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Palabras de S. M. el Rey en la inauguración oficial del Curso Universitario 2024/2025

Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, 9.23.2024

“Decíamos ayer…” dijo Fray Luis de León, según la célebre cita. En la universidad es lógico remitirse al ayer, pero también al mañana, porque contiene una tradición de siglos –la enseñanza- y también una constante promesa de futuro: nuestros jóvenes.

De ese ayer y ese mañana, de esa tradición y esa promesa, participáis toda la comunidad universitaria: más de 1.700.000 estudiantes, cerca de 150.000 profesores y 67.000 profesionales del cuerpo técnico, de administración, gestión y servicios.

Estrenáis estos días un nuevo curso. Con expectativas, con ganas de avanzar, de ser útiles a la sociedad y de seguir honrando tanto vuestra historia como vuestra alta misión imperecedera. Conocéis mejor que nadie los retos, las dificultades. Así que el primer mensaje que os quiero trasladar, al que se une la Reina y que recoge el sentir de la sociedad española, es nuestra profunda gratitud. Gracias, un curso más, por vuestro compromiso con el futuro de nuestro país.

Doy también las gracias a Aragón, la tierra que nos acoge, y a Zaragoza, ciudad a la que, desde niño –y especialmente tras mis tiempos en la Academia General Militar−, me une un afecto lleno de vivencias, renovadas con la presencia entre vosotros, hasta hace muy poco, de la Princesa de Asturias. Gracias por haberla acogido con tanto cariño.

Esta Universidad de Zaragoza que hoy nos abre sus puertas es la 5ª más antigua de España. Germinó aquí la semilla del renacimiento en nuestro país. Hoy, pasados más de cinco siglos, con vuestros títulos de grado y de posgrado y vuestros proyectos de investigación, seguís siendo una referencia para Europa. Enhorabuena por estos 550 años de historia.

Este hermoso Paraninfo guarda la memoria de nuestro más insigne científico, un aragonés universal, Santiago Ramón y Cajal. Cajal fue uno de vosotros: aquí estudio Medicina y se inició en la docencia. Nuestro premio Nobel, una de las mentes más brillantes de la historia, se definía, con humildad de sabio, como un “eterno aprendiz” y un “obrero de la enseñanza”.

"...Los ciudadanos piden una universidad cada vez más ágil e integradora: que aproveche al máximo el potencial de docentes, investigadores y alumnos; que se convierta en puente hacia más empleos de calidad, que trabaje cada vez más y mejor con nuestras empresas, que proponga soluciones innovadoras para que las transiciones ecológica y digital sean un éxito y lleguen a todos. Y también que, lejos de ser solo una etapa en la formación, nos acompañe a lo largo de nuestro ciclo vital, planteándonos retos y facilitándonos recursos de más conocimiento y preparación. Una universidad, en definitiva, que siga siendo un modelo de ética, de espíritu democrático, de apertura y de convivencia; de los valores que se reflejan en nuestra Constitución..."

Cajal fue el padre de la neurociencia. Su obra nos franqueó las puertas hacia los potentísimos sistemas inteligentes descritos por el Prof. Serón Arbeloa en la brillante conferencia que le acabamos de escuchar. Son palabras que nos invitan a pensar en el valor del trabajo en red y las dinámicas cooperativas, esenciales para expandir el conocimiento, pero también para el desarrollo económico, social y humano. Los desafíos de nuestro tiempo, que son desafíos globales, pueden solo afrontarse desde la colaboración, desde un claro sentido de comunidad. No es utopía, es necesidad y las alternativas no son mejores, ni nos hacen mejores.

Y en esa tarea, la de formar comunidad, vuestro aporte es esencial: sois nuestro cimiento como sociedad moderna, próspera e integradora. En España, cerca de 350.000 estudiantes concluyen cada año sus estudios universitarios en una de las 94 universidades, 50 públicas y 44 privadas. Ofrecen más de 9000 titulaciones oficiales que son fuente de oportunidades en todas nuestras provincias y en cerca de 200 municipios.

¿Y qué decir de la investigación? Más del 70% de la investigación científica en nuestro país se hace en nuestras universidades, mayoritariamente en las públicas, lo que nos convierte en la 12ª potencia mundial en producción científica. Estamos cada vez más presentes en los programas europeos de investigación. Actualmente, España es el 3er país con más consorcios en el programa de Alianzas Europeas y sigue ocupando el 1er puesto en la recepción de estudiantes Erasmus +.

Esta es, sin duda, una base sólida para seguir construyendo con ambición y responsabilidad. Pero se trata de un trabajo en permanente evolución, determinado por los recursos humanos y materiales existentes; unos recursos que conviene, en la medida de lo posible, reforzar. Confío en que, con el compromiso de autoridades académicas, docentes, investigadores, personal administrativo y alumnos, este curso, que cuenta además con un nuevo marco normativo, suponga otro paso adelante para todos.

El reto es grande porque las demandas de nuestra sociedad también lo son. Los ciudadanos piden una universidad cada vez más ágil e integradora: que aproveche al máximo el potencial de docentes, investigadores y alumnos; que se convierta en puente hacia más empleos de calidad, que trabaje cada vez más y mejor con nuestras empresas, que proponga soluciones innovadoras para que las transiciónes ecológica y digital sean un éxito y llegue a todos. Y también que, lejos de ser solo una etapa en la formación, nos acompañe a lo largo de nuestro ciclo vital, planteándonos retos y facilitándonos recursos de más conocimiento y preparación. Una universidad, en definitiva, que siga siendo un modelo de ética, de espíritu democrático, de apertura y de convivencia; de los valores que se reflejan en nuestra Constitución.

Autoridades, señoras y señores.
Santiago Ramón y Cajal dijo en cierta ocasión (y con esto termino): “todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Esa frase apela a nuestra curiosidad, a nuestro inconformismo. Nos llama a un aprendizaje que dure toda la vida.

Vosotros sois la gran caja de resonancia de esa llamada. Es la vuestra una tarea tan difícil como apasionante, de la que depende, en gran medida, nuestro éxito como país, y por la que, de nuevo, merecéis toda nuestra gratitud. Sé que no os sorprende que vuelva a reiteraros que tenéis en la Corona una fuente permanente de apoyo y ánimo.

Sin más, declaro oficialmente inaugurado el curso 2024-2025.

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