Buenas noches a todos,
Como yo creo que todos sabéis, esta gala tradicional de los Cavia contiene este año una doble celebración a la que la Reina y yo nos sumamos de manera especial: entregar los Premios Cavia, Luca de Tena y Mingote, santo y seña del mejor periodismo, es un placer y un honor, de manera que gracias por vuestra invitación. Pero es que también celebramos los 120 años de ABC al servicio de sus lectores, y por ello la Reina y yo queremos felicitar con todo nuestro reconocimiento a esta casa y a todos sus profesionales.
Un amplio recorrido que es fiel reflejo de la solidez con la que su proyecto periodístico y editorial ha sabido forjar legendarias generaciones de articulistas, editorialistas, redactores gráficos, literatos, ilustradores o reporteros.
Hoy, 120 años después del nacimiento de esta cabecera, los tiempos se aceleran y los cambios de toda índole se suceden también de manera vertiginosa. Se ha convertido incluso en ya algo familiar convivir a diario con la inteligencia artificial como la nueva y revolucionaria herramienta de gran impacto en nuestras vidas.
Lo tendrá también, desde luego, en el ámbito de la comunicación. Por eso será necesario que se aborden con prudencia todos los complejos resortes, usos y consecuencias de este fenómeno, para aprovechar bien el imparable avance innovador que representa, y al mismo tiempo, mitigar los riesgos que pueda generar.
El modo de leer la actualidad —de aproximarse a ella, de interpretarla y comprenderla— ha cambiado considerablemente. Son los avances tecnológicos los que imponen sus normas de manera inexorable. Los formatos periodísticos cambian casi a diario, con una innovación constante y atractiva.
Ahí están el lenguaje adaptado a Internet y a los teléfonos móviles, o las diversas fórmulas para difundir cualquier noticia con una inmediatez jamás vista. Nunca en la historia las letras y las imágenes se transmitieron de un modo tan urgente y rápido como hoy en día.
El difícil mundo de los agregadores de noticias se ha universalizado, la digitalización se implanta en todos los contenidos, y nuestra propia mentalidad, la de toda la sociedad, es más audiovisual que nunca. El ritmo del desarrollo tecnológico es frenético, y no adaptarse a él puede implicar un retroceso.
Sin embargo, lo que no cambia, lo que no debe cambiar, es la divulgación de la realidad, su contextualización, y el modo de exponer la actualidad –la noticia− conforme a criterios de rigor, veracidad e interés público. Y en esa compleja tarea, el papel del periodismo continúa siendo imprescindible en su contribución a una sociedad libre.
Lo mismo ocurre con la divulgación de opiniones en una sociedad tan digitalizada. Sin un periodismo independiente, no hay opiniones libres. Y aunque los tiempos modifiquen los métodos para su transmisión, el fondo del buen periodismo, su capacidad para ejercer de filtro de calidad en beneficio de la sociedad, será siempre el mismo.
Ese es el motivo por el que es fundamental salvaguardar ese periodismo valiente con capacidad para atraer, vigilar, denunciar, describir… Narrar lo que ocurre, en definitiva, y hacerlo con un compromiso ético y deontológico irrenunciable.
No son tiempos fáciles. Los vaivenes económicos siempre generan incertidumbre, y a menudo los desafíos de todo orden —en seguridad, generacionales, laborales, financieros…— presentan dificultades que no son sencillas de gestionar. En este contexto, orientar los modelos de negocio a las exigencias de los mercados, y a las innovaciones tecnológicas, es una tarea siempre en curso; y un reto con el que no debemos perder o diluir la función esencial del periodismo.
Pero ahora, señoras y señores, volvamos a la esencia de esta ceremonia, y centrémonos en los verdaderos protagonistas de la noche, en estos tres grandes profesionales que ven reconocidos en esta edición su esfuerzo, compromiso y amplia experiencia:
Manuel Jabois, Premio Cavia 2023, procede del más auténtico de los orígenes periodísticos, el local, allí en su Pontevedra natal, donde nació para alumbrar a un periodismo en literatura, o mejor aún, a una literatura en periodismo. Manuel pertenece a esa generación de jóvenes autores capaces de meterse a la calle en el bolsillo, de vislumbrar tendencias, de acercar la cultura a nuestro modo de vida, de ser cotidiano en la excelencia de su prosa.
Es, en definitiva, un observador vital capaz de atribuir a cada palabra un contexto imprescindible. La calidad de su escritura es inconfundible, y su paso por el Diario de Pontevedra sólo fue la raíz de un proyecto de vida fructífero que vibró después en las páginas de El Mundo, y ahora madura en las de El País. El artículo distinguido con este galardón, “Mi vida sin Whatsapp”, refleja con sencillez periodística, cómo la tecnología ha incidido en nuestras vidas hasta el punto de exigirnos el siempre necesario reencuentro con nosotros mismos. Mi enhorabuena, Manuel, por tan merecido Premio.
Pedro García Cuartango, Premio Luca de Tena a una extensa trayectoria periodística, se autodefine como un periodista que no nació con sangre en las venas, sino con tinta. Su pasión es el periodismo. Su alma es la filosofía. Su aspiración cumplida es la independencia inherente a todo buen periodista; el que la exige, la defiende y la ejerce... Y su lugar, una redacción. Medio siglo de vida vinculado a los periódicos, a sus vaivenes, a sus éxitos y sus dificultades, así lo atestiguan.
En sus orígenes, Pedro pasó por Radio Nacional, Cinco Días, El Globo, Diario 16 y El Sol, hasta que en 1992 se incorporó al diario El Mundo, donde terminaría llegando a su dirección. No hay nada de lo ocurrido periodísticamente en España en las últimas cinco décadas que no haya pasado por el tamiz de su conocimiento, su valoración y su opinión. Y siempre, frente a cualquier viento adverso, con un criterio unívoco y coherente, del que nunca ha renegado. Y del que nunca renegará ahora en su labor como gran referencia de ABC. Felicidades Pedro.
Flavia Álvarez-Pedrosa, “Flavita Banana”, es la galardonada este año con el Premio Mingote por una viñeta publicada en El País. Esa viñeta demuestra también, con mucho humor, nuestro choque emocional con las nuevas tecnologías y la creciente dependencia de ellas. Asturiana por accidente y barcelonesa por convicción —así se describe—, es viñetista habitual de El País, y representa al número creciente de valores jóvenes con un talento incuestionable.
Cuando estudió Arte y Diseño nunca pensó que los vericuetos de la vida la transportarían a unas páginas para dar su visión de la realidad, del día a día. Humor y feminismo son sus reivindicaciones, y a menudo apela en sus viñetas al absurdo como modo de introducir una sonrisa, una reflexión, o un simple guiño a la vida. Y todo, desde un simple recuadro, con un rotulador y el ingenio como bandera; algo verdaderamente admirable. Enhorabuena también a ti Flavia por este premio.
Un premio, que estoy seguro de que, como todos los profesionales del humor y el dibujo, desearás transformar hoy en un homenaje sentido y entrañable a Francisco Ibáñez, que nos ha acompañado a lo largo de nuestras vidas con sus geniales personajes que permanecerán vivos para siempre entre nosotros.
Y en esta noche de celebración y de reconocimientos no podría terminar mis palabras sin desear a esta casa de ABC otros 120 años, como mínimo, de éxitos y de trabajo dedicado al buen periodismo y la cultura. Que sean también años de lustre, avance, bienestar y concordia para todos los españoles.
Muchas gracias.