Skip Ribbon Commands
Skip to main content
Actividades y Agenda
  • Escuchar contenido
  • Imprimir la página
  • Enviar a un amigo
  • Suscribirse al RSS de la página
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en Twitter
  • Compartir en Linkedin

Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en la gala conmemorativa del centenario de la Fundación del Comité Olímpico Español

12.12.2012

En un ambiente que me resulta muy familiar, con el que me siento muy identificado –como uno de vosotros-, y para un motivo que es alegre y positivo… me corresponde clausurar esta celebración. Cumplo con gusto esta tarea y es un inmenso honor hacerlo, después de los buenos momentos que hemos pasado aquí recordando tantas caras, tantas escenas, llenas de emoción –de pasión-, llenas de ilusión personal, de esfuerzo y espíritu de equipo, y de entusiasmo colectivo. Hemos visto y escuchado, como en una galopada, la historia de una feliz historia: la de nuestro olimpismo; o más precisamente la del Comité Olímpico Español.

Un gran aniversario redondo: 100 años, el 1er siglo olímpico español. Y una fecha redonda elegida para esta celebración: el 12 del 12 del 2012. Para no olvidar, sin duda.

Así es que, muchas gracias Presidente por invitarme hoy a estar aquí,...también como deportista y olímpico, y por el honor de dirigiros a todos unas palabras. Pertenezco a una familia de olímpicos, no soy medallista, pero sí orgulloso abanderado en Barcelona donde junto a mis compañeros de equipo logramos con ilusión y esfuerzo un honroso diploma olímpico.

Creo que hoy, sobre todo, es una gran alegría poder compartir este cumpleaños centenario con tantos de los que, de una u otra manera, formamos parte –o nos sentimos miembros- de la gran familia olímpica española. También es momento para tener presente con cariño y gratitud a muchos que ya no están entre nosotros. Su ejemplo y su legado estarán para siempre en el acervo que nos hace crecer como deportistas y como personas.

Quiero, por supuesto, darles la enhorabuena con todo cariño a todos los que hoy habéis recogido las distinciones conmemorativas del centenario. Y quiero, así mismo, sumarme de corazón a la gratitud expresada al Señor Jacques Rogge, Presidente del Comité Olímpico Internacional, por la gentileza de acompañarnos en este acto tan entrañable para todos nosotros.

Entre otras cosas, esta es una ocasión magnífica para destacar la evolución y el papel que ha desempeñado el deporte en nuestro país a lo largo de los últimos cien años, su aprecio creciente en la sociedad, y su relevancia para la educación, la salud, la convivencia, e incluso para la economía.

Y aunque a lo largo de todo ese tiempo no siempre ha sido así, hoy podemos estar muy orgullosos del nivel de éxito que tenemos en la actualidad en el deporte olímpico y de alta competición. Aspiramos, lógicamente a más: más triunfos, más diplomas y medallas; pero lo que nos debe importar sobre todo es que sea el resultado de una mejora en el deporte de base, escolar y de cada localidad, y en el compromiso social y público que exige y genera.

"...Pero ahora se trata de que todo el inmenso bagaje deportivo de España  —empezando por los principios en los que tanto he insistido y continuando por nuestras cualidades organizativas y de planificación—  se conserve, en lo posible pueda crecer y, sobre todo, sea ejemplo y motivo de inspiración en otras dimensiones de nuestra vida nacional, para afrontar mejor y superar los actuales desafíos. Porque el esfuerzo, el sacrificio, el juego limpio, la solidaridad y el espíritu de equipo —los valores olímpicos—, junto a nuestras capacidades objetivas tantas veces contrastadas, son fundamentales para que España pueda salir pronto de la crisis económica que, en estos tiempos, frena nuestro progreso y dificulta la vida de tantas familias. Y no me cabe duda de que lo conseguiremos...."

Al remontarnos a los inicios del movimiento olímpico en España, en tiempos de la Reina Regente María Cristina y el Rey Alfonso XIII podemos y debemos admirar la voluntad firme de muchas personas que, de manera desinteresada, destinaron sus esfuerzos a promover los mejores valores del deporte, particularmente del olimpismo. Rendimos homenaje a todos los que hace un siglo supieron entender la grandeza y la proyección del proyecto olímpico y se dispusieron a poner en marcha nuestro Comité Olímpico nacional. Hoy es justo reconocer y agradecer la labor de quienes, desde entonces, han hecho lo posible por lograr que España sea un actor fundamental en el deporte y en el olimpismo a nivel mundial. Todos debemos felicitarnos por este primer centenario.

Los valores impulsados y canalizados a través de la competición en el deporte son el eje fundamental del olimpismo, auténtico movimiento cultural y filosófico que trasciende ampliamente la dimensión deportiva. La Carta Olímpica nos lo recuerda claramente cuando afirma “el valor educativo del buen ejemplo y el respeto a los principios éticos fundamentales universales”. Valores como el esfuerzo, el sacrificio, el juego limpio, la solidaridad y el espíritu de equipo, o la humildad y la generosidad en la victoria y la entereza en la derrota, son pautas de comportamiento no sólo válidas, sino realmente necesarias para la vida en general. La difusión y la transmisión de estos principios son el primer y gran servicio que el olimpismo y sus instituciones representativas aportan a las personas y a las sociedades.

En este contexto, el deporte se convierte en el canal o instrumento a través del cual esas enseñanzas llegan a los individuos. El deporte trasciende también su dimensión física, psicológica, y lúdica, para alcanzar un amplio grado de presencia e influencia social que llega a tener repercusiones profundas en el pulso de las naciones, concentrando, en ocasiones hasta extremos extraordinarios, la atención y la energía de personas de todas las condiciones. Se trata, pues, de que esas repercusiones sean positivas, de que alimenten los mejores sentimientos, de que estén guiadas por los mejores principios. Al mismo tiempo el deporte es también, indiscutiblemente, un indicador del peso y del prestigio de un Estado en el mundo, por lo que se convierte en un fenómeno complejo y de gran trascendencia política, económica y social.

España es, sin duda, una potencia deportiva a nivel mundial: en deportes individuales y de equipo, en especialidades que requieren alta tecnología y en las más numerosas que no la requieren, en modalidades olímpicas y no olímpicas, en las categorías femenina y masculina. También en el ámbito paralímpico.

Nuestro país se ha consagrado en los últimos lustros como un miembro indispensable del “Olimpo deportivo” gracias al esfuerzo y la constancia de muchos hombres y mujeres —deportistas, entrenadores, preparadores físicos, médicos y personal de apoyo—, a nuestras capacidades y experiencia en la organización de grandes eventos deportivos, al apoyo de numerosas instituciones públicas y privadas y al diseño de programas y políticas que nos han llevado hasta donde estamos ahora. En el centenario del COE no podemos dejar de recordar con enorme orgullo y emoción lo que fueron para toda España, y para el mundo entero, los memorables JJ OO de Barcelona ‘92. Un saludo especial a todos los compañeros que formamos aquel equipo o delegación de hace 20 años.

Pero ahora se trata de que todo el inmenso bagaje deportivo de España  —empezando por los principios en los que tanto he insistido y continuando por nuestras cualidades organizativas y de planificación—  se conserve, en lo posible pueda crecer y, sobre todo, sea ejemplo y motivo de inspiración en otras dimensiones de nuestra vida nacional, para afrontar mejor y superar los actuales desafíos. Porque el esfuerzo, el sacrificio, el juego limpio, la solidaridad y el espíritu de equipo —los valores olímpicos—, junto a nuestras capacidades objetivas tantas veces contrastadas, son fundamentales para que España pueda salir pronto de la crisis económica que, en estos tiempos, frena nuestro progreso y dificulta la vida de tantas familias. Y no me cabe duda de que lo conseguiremos.

Y termino, gracias de nuevo a los que lucharon por el olimpismo en el mundo y en nuestro país, en particular a nuestro compatriota Juan Antonio Samaranch, a quien tanto recordamos. Y un último mensaje de ánimo, lleno de optimismo y de reconocimiento, a todos los que hoy impulsáis en España lo mejor del espíritu olímpico. Sabéis que en esa labor siempre podéis contar con el apoyo de la Corona.

Y de SSMM los Reyes, os traigo su saludo y recuerdo más cariñoso para todos, junto al encargo de felicitaros y alentaros a continuar trabajando con tenacidad por el deporte, por el olimpismo y por mejorar como sociedad.

Muchas gracias.​

Volver a Discursos
  • Escuchar contenido
  • Imprimir la página
  • Enviar a un amigo
  • Suscribirse al RSS de la página
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en Twitter
  • Compartir en Linkedin