E
s para mí una gran satisfacción volver una vez más a esta milenaria y tan querida ciudad, para compartir con todos ustedes la entrega de los Premios Averroes de Oro Ciudad de Córdoba 2008, al cumplirse 35 años de la historia de estos galardones.
Me siento especialmente honrada al recibir, con motivo de dicho aniversario, el Premio Extraordinario Averroes a la Concordia, pues me identifico plenamente con sus nobles objetivos de fomento de la solidaridad entre los pueblos y de ayuda a los más necesitados.
Mi más sincera felicitación a los demás galardonados en la presente edición de estos Premios, por el tan merecido reconocimiento de sus logros científicos, culturales y humanos.
La formidable figura en la que se inspiran los Premios, el intelectual cordobés Averroes, que abarcó todos los campos del saber: filosofía, teología, derecho, matemáticas, medicina?, tiene sus dignos sucesores en aquellos que, como él, buscan la verdad y el conocimiento, en beneficio de la humanidad.
Les invito a que sigan perseverando, con ilusión y esperanza, en tan noble y generosa tarea, que supone un orgullo para Córdoba y para España.
Deseo, por último, expresar mi más profundo agradecimiento al Círculo Averroes y al Ayuntamiento de Córdoba por esta distinción, y animarles a seguir premiando los esfuerzos y logros que dignifican al ser humano.
Muchas gracias.