Hace un año nos reunimos en este mismo lugar —la Plaza de la Armería del Palacio Real— para rendir entonces, con emoción y ante tanto dolor e incertidumbre, el homenaje de una Nación a los miles de personas que habían fallecido a causa de la pandemia. Entonces dije que aquel sería un día que conservaríamos en nuestra memoria; que quedaría grabado en nuestros corazones; un día que dejaría huella en nuestras conciencias.
Hoy regresamos a este lugar porque necesitamos y debemos recordar a todos aquellos que —hasta entonces y desde entonces— no están con nosotros. Y mostrar del modo más solemne nuestro profundo respeto, reconocimiento y admiración al personal sanitario que, desde los inicios de esta crisis, trabajó sin descanso, con determinación y total entrega tratando de contener una enfermedad para la que, en esos momentos, no se disponía de tratamientos ni vacunas.
Hoy sentimos nuevamente la emoción de estar unidos en memoria de todos los fallecidos para acercarnos y acompañar a todas las familias que necesitan y merecen ese consuelo verdadero y emocionado porque perdieron a alguno de sus miembros. Los silencios, los testimonios, la música, los gestos, los símbolos y la solemnidad, nos ayudan, nos conducen a sentir colectivamente algo que es profundamente personal, íntimo.
No existen palabras que de verdad consuelen la pérdida y ausencia de un ser querido. Y aunque hacerlo resulta verdaderamente difícil, quiero decirles que cuentan con todo nuestro sentimiento, con nuestro mayor respeto y con nuestro abrazo emocionado. España jamás olvidará a los ciudadanos que se enfrentaron a esta dura enfermedad. A todos los que fallecieron en soledad. A esa generación de personas mayores que tanto vacío han dejado, a las que tanto debemos —su sabiduría, sus enseñanzas, sus recuerdos— y que nos han hecho ser lo que somos.
Y, por supuesto, a todos los profesionales de la sanidad que entregaron lo más preciado que tiene el ser humano: su propia vida. Y que lo hicieron salvando y tratando de salvar muchas otras. Todos ellos, con su ejemplo, ya han dejado una huella indeleble en nuestra historia. Por ello, queremos manifestar nuestra gratitud infinita. La concesión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, a título póstumo, es expresión del mayor reconocimiento.
"...honremos en este día la memoria de quienes no sobrevivieron a este tiempo, conservando intacto lo que toda crisis nos desvela, individual y colectivamente. Sigamos construyendo en su ausencia, pero con su recuerdo, un país mejor para las próximas generaciones..."
Sin duda, es responsabilidad de todos, autoridades e instituciones, mantener viva la memoria de lo sucedido; no permitir el olvido. Y esa memoria también se ejerce aprendiendo de todo lo vivido. También es tarea de todos seguir cuidándonos y protegiéndonos para poder dejar atrás cuanto antes estos tiempos tan difíciles. Y en este esfuerzo, nadie puede quedar al margen, nadie debe permanecer indiferente. Seguimos luchando contra el virus y sus efectos sobre la vida, la salud, nuestra vida en sociedad, el trabajo y la actividad económica.
Esta mañana quiero subrayar el reconocimiento a nuestros sanitarios y a quienes desempeñaron funciones esenciales en los momentos más duros. A todos —mujeres y hombres— que, en los días más sombríos, antepusieron su deber a su seguridad, actuaron de acuerdo con su conciencia cívica y solidaria, y dieron lo mejor de sí mismos, aportando como profesionales todo lo que sabían y, humanamente, todo el coraje y la voluntad que pudieron.
Así fue expresado en nombre de los profesionales sanitarios que recibieron el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020; y reproduzco aquellas palabras: “Como sanitarios, nuestro trabajo ha sido luchar por la vida, por aliviar, por devolver la esperanza en momentos inciertos. Hubo desaliento, cansancio infinito, lágrimas, miedo, pero siempre volvimos a levantarnos porque rendirse no era una opción”. Nunca se rindieron y tampoco se rendirán ahora.
Todavía hoy seguís en primera línea atendiendo a los ciudadanos; vacunando día y noche en todos los rincones de nuestro país para que todos podamos estar a salvo cuanto antes. Sois un referente ético y social, y un motivo de esperanza para todos los ciudadanos.
La evolución de la pandemia nos recuerda constantemente que debemos seguir con las precauciones sanitarias y que la recuperación depende de todos. Pero también debemos tener confianza; una confianza que se basa en los mejores valores que durante esta crisis han emergido en nuestra sociedad —solidaridad, generosidad, entrega—, y que se justifica igualmente en los continuos avances en la investigación científica y médica. Lo acabamos de escuchar y ese es precisamente el espacio desde el que podemos seguir avanzando.
Un año después del anterior homenaje de Estado, nos acompaña, por tanto, la esperanza que representan las vacunas, los nuevos tratamientos y adelantos en el área de la medicina. Y, con ellos, nos acompaña la perspectiva de una mejor situación sanitaria. Esto supone, sin duda, un impulso para vencer esta pandemia que nos ha puesto a prueba a todas las sociedades; una pandemia que en muchos aspectos ha marcado un antes y un después en nuestras vidas; que ha demostrado de un modo irrevocable lo necesaria que es la cooperación en todos los ámbitos de nuestra convivencia y que, frente a desafíos tan graves como este, la unidad es fundamental.
Honremos en este día la memoria de quienes no sobrevivieron a este tiempo, conservando intacto lo que toda crisis nos desvela, individual y colectivamente. Sigamos construyendo en su ausencia, pero con su recuerdo, un país mejor para las próximas generaciones.
Muchas gracias.