El pasado 24 de febrero estábamos convocados a este homenaje que se tuvo que cancelar por unos acontecimientos que consternaron al mundo y que son totalmente inaceptables. Ese día siempre estará marcado en nuestra memoria por el inicio de una guerra sin justificación, contraria a la Carta de NNUU, que supone una clara violación del derecho internacional, y nos trae la memoria de los peores tiempos pasados.
Desde entonces, y en todo momento, seguimos con gran preocupación lo que está sucediendo en Ucrania y mostramos nuestra más sincera solidaridad con las autoridades y con el pueblo ucraniano, cuyo sufrimiento es desgarrador. Una solidaridad que es consustancial a los españoles y que queremos que represente uno de los mayores valores y fortalezas de nuestra unidad y de nuestra pertenencia a la Unión Europea.
Ante esta nueva crisis que estamos viviendo, España muestra su firme compromiso para ayudar a los ucranianos.
El futuro está hoy para todos —en España, Europa y en gran parte del mundo—, muy ligado a la crisis por la guerra en Ucrania. Sabemos que deberemos afrontar nuevas dificultades, que debemos continuar ofreciendo apoyo y amparo a Ucrania y, especialmente, a los millones de ucranianos que huyen del horror; a tantas familias truncadas por la separación o la pérdida de alguno de sus miembros. También lo haremos juntos, con nuestros socios europeos, haciendo grande la casa común que compartimos.
Queridos palmeros:
Hoy, retomamos en La Palma este acto de reconocimiento. No podíamos concebir no hacerlo, y bien que lo merecíais tras vuestra demostración de coraje y fortaleza frente al drama de la erupción del volcán Cumbre Vieja el 19 de septiembre; y durante esos meses “eternos” hasta que cesó.
Cuatro días después, la Reina y yo vinimos a esta querida isla para transmitir nuestra solidaridad, nuestro apoyo y nuestro cariño ─de España entera─ a todos los palmeros y canarios. Y, especialmente, a los vecinos más afectados por el volcán que, en pocos días, ya había causado importantes daños y destrucción.
Aquel día nos fuimos de aquí muy impresionados por lo que pudimos ver, sabiendo que no olvidaríamos vuestras miradas y vuestras voces, vuestra desolación y también vuestra esperanza. Entonces os dije que esta isla es una joya y que seguiría siéndolo.
os conmovieron vuestras historias, la de cada casa, plantación, instalación o negocio que se había perdido ─y que se estaba perdiendo a cada momento. Nos conmovió saber de tantos recuerdos y tantos años de esfuerzo y trabajo sepultados bajo la lava.
Y desde ese día hasta hoy, sobre todo hasta que se silenció el estruendo del volcán, hasta que cesó la lava y la destrucción, no dejamos de sentirnos ─como tantos─ cerca de vuestro inevitable dolor y resignación. No dejamos de pensar en vuestro aguante diario y de comprobar y admirar la entrega de los profesionales y de los voluntarios en vuestra asistencia.
"...lo que sucedió aquí, desde el primer momento —desde que tuvimos noticias del inicio de la actividad sísmica— nos unió a todos los españoles sin excepción: porque lo sentimos como algo propio, sufrimos por y con vosotros. Fue una tristeza compartida. Una impotencia colectiva... toda España vivió, día a día, lo que pasó en esta isla, y ha celebrado con alivio y alegría su final. Lo que nos unió entonces, debe seguir haciéndolo ahora en esta nueva etapa. Porque el presente y el futuro de La Palma nos preocupa a todos. Su recuperación es un proyecto colectivo, una esperanza compartida; también las sentimos como propias. Todo eso es justamente lo que en situaciones como esta definen la raíz de un pueblo, de una Nación..."
Hoy volvemos a tenerlo todo muy presente, y sabed que aquí en La Palma, con nosotros, con la representación de los distintos niveles de gobierno y administraciones, con la presencia de los Presidentes de las CCAA, con los medios de comunicación desplazados desde tantos lugares, están todos los españoles.
Al igual que entonces ─y más aún al saber cuánto más se destruyó─, sentimos hoy un gran orgullo y admiración por vuestro coraje. También queremos resaltar y valorar el trabajo incansable y extraordinario de las Administraciones Públicas en el Archipiélago; de las FCS, de las FAS, de Protección Civil, bomberos, Cruz Roja, científicos, expertos, de todos los voluntarios que ya llegaban desde muchos puntos de España y de fuera del país, y de los ciudadanos de La Palma. Fueron —fuisteis— ejemplo de superación, de fortaleza, de humanidad, de ayuda mutua. También de unidad.
Lo que sucedió aquí, desde el primer momento —desde que tuvimos noticias del inicio de la actividad sísmica— nos unió a todos los españoles sin excepción: porque lo sentimos como algo propio, sufrimos por y con vosotros. Fue una tristeza compartida. Una impotencia colectiva.
Toda España vivió, día a día, lo que pasó en esta isla, y ha celebrado con alivio y alegría su final. Lo que nos unió entonces, debe seguir haciéndolo ahora en esta nueva etapa. Porque el presente y el futuro de La Palma nos preocupa a todos. Su recuperación es un proyecto colectivo, una esperanza compartida; también las sentimos como propias. Todo eso es justamente lo que en situaciones como esta definen la raíz de un pueblo, de una Nación.
Hemos sido testigos no solo del compromiso unánime de todas las Administraciones con La Palma, sino también de la ayuda desinteresada de muchísimas entidades privadas; de incontables muestras de solidaridad individual; de tantas iniciativas para que la ayuda llegara cuanto antes y los afectados pudieran recuperar su medio de vida, su actividad laboral, su futuro; en definitiva, su normalidad.
Este es un acto de homenaje sentido y necesario. Estamos aquí para valorar y aplaudir vuestro comportamiento ejemplar, vuestra fortaleza para encajar ese golpe de la naturaleza y la entereza mostrada ante una situación tan fuera de lo común. Merecéis todo nuestro reconocimiento. Al igual que lo merecen quienes acaban de ser condecorados por su continuo y excelente trabajo desde el 19 de septiembre.
Queridos palmeros:
Soportasteis 85 días de lava, ceniza y explosiones; 85 días en los que se produjeron más de 9.000 seísmos; en los que hubo más de 1.200 hectáreas afectadas; en los que la isla transformó su litoral y casi 400 hectáreas de cultivo fueros arrasadas, con más de 70Km de carreteras sepultadas y más de 7.000 personas evacuadas de sus casas, muchas de ellas para no volver a verlas jamás…
Son datos y números tras los que hay miles de historias y tragedias personales. Cifras que hablan de destrucción, incertidumbre, tristeza y pérdida.
Pero también hay otros datos y números: los que hacen referencia a la solidaridad individual y colectiva, al trabajo de las Administraciones Públicas, a las ayudas puestas en marcha, al inicio del proceso de reconstrucción.
Estas son de ahora en adelante las acciones importantes, las que construyen, las cifras de la unidad y de la recuperación. Podéis estar seguros de que seguiremos avanzando juntos, compartiendo esfuerzos y enfrentando los nuevos retos. En ese camino, no lo dudéis, nos tendréis siempre a la Reina y a mí, siempre a vuestro lado.
Muchas gracias a todos.