Buenos días,
Muchas gracias por la invitación para participar nuevamente en vuestro Congreso Nacional de la Empresa Familiar que, desde sus comienzos, organiza anualmente el Instituto; recalando para ello en diferentes ciudades por toda España.
En esta ocasión, hacéis escala en Cáceres, en la CA de Extremadura. Una tierra que, precisamente, se caracteriza por una de las presencias más elevadas de empresas familiares en España, tanto por el porcentaje de compañías —91%— como por el empleo generado —85%—.
Y, antes de continuar mis palabras, sí me gustaría trasladar nuevamente un mensaje de apoyo a los vecinos afectados por los incendios que durante este verano asolaron el norte de Cáceres, así como a todos los equipos que participaron en los trabajos de extinción. El mes de agosto fue realmente muy complicado para algunas zonas de España y esperamos que poco a poco se vayan recuperando todas las regiones afectadas.
Este año es la XXV edición del Congreso, así que, muchas felicidades al IEF y a todos los que participan o colaboran en la organización de este y anteriores congresos, por la singladura tan exitosa que representa. Estoy seguro de que esta edición tan especial, que coincide también con el 30 aniversario del propio Instituto, será también relevante, útil y, por tanto, exitosa en su desarrollo. Y gracias al IEF, por esos 30 años, aportando ideas y propuestas a las familias empresarias para la toma de decisiones en su día a día, contribuyendo así al desarrollo de la economía de nuestro país. Enhorabuena.
Estamos, Señoras y Señores, en un foro de encuentro que siempre resulta ser realmente interesante; en el que desde hace muchos años he escuchado análisis y propuestas que nacen del rigor, de la responsabilidad y del conocimiento cercano de la realidad. Lo he dicho muchas veces, aquí no solo intercambiáis experiencias, analizáis la coyuntura o compartís visiones. También aprendemos los no empresarios a comprender más vuestra situación y a valorar mejor vuestra valiosa contribución a la riqueza y bienestar de nuestra sociedad, de nuestro país.
Es cierto que eso ocurre en otros foros o congresos empresariales, aunque este os aglutina, naturalmente, alrededor del origen exclusivamente familiar de vuestras empresas; cualidad común aquí, pero que os diferencia claramente del resto de empresas.
Todas las empresas ─familiares o no─ son, sin duda, importantes y necesarias; todas con circunstancias particulares por su gobernanza y gestión interna o por la naturaleza del sector en el que operan. Y a todas, es evidente, que les afecta la coyuntura o el contexto general de la economía y de los acontecimientos que dentro y fuera del país impactan en ella de tantas maneras.
Señoras y señores,
El lema de este Congreso es “El latido de España”, que transmite con mucha fuerza la relevancia e influencia que las empresas familiares —más de 1 millón en nuestro país— tenéis cada día en la sociedad, a través de vuestro liderazgo en la toma diaria de decisiones que, a veces, puede resultar arriesgada por coincidir con coyunturas y momentos muy complicados. Por ello, necesitamos contar con vosotros, con familias emprendedoras, comprometidas con sus lugares de origen, decididas firmemente a trabajar por la continuidad como un gran valor distintivo respecto a proyectos de otra naturaleza.
"...Este año es la XXV edición del Congreso, así que, muchas felicidades al Instituto de la Empresa Familiar (IEF) y a todos los que participan o colaboran en la organización de este y anteriores congresos, por la singladura tan exitosa que representa. Estoy seguro de que esta edición tan especial, que coincide también con el 30 aniversario del propio Instituto, será también relevante, útil y, por tanto, exitosa en su desarrollo. Y gracias al Instituto de la Empresa Familiar (IEF), por esos 30 años, aportando ideas y propuestas a las familias empresarias para la toma de decisiones en su día a día, contribuyendo así al desarrollo de la economía de nuestro país. Enhorabuena..."
Hemos pasado por momentos difíciles. Hemos sufrido una pandemia muy prolongada en el tiempo, con efectos que aún perduran a día de hoy, y el en el plano internacional destaca fundamentalmente un aumento de la inflación, así como las tensiones geopolíticas como consecuencia de la invasión rusa en Ucrania, con notorios efectos añadidos en los precios de la energía y de los alimentos. En este entorno —en absoluto sencillo— es en el que operáis y también en el que tenéis que tomar importantes decisiones.
Hay quienes condicionan esa toma de decisiones a las previsiones económicas sin más, de manera estricta. Y también quienes, como vosotros, os apoyáis en esas previsiones para marcar vuestros propios objetivos, esforzándoos no sin sacrificios para conseguirlos. Ese esfuerzo, ese liderazgo, ese sentido de la responsabilidad permiten entender muchos de los logros que nuestro país ha conseguido en estas últimas tres décadas.
Afortunadamente, España cuenta con ciertas fortalezas acumuladas por nuestro sector exterior en los años previos. Lo comenté hace poco, justamente el jueves pasado, en el Congreso de Directivos CEDE, en Bilbao. El avance continuado del proceso de internacionalización de nuestra economía ha mejorado la competitividad de nuestro país, siendo la española una economía más abierta que se apoya en una base más amplia de empresas que exportan regularmente y que están mostrando flexibilidad y resistencia frente a la crisis. Así lo demuestran las cifras más recientes de exportación.
En estos dos días de Congreso hablaréis de todo esto y de mucho más: como de empresa y educación, de innovación y transformación, de gobierno corporativo…, por citar solo algunos de los ámbitos. Contáis, para ello, con formidables ponentes que viven y experimentan en primera persona los cambios económicos y sociales, y que ayudarán a que se entienda mejor hacia dónde vamos y cómo se pueden anticipar las dificultades.
Probablemente, uno de los primeros pensamientos que surgen al ver un corazón enorme como imagen del Congreso de este año es la sensación de calidez, de humanidad, de constancia; y también la necesidad de tener presente que, por muy rápido que avance la transformación digital, es importante no perder la cercanía, no restar importancia a las relaciones personales en la toma de decisiones y en la gestión, algo muy propio de las empresas familiares. Igualmente es importante, la necesidad de cuidar especialmente del entorno social y ambiental en el que operan como algo plenamente incorporado a las convicciones profundas compartidas por toda la empresa.
Vosotras, empresas familiares, tenéis esa ventaja, conocéis mejor que nadie los problemas y necesidades de vuestro territorio. Y vuestro liderazgo implica, no sólo llevar adelante un proyecto empresarial, sino conseguir que ese proyecto beneficie a los empleados, a los proveedores, a los clientes, en definitiva, al entorno más cercano, generando y manteniendo un ecosistema de proximidad con un impacto positivo para todos cuantos participan en el mismo.
Es un enfoque y una manera de entender los negocios que nace desde los valores que se transmiten en el tiempo, generación tras generación, para incidir en toda una comunidad, permitiendo que se sienta parte de ese proyecto.
Los valores de la empresa familiar son un activo intangible de enorme importancia alrededor de los que se agrupan personas y proyectos en una misma dirección: la de la prosperidad y la ambición de querer hacer mejor las cosas, a pesar de las dificultades de cada momento.
Deseo sinceramente que este Congreso de Cáceres sea, al igual que los de ediciones anteriores, todo un éxito. Os animo a seguir trabajando con esas ganas, ilusión y motivación con las que nacieron vuestras respectivas empresas familiares. Y ya sabéis que en la Corona encontrareis siempre pleno apoyo.
Gracias un año más por vuestro gran esfuerzo y enhorabuena, otra vez, por vuestro 30 aniversario.