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Palabras de S.M. el Rey en la entrega de la XLI edición del Premio de Periodismo “Francisco Cerecedo”

Hotel Ritz. Madrid, 11.18.2024

Buenas noches a todos, y especialmente al premiado de este año Carlos Franganillo, y también a Ana, su mujer.

Nos reúne un año más en Madrid la cita, como precisa la convocatoria, con “el talento, la originalidad, la capacidad de transgredir presiones e influencias y el impulso a la libertad de expresión”: el premio Francisco Cerecedo. Es, como siempre, un placer para la Reina y para mi acompañaros.

Hoy la actualidad nos envuelve en un contexto de profunda tristeza. Ya han transcurrido 20 días desde que la DANA provocara unos efectos devastadores (con más de 220 víctimas mortales) en numerosos municipios del levante y sur de España, en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía. Y, lamentablemente, la semana pasada se registraban en otras localidades episodios similares (pero sin perder a nadie), provocando mucha preocupación e incertidumbre, además, en las zonas ya afectadas tan duramente.

Ante la dimensión de esta tragedia y destrucción, nos hemos visto en la necesidad de replantear el tradicional formato de este acto; un cambio que, dadas las circunstancias, es un enfoque que consideramos totalmente necesario y comprensible. En estos momentos, lo de menos es cómo lo hacemos, los detalles que habitualmente hemos mantenido. Lo que importa ahora es mantener la esencia de este encuentro. Por eso estamos aquí.

En situaciones como esta cobra, aún si cabe, más valor el propósito del premio: reconocer los mejores valores del periodismo, los que permanecen inalterables con el paso del tiempo, a pesar de los numerosos cambios a los que están expuestos los medios de comunicación, los profesionales y la profesión misma.

Por eso queremos felicitar a la APE (Asociación de Periodistas Europeos) —por su incansable trabajo edición tras edición— y a todos quienes contribuís a hacer posible este premio que rinde homenaje a Francisco, Cuco, Cerecedo, desde hace 41 años; desde que, en 1983, con Rafael Sánchez Ferlosio, se diese comienzo a esa magnífica relación de profesionales comprometidos con el buen periodismo, que figura en vuestros programas y que están en el recuerdo de todos con admiración y gratitud.

Este año, en el que cumplo 10 años como Jefe de Estado, como Rey proclamado ante las Cortes Generales, quiero reflexionar sobre las últimas 10 ediciones de este premio. En todas ellas la defensa del periodismo como pilar esencial para la Democracia ha sido una constante en las palabras de agradecimiento de los premiados. A lo largo de esta última década, en un entorno marcado por la desinformación, por una parte, y por la sobreabundancia informativa, por otra, los premiados han querido subrayar también la necesidad de un compromiso ético y un apego firme a la verdad en el ejercicio de la profesión. El "amor por la verdad” como llegó a reconocer uno de ellos, la integridad del periodista como voz crítica e independiente, son exigencias fundamentales para garantizar que el periodismo continúe desempeñando su papel clave en las sociedades contemporáneas.

"...en este complejo escenario, el periodismo es mucho más que una herramienta para la difusión de noticias. Y permitidme que insista en la idea que expresé en la anterior edición: que el periodismo debe seguir contribuyendo a alumbrar el camino hacia sociedades, “no sólo más, sino, sobre todo, mejor informadas y comprometidas con la libertad”; y debe, por tanto, ayudar a superar igualmente, las barreras que separan y que dividen..."

Señoras y señores,
Contribuir a que el periodismo cumpla ese papel, acercarlo a la sociedad y transmitir la información de la manera más clara posible —viajando, si es necesario, incluso en el tiempo, hasta la sala donde se celebró la Convención de Filadelfia, en 1787 — es lo que hace cada noche Carlos Franganillo; en la actualidad, como director de informativos Tele 5 y presentador de la edición de las 21hrs. Una edición de la que hoy tiene que ausentarse por causas muy justificadas. Estamos seguros de que sus espectadores lo entenderán.

Felicidades, Carlos, por este reconocimiento que se suma a los muchos que te han concedido y que valora, no solo lo que haces, sino la forma en la que trabajas; una forma perfectamente reconocible para el espectador y a la que te has mantenido fiel a lo largo de tu trayectoria.

Franganillo, que ha llegado a reconocer que la televisión es “cada vez más homogénea y menos atrevida”, está siempre enrolado en buscar la renovación y modernización del cómo se informa. Para ello se sirve de las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para que el espectador comprenda todo lo que le rodea. Las elecciones norteamericanas fueron el mejor ejemplo de esa búsqueda continua. La realidad aumentada le permitió estar, no solo en aquella histórica sala de la convención de Filadelfia, como os decía, sino también en el proceso de recuento de votos en el pabellón de un instituto o en la propia tribuna del Capitolio; algo inimaginable hace años.

Innovador nato, su periodismo continúa con la mejor herencia de los maestros del oficio y conecta perfectamente bien con las nuevas generaciones, siendo un referente de credibilidad a través de la honestidad, la objetividad y el rigor de su trabajo.

En la línea de nuestro recordado Cuco Cerecedo, cuya breve y brillante carrera pivotó, en su condición de enviado especial, sobre los viajes, Franganillo intenta ser siempre que puede testigo presencial de los acontecimientos. De ahí que procure informar desde donde suceden los hechos, consciente de que no hay mejor manera de informar de una realidad que estando en ella, que conocerla en 1ª persona. Lo ha hecho en muchísimas ocasiones, la más reciente, en la catástrofe de la DANA; una tragedia que obliga a informar con precisión, en la que el periodismo de calidad, de la más alta calidad, resulta vital.

Pero la figura del premiado no puede entenderse solamente como presentador de informativos. Porque también ha ejercido como corresponsal, en dos de las corresponsalías más trascendentes informativamente hablando —Moscú, primero, y Washington, después—. A ello suma, además, la infinidad de coberturas que ha realizado a lo largo de todo el mundo. La del 20⁰ aniversario de la caída del Muro de Berlín fue una de ellas. La cubrió en noviembre de 2009.

Y, ya que recientemente acaba de cumplirse el 35º aniversario, quisiera aprovechar esta coincidencia en esta parte final de mi intervención.

Decía el escritor Mark Twain que la Historia no se repite, pero a menudo rima. Y, aunque han pasado más de tres décadas de aquel momento histórico −uno de los más significativos del Siglo XX−, este 35 aniversario es un recordatorio de que debemos estar alerta ante las rimas de la historia porque las divisiones pueden persistir de muchas formas.

Por eso, en este complejo escenario, el periodismo es mucho más que una herramienta para la difusión de noticias. Y permitidme que insista en la idea que expresé en la anterior edición: que el periodismo debe seguir contribuyendo a alumbrar el camino hacia sociedades, “no sólo más, sino, sobre todo, mejor informadas y comprometidas con la libertad”; y debe, por tanto, ayudar a superar igualmente, las barreras que separan y que dividen.

Muchas gracias y, de nuevo, enhorabuena Carlos Franganillo.

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