S
eñor Alcalde, Señores Regidores, Señoras y Señores:
Recibir las llaves de la Ciudad en este Palacio Consistorial, heredero natural del Primer Cabildo de América, nos llena de particular emoción. Quiero, pues, que mis primeras palabras sean de agradecimiento por este honor que hoy nos brinda el pueblo capitalino, a través de su Síndico.
Es incuestionable que parte de la historia del Nuevo Mundo está unida, de modo indisoluble, a la trayectoria de este Ayuntamiento.
Viene a mi memoria el momento en que la Villa de Santo Domingo de Guzmán alcanza su plenitud histórica convirtiéndose, gracias al Cabildo, en "Llave y Puerta de las Indias Occidentales", acontecimiento sin parangón sancionado por la Reina Juana I, mediante la concesión a esta Villa, el 7 de diciembre de 1508, del primer Escudo de Armas otorgado al Nuevo Mundo.
No en vano Santo Domingo de Guzmán serviría como centro de operaciones para un sinnúmero de expediciones que surcaron los mares vecinos. Desde aquí personajes ilustres como Balboa, Cortés, Pizarro, Ponce de León, Velázquez, Ovando y tantos otros trasladarían a las nuevas tierras recién descubiertas la experiencia del primer Cabildo del Continente, sentando los cimientos de lo que sería la moderna estructura municipal de América.
Con el correr de los siglos dicha institución fue afianzándose, y la Ciudad de Santo Domingo no fue ajena a este proceso. Conocemos el aporte decisivo que ha supuesto en su consolidación el buen hacer de los sucesivos Síndicos y Regidores que han gobernado este Ayuntamiento.
Es cierto, Señor Alcalde, que la modernidad ha traído consigo nuevos retos que son los propios de una Ciudad en continuo crecimiento. La mayoría de estos desafíos son, sin duda, comunes a muchos Ayuntamientos. Compartir experiencias es siempre positivo, convencidos como estamos de que son numerosas las líneas de colaboración que podemos ofrecernos mutuamente.
Quisiera, en este sentido, expresar mi reconocimiento por la buena disposición demostrada por la Junta de Gobierno de este Cabildo hacia las empresas españolas que quieren colaborar con el pueblo y las autoridades dominicanas en la construcción de su Ciudad.
Me gustaría, asimismo, aprovechar esta oportunidad para reiteraros la oferta de la Cooperación Española de seguir contribuyendo en la preservación del patrimonio histórico y cultural de la Ciudad Colonial. Mañana por la tarde, en un acto que nos llena de satisfacción, vamos a inaugurar la segunda fase del alumbrado de lo que fue el centro de la ciudad de Santo Domingo. Se da la circunstancia de que, hace poco más de cien años, concretamente el 6 de enero de 1896, y desde este mismo Balcón de los Bandos y los Pendones, se procedió a encender con energía eléctrica las farolas de la Ciudad amurallada.
Quiero finalmente -Señor Alcalde, Señores Regidores, Señoras y Señores- transmitirles un saludo muy cordial del pueblo español, que siempre, se lo aseguro, ha sabido apreciar de corazón las muestras de cariño que le ha dirigido el pueblo dominicano, puesto de manifiesto una vez más en este entrañable acto.
Muchas gracias.