Mis primeras palabras son, sobre todo para felicitaros —en mi nombre y en el de la Reina— por haber recibido este Premio ¡y merecerlo!; pero también para daros las gracias por vuestro recibimiento tan cariñoso.
Esta es sin duda una edición muy especial, pues es el primer año que lo entregamos como Reyes de España, y al hacerlo nos acordamos mucho de nuestras queridas hijas. Particularmente Leonor —por ser la Princesa de Asturias— que sabe al igual que su hermana la Infanta Sofía, que nuestra vinculación con esta tierra es muy intensa, por tantas razones personales e históricas.
Nos sentimos hoy muy felices al compartir con vosotros estas horas de alegría, que sabemos que habéis preparado con toda la ilusión; como sabemos cuánto habéis reforzado vuestra unión para emplearla en embellecer aún más vuestro pueblo y para que este día quede en vuestra memoria para siempre, como también en la nuestra.
Estamos asimismo seguros de que vosotros recordaréis en estas horas con especial intensidad y quizá, por qué no, con cierta melancolía, a tantos familiares y vecinos que tuvieron que irse muy lejos, aunque con la ilusión de forjar una vida mejor. En este rincón de Asturias, como en tantos pueblos y aldeas del Principado, conocéis muy bien la añoranza, la mirada desde la lejanía, el deseo del regreso y la entrega solidaria de los que emigraron para mejorar la vida de los que se quedaron aquí.
Con razón nunca habéis olvidado la generosidad y el esfuerzo hechos en los primeros años del pasado siglo por vuestros emigrantes a Cuba. Una generosidad y un esfuerzo que se materializó, entre otras muchas cosas, en la construcción de 21 escuelas por la denominada Sociedad de los Naturales del Concejo de Boal en La Habana, un hecho único en la historia de Asturias, digno de todo elogio y reconocimiento.
Aquella actitud altruista de vuestros emigrantes ayudó a que prendiera en vosotros el gusto por el trabajo compartido y por el asociacionismo, que tantos y tan buenos frutos están dando en el concejo.
Es lo que el Jurado ha querido destacar y reconocer en el fallo de este Premio: vuestra capacidad para llevar a cabo múltiples iniciativas y vuestro deseo de llevar adelante —y unidos— tantos proyectos, convencidos de que incluso los mayores sacrificios se hacen con más impulso si se comparten no solo los éxitos, sino también las dificultades.
"...Es lo que el Jurado ha querido destacar y reconocer en el fallo de este Premio: vuestra capacidad para llevar a cabo múltiples iniciativas y vuestro deseo de llevar adelante —y unidos— tantos proyectos, convencidos de que incluso los mayores sacrificios se hacen con más impulso si se comparten no solo los éxitos, sino también las dificultades..."
Porque para una sociedad lo peor no son los fracasos, sino que no haya iniciativas o nuevos proyectos que hagan soñar. Por eso, porque habéis sabido unir vuestro deseo de mejora con la firme voluntad de superación, estáis progresando y siendo testigos del prometedor impulso económico, social y cultural de esta tierra.
Dais así ejemplo, además, de cómo es preciso tener siempre esperanza y cómo anheláis que estas ideas lleguen al corazón y al espíritu de vuestros hijos, de las niñas y niños y de los jóvenes.
Podéis sentiros, por todo ello, muy orgullosos de lo que estáis haciendo y, además, orgullosos de hacerlo conservando una forma de vida de la que han nacido casi todos nuestros valores; un modo de convivencia basado en la honradez, el trato continuo, el afecto, el hacer honor a la palabra dada y la solidaridad, a la vez que el respeto a la naturaleza y el vivir en armonía con ella.
Una forma de vida y una hermosa naturaleza que inspiraron tantos y tan maravillosos versos a vuestro vecino, el poeta Carlos Bousoño, a quien en 1995 entregamos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Sabéis bien que una sociedad se define por los valores que defiende; y vosotros, al rechazar la destrucción del paisaje y la búsqueda del provecho inmediato, y trabajar, —como hacéis— por encontrar el equilibrio entre el progreso y el bienestar, sois los verdaderos protagonistas y dueños de vuestro futuro. Un futuro que queréis —y lo aplaudimos— con aire limpio, con bosques defendidos de las llamas, con el agua de los ríos pura y la flora y la fauna autóctonas protegidas.
Para alentar y proteger todos estos ideales y valores nació este galardón, hace 25 años; y en este tiempo no nos ha dado más que enormes satisfacciones y alegrías.
Quisiera, antes de terminar mis palabras, recordar con mucho afecto a todos los pueblos que han presentado sus candidaturas y animarlos para que sigan trabajando por su tierra, por sus comunidades y proyectos. Y quisiera dar, también, las gracias a los miembros del Jurado, que actúan con alta responsabilidad y compromiso para que este Premio simbolice lo mejor de Asturias: su belleza, el espíritu de superación de sus gentes y su visión esperanzada del futuro.
Vuestro ejemplo, vuestra acogida, tan llena de generosidad y de afecto, hacen de este día algo inolvidable para Nosotros. Expresáis así fielmente el alma de esta tierra, el verdadero corazón y el alma de nuestra querida Asturias.
Muchas gracias a todos y de nuevo enhorabuena.