Permitidme unas palabras, que serán breves, para daros la bienvenida más cordial, aquí al Palacio Real, y para deciros, sobre todo, que nos alegra enormemente a la Reina y a mí poder retomar la tradición de compartir este momento con vosotros, con una representación diversa y enriquecedora del mundo de las letras, en el día previo a la entrega de nuestro ‘gran’ Premio Cervantes.
Terminaré, por supuesto con un brindis. Pero antes quiero hacer hincapié en el valor de lo que significa estar aquí reunidos: recordar y honrar la memoria de nuestro ilustre Miguel de Cervantes, homenajear la trayectoria de la premiada de 2021, Cristina Peri Rossi y, al hacer ambas cosas, también reconocer y reivindicar la literatura en nuestra lengua. Por todo ello, hoy es un día de celebración.
Fiel al espíritu cervantino, este almuerzo hermana a académicos, escritores, críticos, filólogos, editores, periodistas culturales, libreros, agentes literarios y a quienes trabajáis, con distintos cometidos y desde diferentes perspectivas, para que nuestra lengua común sea instrumento de diálogo y entendimiento entre los pueblos hermanos de todo el mundo; para que alumbre espacios nuevos de conocimiento y amplíe su horizonte, siempre apegada al pueblo que es su dueño. ‘Lengua de encuentros’, como decía Carlos Fuentes.
En definitiva, la celebración del Premio Cervantes une a cuantos os esforzáis en servir a la palabra; que nos hace libres y constituye el fundamento de la ciudadanía y del progreso social.
"...Fiel al espíritu cervantino, este almuerzo hermana a académicos, escritores, críticos, filólogos, editores, periodistas culturales, libreros, agentes literarios y a quienes trabajáis, con distintos cometidos y desde diferentes perspectivas, para que nuestra lengua común sea instrumento de diálogo y entendimiento entre los pueblos hermanos de todo el mundo; para que alumbre espacios nuevos de conocimiento y amplíe su horizonte, siempre apegada al pueblo que es su dueño. ‘Lengua de encuentros’, como decía Carlos Fuentes..."
Sin embargo, y a pesar de que hoy es un día de celebración, como dije anteriormente, no podemos evitar la tristeza que nos causa la ausencia de Cristina Peri Rossi. La comprendemos, pero también lamentamos profundamente no tenerla aquí con nosotros. Le mandamos a nuestra premiada nuestro cariño y nuestro abrazo, hoy desde este Palacio Real de Madrid y mañana desde el Paraninfo de la Univ. de Alcalá de Henares. Ella no ha podido estar, pero nuestra presencia aquí, alrededor de su figura y de su trayectoria, demuestra cuánto nos une.
Y nos une alguien que ha escrito que nunca ha pretendido vidas anteriores ni futuras, que cree no haber sido nada más de lo que es y eso, a veces, con grandes dificultades. La humildad, en definitiva, define su vida y su obra.
Ambas han estado marcadas por duras experiencias. Pero Cristina, como ella misma dice, siempre ha luchado por ser quien quería ser; ya en Uruguay, donde nació y vivió un tiempo, así como en España, en donde reside desde hace más de cuarenta años, y que nos ha permitido poder disfrutar de la obra de una escritora auténtica, fiel a sí misma, sin prejuicios y luchadora. Una autora que es, ante todo, una ciudadana del mundo profundamente comprometida con él.
Todas las palabras parecen pocas para glosar el legado de quien reconoce que precisamente éstas, las palabras, han sido y son la única compañía que no falla; alguien para quien escribir es su vida misma, independientemente de sus circunstancias.
Destaca en ella una escritura experimental, pionera, innovadora, que se muestra a la vez coherente y versátil, estremecida y lúdica, intensa en prosa y verso. No se ha aferrado a ningún género, sino que los ha explorado todos; algo que, de hecho, reconoce el jurado de esta edición: el haber sido “capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros”.
Finalmente, antes de llegar al brindis ─y puesto que no pudimos hacerlo en su momento siguiendo esta misma tradición─, me gustaría recordar también hoy con cariño a los dos últimos grandes autores que recibieron este Premio Cervantes, en las ediciones 2019 y 2020: Joan Margarit y Francisco Brines. Ambos, tras una vida larga y fructífera, nos han dejado ya; mas con nosotros permanecen para siempre a través de su obra. No pudieron acudir a Alcalá y ─aunque la Reina y yo tuvimos el placer y el privilegio de entregarles en mano el Premio─ no fue posible homenajearles de este modo, como nos hubiese gustado y como verdaderamente merecían.
Ahora ya sí, os invito a que levantéis vuestra copa y brindemos todos juntos por la palabra y por los ideales cervantinos de libertad, justicia y concordia, encarnados en todos vosotros y, por supuesto, en nuestra premiada Cristina Peri Rossi; siempre honesta, siempre auténtica, siempre original.