Muy buenas tardes a todos.
Hoy ABC vuelve a entregar sus premios Mariano de Cavia, Luca de Tena y Mingote, magnífica expresión y verdadero reconocimiento de las letras y las palabras, de las ideas y los valores. Con ellos agradece y honra al mejor periodismo, el que busca y logra la calidad como su auténtica base.
A la Reina y a mí nos alegra siempre volver a esta Casa y acompañaros en una nueva edición y físicamente hacer entrega de los Premios. Pero esta noche, por desgracia ─como sabéis─, ella no puede estar aquí con nosotros y lo siente mucho. Yo también. Me pide que os envíe un saludo. Paciencia y pronto a continuar…
Sabemos bien, como todos vosotros, que ocasiones como esta contribuyen a valorar, más si cabe, la profesión periodística en un contexto muy exigente en el que, por la magnitud y complejidad de los retos, está demostrando ser muy necesaria, imprescindible. Las democracias, sobre todo en momentos de incertidumbre, siguen precisando de un periodismo libre, comprometido con la verdad, que sea valiente y se mantenga firme.
Y en ese complejo ejercicio, los medios de comunicación han de permanecer especialmente contundentes y consecuentes cuando la calidad democrática se ve amenazada, se resiente o degrada. Siempre con los lectores como guía prioritaria, al servicio de una sociedad que tiene derecho a obtener de la información los recursos y mecanismos necesarios que le permitan comprender y ubicarse en el entorno —ahora nuevamente complicado y desafiante— que les rodea.
Los medios asumen también una necesaria exigencia de ética pública; divulgar contenido es fácil, pero lo verdaderamente difícil, la tarea imprescindible del buen periodismo, es transformar esa información en un producto de calidad, profesional y equilibrado.
Los periodistas sois un bastión ante la presión de cada hecho noticioso. Y cada palabra que empleáis debe ser siempre una verdad que deje cicatriz. Porque el rigor, la exactitud y el alma de un periodismo noble son al periodista lo que una metáfora es a un poeta, o un escalpelo a un cirujano.
Las sociedades libres se sustentan sobre unos poderes en equilibrio constante, sometidos a un preciso control recíproco. Junto a ellos es fundamental reconocer la labor de la prensa en su contribución a la calidad democrática ya que fomenta el debate público, promueve la formación de la opinión pública y es un barómetro de la realidad de cada momento.
"...sabemos bien, como todos vosotros, que ocasiones como esta contribuyen a valorar, más si cabe, la profesión periodística en un contexto muy exigente en el que, por la magnitud y complejidad de los retos, está demostrando ser muy necesaria e imprescindible. Las democracias, sobre todo en momentos de incertidumbre, siguen precisando de un periodismo libre, comprometido con la verdad, que sea valiente y se mantenga firme... y en ese complejo ejercicio, los medios de comunicación han de permanecer especialmente contundentes y consecuentes cuando la calidad democrática se ve amenazada, se resiente o degrada..."
Los medios no son, pues, meros observadores de la realidad ni se limitan a ordenar una actualidad a menudo muy compleja. Su función va mucho más allá. Conviene reivindicarla y dignificarla siempre, algo que también señalé en la pasada edición de estos premios.
Nos encontramos en un contexto irreversible de digitalización, de nuevos lenguajes, de géneros periodísticos diferentes, y de creatividad en busca de un modelo sostenible de negocio. También, de nuevos públicos y lectores que entienden una dialéctica diferente del periodismo. No se puede negar esta realidad. Son tiempos duros, y conviene a todos redoblar los esfuerzos para evitar que se generen brechas entre los medios y la sociedad, favorecer la autogestión editorial, y ganar en credibilidad.
Señoras y señores,
Ante los enormes desafíos que afectan a la prensa y que evolucionan de manera constante, hay principios y códigos que permanecen —deben hacerlo— inalterables. Son los que hoy se premian y que se llevan reconociendo a lo largo de las 102 ediciones de estos galardones: el compromiso, la profesionalidad y la vocación. Los tres premiados de esta edición son un buen exponente de ello.
Andrés Trapiello, Premio Mariano de Cavia 2022, es ensayista, novelista, articulista, poeta… Escritor, en definitiva, como expresión humilde para un ingeniero de la palabra. El Cavia no es el primer premio que recibe. A este le anteceden una veintena de relevantes galardones, entre ellos el Nadal o el premio de Periodismo Miguel Delibes. La moderación de sus textos, repleta de equilibrio y mesura, solo maquilla con un metalenguaje sin soberbia la contundencia de su mensaje. La palabra de Trapiello es tan transparente y limpia como severa y realista. Huye del adoctrinamiento mientras sumerge a sus lectores en la lógica y la belleza de la palabra sencilla. Y se adentra en la convulsión de los tiempos con una determinación valiente, sin aspavientos, sin miedos y sin intransigencia.
Su columna premiada, publicada en “El Mundo”, viaja por la memoria de su padre en la batalla de Teruel de 1937. Es el más sentido homenaje a la memoria familiar, y el más constructivo mensaje contra la irracionalidad de las guerras. Enhorabuena, Andrés.
Inés Artajo ha sido galardonada con el Premio Luca de Tena a una trayectoria de casi 45 años al servicio del periodismo de proximidad. Fue la primera directora del Diario de Navarra, donde comenzó como redactora en prácticas y alcanzó la dirección por su preparación y su exhaustivo conocimiento de los entresijos de la prensa local. Este galardón a Inés reconoce la cercanía del periodismo al ciudadano, repleto de claves particulares y de pequeñas rutinas que hacen grandes a las ciudades y a los pueblos.
No existe ninguna alternativa a la prensa local tan capaz de llegar a los lectores con la humilde sensibilidad con que siempre se engrandecen las cosas pequeñas.
Dicen que la prensa local no tiene clientes, ni suscriptores, ni siquiera lectores… Tiene vecinos. Y eso lo dice todo. Felicidades Inés.
El Premio Mingote ha recaído en el reportero gráfico Emilio Morenatti, y tuvo noticia de él en Irpin, en Ucrania, apegado con su cámara a la tragedia de la guerra. Su fotografía de una vivienda totalmente cubierta de cenizas junto al volcán de La Palma es la imagen del poder de la naturaleza con su apariencia más cruel y dramática. Ese día su cámara fue el instrumento de la resignación: el ojo con el que retrató una letanía de vidas rotas, engullidas por las entrañas de la tierra. Belleza y drama, en definitiva, unidos por el objetivo siempre vigilante de Emilio. A través de su hermana María de los Ángeles. Enhorabuena a él también; que no está porque los tenemos en EE.UU. recogiendo el Pulitzer por sus retratos sobre el impacto de la pandemia en las personas mayores.
Señoras y señores,
A una actualidad sin descanso solo puede seguirle un periodismo sin descanso. Allí donde hay un periodista, hay trabajo, paciencia, método y una tarea consagrada a relatar la vida que discurre ante nuestros ojos. Y eso es algo que toda sociedad agradece. A vosotros, los premiados, y a todos los que a buen seguro siguen el ejemplo de vuestra trayectoria.
Enhorabuena a todos y muchas gracias.