre la base sólida que aporta nuestra larga Historia ─y nuestras particularidades, y nuestra vasta diversidad─, hemos vivido y escrito juntos otra más breve; pero una gran historia que, en 2021, alcanza 30 años de brillante y fructífera madurez. Aunque necesariamente queda incompleta y abierta a que la continuemos agrandando con pasión, con inteligencia y con los grandes valores humanos que compartimos. Nuestro trabajo y nuestros esfuerzos deberán continuar con la celebración de la 28ª Cumbre, prevista en la República Dominicana en 2022 bajo el lema de “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”.

Señoras y señores,
Las Cumbres Iberoamericanas se han convertido, por tanto, en un exitoso y privilegiado foro de diálogo político, concertación y cooperación, basado en el consenso, que ha permitido promover una amplia agenda de innovación y progreso para el mayor desarrollo y bienestar de las sociedades iberoamericanas.

Nuestras Cumbres se han transformado así en un espacio en el que se ejerce el multilateralismo al acordar medidas, posiciones y proyectos comunes en los ámbitos sanitario, educativo, cultural, de la innovación, económico, y medioambiental, por solo citar algunos. Ello ha producido resultados concretos, prácticos y de gran utilidad para nuestros ciudadanos.

España, que ha acogido ya tres Cumbres, desea pues aprovechar esta conmemoración para renovar su compromiso con las naciones hermanas de ambos hemisferios y con todo el espacio iberoamericano.

Esta conmemoración coincide además con los Bicentenarios de las Independencias de varios países de Centroamérica, Panamá, México y Perú, episodios históricos de nuestra larga y rica relación a través de los siglos que dieron nacimiento a nuestros países hermanos de América y a los actuales lazos de amistad y colaboración que nos unen.

Señores Jefes de Estado y de Gobierno,
Reconozcámonos afortunados, porque tenemos la valiosa oportunidad de seguir construyendo, todos juntos, una Comunidad Iberoamericana “cada día más justa y sostenible”, como reza el lema de la Presidencia Pro Tempore dominicana.

Cuenten siempre con España, con nuestro trabajo y empeño para llevar a cabo, esta extraordinaria empresa compartida. Muchas gracias. Muito obrigado.

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Interveción de S.M. el Rey en el XXX aniversario de las Cumbres Iberoamericanas