Querida 74ª promoción de la Carrera Diplomática,
Nos vemos de nuevo…, después de nuestro encuentro el pasado mes de octubre en la presentación de Cartas Credenciales en el Palacio Real. Y me alegra que sea en este acto tan esperado y tan importante en vuestro camino profesional y vocacional, en el que finalmente recibís vuestro título —vuestro despacho—, que os acredita como nuevos funcionarios y con el que pasáis a las filas de nuestra “primera línea” diplomática. Recibid —de nuevo y con la solemnidad que merece— mi más cordial enhorabuena.
En un día como hoy, tan especial para vosotros, así como para el MAEUEC, para el Estado y para la Acción Exterior de España, quiero felicitar a esta Escuela, por un nuevo éxito en su labor continua desde hace tantas décadas, ocho ha hecho en noviembre pasado, de formar a las sucesivas promociones de diplomáticos.
Una historia que lleva a gala haber contribuido a perfilar las capacidades y cualidades de los principales actores de nuestra presencia y papel en el complejo mundo internacional de buena parte del siglo pasado y lo que llevamos de este. No olvidemos, además, que a esa misión fundamental se añade la de ofrecer permanentemente cursos para todos los miembros del Servicio Exterior y para alumnos nacionales y extranjeros.
Como ya se ha destacado, esta promoción ha hecho historia pues es la primera en la que hay más mujeres (21) que hombres (14). Es un hito que refleja una realidad social en la que cada vez más mujeres desarrollan la acción del Estado en los distintos cuerpos de la Administración General del Estado y acceden a puestos de responsabilidad.
Los 35 sois los protagonistas de este solemne acto, y este día seguro que quedará por siempre grabado en vuestra memoria. Tenéis sobradas razones para sentiros felices. No es la menor de ellas —como ha subrayado vuestra compañera y número uno en sus palabras— el poder compartir el logro de vuestro esfuerzo con vuestros seres queridos, preparadores y profesores.
Permitidme que también les felicite a ellos, pues son partícipes fundamentales de vuestro éxito. Su ánimo, su orientación, su paciencia y sus consejos —que haréis bien en recordar a lo largo de vuestras carreras— merecen una gratitud infinita. Porque los mayores logros —y este lo es— siempre se alcanzan con el apoyo continuo de un buen equipo.
La satisfacción propia y la gratitud se entremezclan inevitablemente con la conciencia de responsabilidad ante vuestra nueva condición de funcionarios y la variedad de puestos y misiones que os esperan desde hoy mismo, y que os exigirán —y en todos debéis exigir— dedicación, rectitud y entrega, cualidades que deben distinguir a todo servidor público. Estad atentos a los detalles y no bajéis la guardia ni en lo más sencillo. No dejéis de aprender…, ni de enseñar dando ejemplo. Habéis demostrado ya muchas cualidades en el largo proceso selectivo y en vuestra etapa de formación, pero siempre hay sitio para más en vuestro bagaje.
"...os incorporáis al servicio diplomático de una gran Nación. A lo largo de la historia, España ha dejado por todo el mundo una impronta material e inmaterial indeleble, cuyo valor y trascendencia debemos conocer a fondo y saber transmitir con rigor, equilibrio y sensatez... como herederos que somos de ese excepcional legado, os invito a que contribuyáis a que los españoles sigamos realizando aportaciones sustantivas al progreso moral y material de la Humanidad. Siempre encontraréis inspiración en nuestros grandes pensadores, artistas y científicos, y en tantos insignes servidores del Estado, así como en la voluntad, dedicación, sacrificio y ejemplo de las generaciones que nos han precedido... podéis consideraros muy afortunados de poder trabajar por un país como el nuestro. Os animo a hacerlo con un patriotismo entendido como espíritu de servicio, con humildad y confianza..."
Abrazáis una profesión muy vocacional —eso es algo que os une a todos— cuya principal razón de ser es servir a España, al interés nacional, al Estado; y a través de él a todos los españoles. Sobre esa premisa, vuestra brújula estará siempre orientada a la defensa de la legalidad internacional, la promoción de los Derechos Humanos y la búsqueda permanente del entendimiento entre las naciones y los pueblos.
Pocas promociones habrá cuyos comienzos se desarrollen en un escenario de tantos desafíos concurrentes y de repercusión global como el actual. Es innegable que, como diplomáticos os iniciáis en un mundo cada vez más interdependiente, complejo y volátil…, más difícil y sofisticado; en el que esa “realidad líquida” que anticipó y describió Bauman, tan llena de grises y claroscuros, os demandará sacar lo mejor de cada uno de vosotros, para bien de vuestro desempeño profesional y, por tanto, para beneficio de todos.
Y sin duda ese componente vocacional al que me referí antes será fundamental para conseguirlo. Como igualmente serán importantes unas grandes dosis de capacidad analítica y resolutiva, de serenidad y paciencia, de firmeza y perseverancia; una combinación virtuosa, en fin, de inteligencia y carácter.
Queridos Secretarios de Embajada,
Os incorporáis al servicio diplomático de una gran Nación. A lo largo de la historia, España ha dejado por todo el mundo una impronta material e inmaterial indeleble, cuyo valor y trascendencia debemos conocer a fondo y saber transmitir con rigor, equilibrio y sensatez.
Como herederos que somos de ese excepcional legado, os invito a que contribuyáis a que los españoles sigamos realizando aportaciones sustantivas al progreso moral y material de la Humanidad. Siempre encontraréis inspiración en nuestros grandes pensadores, artistas y científicos, y en tantos insignes servidores del Estado, así como en la voluntad, dedicación, sacrificio y ejemplo de las generaciones que nos han precedido.
Podéis consideraros muy afortunados de poder trabajar por un país como el nuestro. Os animo a hacerlo con un patriotismo entendido como espíritu de servicio, con humildad y confianza.
Estoy seguro de que a las felicitaciones de hoy seguirán otras muchas, y no solo en el servicio exterior, a una labor en la que contáis desde este mismo comienzo con todo el afecto y los mejores deseos de la Corona.
Y ahora sí, finalizo ya con el tradicional “bienvenidos al Estado”, que suelo decir a todas las promociones en ocasiones como esta.
Muchas gracias y enhorabuena.