Buenos días.
Hace un par de semanas estuve en Nueva York, y allí UNICEF organizó un evento, un acto, en el que un grupo de jóvenes hablaba de salud mental y en primera persona contaba cómo era las iniciativas que había llevado a cabo en diferentes países para hablar de esto y para tratar de ayudar a esos mismos jóvenes de su edad, con ciertos trastornos mentales o con algún problema de malestar psíquico. Recuerdo que, en una de esas charlas, uno de los jóvenes me decía que él no era un enfermo ni un loco, que era una persona que convivía con un trastorno mental que le afectaba en ciertas situaciones de su vida, pero no en el cien por cien de lo que vivía cada día. Este matiz es muy importante, porque cuando hablamos de salud mental tratamos de abordar un problema muy complejo y con tanta variabilidad y diversidad de circunstancias como personas vivas y complejas somos.
"...Este llamémosle boom de la conversación pública global sobre salud mental puede ser, debe ser el inicio de la respuesta colectiva que necesitan las sociedades en las que vivimos. Ojalá sea así. Los especialistas, desde luego, coinciden en que las recetas no son únicas ni son fáciles y en que su abordaje pasa por un enfoque complejo y multidisciplinar, con análisis y datos desagregados por género, y que se combinen medidas en todos los ámbitos efectivas en los ámbitos sanitario, educativo (los colegios), familiar, social, y desde luego con una perspectiva de los derechos humanos que englobe un modelo integral. Trabajar de salud mental (y todo lo que eso significa) es la mejor inversión. Y si hablamos de jóvenes, está claro que la falta de empleo y de expectativas, la vulnerabilidad social y que la pobreza son también causas asociadas al riesgo de padecer un trastorno mental. Es decir, el bienestar o el malestar psíquico de las personas de cualquier edad y de cualquier condición es algo que nos importa y que nos afecta a todos..."
Si aquí hoy hicierais cada uno y cada una, el ejercicio de buscar en uno de esos buscadores, teclear las palabras “salud mental”, vais a encontrar resultados muy diversos. Hay titulares de todo tipo. No cabe duda además de que, en los últimos tiempos, la salud mental, y así lo dicen los profesionales, la salud mental y la falta de ella ha cobrado muchas fuerzas en los medios de comunicación y también en las políticas de salud pública en España y en todos los países.
Estos titulares que os digo pueden estar vinculados a ciencias pueden estar vinculado a algo más social, incluso al ámbito económico cuando a veces hay personas que quieren coger bajas por asunto relacionados con la salud mental lo que eso significa.
Voy a leer solo alguno para que veáis de que está hablando, es de hace algunos días, aunque hoy mismo cuando venía en la prensa también se hablaba de salud mental. Fijaos: “Cómo tener una buena salud mental: las 8 claves de una experta para conseguirla”, “La técnica para soltar el estrés antes de sentir que ya no puedes más”, “La ansiedad no es algo que haya que controlar o vencer, sino que hay que regular y gestionar”, “Por qué las mujeres sufren más depresión que los hombres”, “Tom Holland, es un acto muy conocido supongo que sabéis quien es, abandona las redes por salud mental”. A veces parece que estamos diciendo algo ligero y superficial, pero ojo porque muchas personas acuden también a los medios de comunicación para buscar ayuda, es importante, todos somos importantes en este asunto. Personas con notoriedad han decidido contar su situación, gracias Mai, María, hay conferencias, hay mesas redondas, hay debates, hay preocupación general. La precariedad en la salud mental se ha hecho más visible después de la pandemia. Que sea más visible, ojo, no significa que haya que restarle gravedad o que haya que frivolizar con ello. Los niños y jóvenes, también por ejemplo si os fijáis ven esos vídeos cortitos, breves, en sus redes (los reels, lo llaman) con consejos de todo tipo ante cualquier malestar psíquico.
Este llamémosle boom de la conversación pública global sobre salud mental puede ser, debe ser el inicio de la respuesta colectiva que necesitan las sociedades en las que vivimos. Ojalá sea así. Los especialistas, desde luego, coinciden en que las recetas no son únicas ni son fáciles y en que su abordaje pasa por un enfoque complejo y multidisciplinar, con análisis y datos desagregados por género, y que se combinen medidas en todos los ámbitos efectivas en los ámbitos sanitario, educativo (los colegios), familiar, social, y desde luego con una perspectiva de los derechos humanos que englobe un modelo integral. Trabajar de salud mental (y todo lo que eso significa) es la mejor inversión. Y si hablamos de jóvenes, está claro que la falta de empleo y de expectativas, la vulnerabilidad social y que la pobreza son también causas asociadas al riesgo de padecer un trastorno mental. Es decir, el bienestar o el malestar psíquico de las personas de cualquier edad y de cualquier condición es algo que nos importa y que nos afecta a todos.
Enseguida vamos a escuchar propuestas claras, vamos a escuchar demandas muy claras también, todo empieza por hablar. Lo dice mucho el psiquiatra Luis Rojas Marcos "Somos lo que hablamos". Y también lo dejó escrito Stephen Hawking, el científico brillante, se consiguen grandes logros por hablar y grandes fracasos por no hacerlo. Gracias por tanto a todos los que hoy estáis aquí para encontrarnos de nuevo y seguir avanzando. Muchas gracias.