Entender Europa, nuestra Unión Europea, es comprender los motivos que propiciaron su constitución; es creer en las singularidades de cada uno de los territorios que la conforman. Hoy nos encontramos en esta XXIIIª Conferencia de Presidentes de las Regiones Ultraperiféricas, que es el espejo desde el que mirar a esa Europa diferente, pero, como dice su lema, “Unida en la diversidad” que tan bien nos define.
Sabemos que la Unión Europea tiene múltiples facetas en un proceso aún no concluido de integración que se ha ido desarrollando desde los Tratados de Roma hasta el momento actual; un momento que, por un lado, lo es de incertidumbres, pero por otro, también de necesarias reafirmaciones de unidad. A lo largo de este proceso de construcción se han ido creando y después profundizando políticas que, en su conjunto, han beneficiado a los ciudadanos, han ido forjando una conciencia de pertenencia a un espacio común de valores y han permitido el progreso general. Por eso animo a que lo midamos −o juzguemos− contra el tamaño y complejidad del reto, y en relación a la terrible historia que la precedió, pero sin rebajar nuestra ambición ni exigencia.
Ahora bien, el proceso de integración europea se ha ido produciendo igualmente teniendo presente el respeto hacia las singularidades de los territorios que conforman los Estados de la Unión. El lema de la Unión que acabo de mencionar, es precisamente la muestra de esta voluntad simultánea de integración y de respeto a las peculiaridades de cada uno de sus integrantes.
El foro que nos reúne hoy es un ejemplo de cómo la unión en la diversidad se hace presente en unos territorios con unas particularidades muy específicas y cuya distancia geográfica de lo que comúnmente conocemos como el continente no les impide, sin embargo, ser y sentirse plenamente europeos y copartícipes de ese proceso de integración.
Y celebramos este foro en un lugar incomparable, en unas islas y en una ciudad que son polo de atracción de millones de europeos continentales por lo agradable de su clima, la belleza de sus paisajes, la cordialidad de sus habitantes y la alta calidad de sus servicios. Un archipiélago atlántico que constituye la frontera sur de Europa y representa un magnífico nexo de unión de nuestro continente con África y América; unas Islas Canarias que se han modernizado y prosperado gracias, en buena medida, a su cooperación en el modelo integrador de la Unión Europea a través de España y a la política de la Unión destinada a las regiones ultraperiféricas.
Quiero reconocer aquí el trabajo realizado a lo largo de tantos años por la Comunidad Autónoma de Canarias y por los órganos representativos de las regiones de Azores, Madeira, Martinica, San Martín, La Reunión, Guadalupe, Mayotte y la Guayana para conseguir un tratamiento específico de la ultraperiferia que está siendo satisfactorio para todos.
Son regiones muy diferentes entre sí en cultura, economía, historia, recursos naturales, pero han demostrado que son capaces de avanzar conjuntamente, favoreciendo un tratamiento singular que les permita vivir en condiciones de igualdad con el resto de los ciudadanos que residen en la Europa continental, y así, contribuir decisivamente a la construcción de un espacio singular dentro de ese gran espacio común que es la Unión.
Son igualmente regiones vinculadas de maneras diferentes a los Estados miembros de los que forman parte, pero todas han sabido guiarse por la solidaridad tanto entre ellas como con sus Estados y la Unión, defendiendo siempre que su realidad fuera tenida en cuenta para beneficiarse del mercado interior al que pertenecen y de las políticas comunes europeas.
"...la Unión Europea tiene múltiples facetas en un proceso aún no concluido de integración que se ha ido desarrollando desde los Tratados de Roma hasta el momento actual; un momento que, por un lado, lo es de incertidumbres, pero por otro, también de necesarias reafirmaciones de unidad..."
Hoy miran de frente a una Europa que no solo ratifica la realidad distinta de la ultraperiferia sino que sabe también identificar las oportunidades que representan estos territorios por su situación geográfica u otras cualidades que les permiten, como en el caso de estas Islas, ser un laboratorio único en materias como el sector primario, la Educación, la I+D, o en energías renovables. Precisamente, esta isla que hoy nos acoge cuenta con uno de esos centros únicos en Europa, la Plataforma Oceánica de Canarias, PLOCAN, para la investigación en el campo de las ciencias y tecnologías marinas.
Señoras y señores,
La redacción del actual artículo 349 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea fue un hito, fruto de esa acción coordinada de los tres Estados miembros, de la Comisión y de las nueve regiones ultraperiféricas, que ha permitido darles visibilidad y conformar una herramienta normativa que da una base jurídica clara para la definición y ejecución de políticas en beneficio del desarrollo social y económico de estas regiones.
Para España, la defensa de la ultraperiferia ha sido siempre una política de Estado, independientemente del signo político de sus Gobiernos. La Constitución española de 1978 establecía ya especificidades para Canarias y la Disposición Adicional Tercera se adelantaba al establecimiento del propio Gobierno autonómico canario reconociendo su singularidad. Como saben el día 6 de diciembre celebramos —ya lo estamos haciendo— su 40 aniversario.
Desde entonces se ha andado mucho y la implicación del Gobierno canario en la definición de su propio régimen económico se ha convertido en decisiva a través de las disposiciones de los Estatutos de Autonomía y de su participación en los mecanismos decisorios de la política europea del Gobierno. Todo ello porque el compromiso de España con uno de sus territorios, el más alejado del continente, ha sido siempre claro e indefectible.
Ese compromiso de España con la realidad canaria ha tenido su correlato en los de Portugal y de Francia con sus respectivas regiones ultraperiféricas. Sin una acción concertada de los tres Estados miembros con esas regiones no se habría conseguido lo que hoy podemos celebrar: una política europea clara y decidida en favor de las regiones alejadas geográficamente del continente para que dejen de estarlo en cuanto a su desarrollo económico y social. Pero esto tampoco se habría podido lograr sin la colaboración de la Comisión Europea, que desde el principio comprendió la necesidad de esta política.
Las regiones ultraperiféricas han demostrado su capacidad para sumar esfuerzos respetando sus características diferenciadoras, convirtiendo su diversidad en un elemento de unión, en un futuro común dentro de la Unión Europea.
La cohesión territorial, la convergencia económica y el progreso social son pilares esenciales de la construcción europea. La diversidad que representa la ultraperiferia se ha sabido combinar con principios como la solidaridad, la igualdad y el respeto a los marcos jurídicos y constitucionales de cada uno de los Estados miembros y al esquema normativo de la Unión. Así ha sido hasta ahora y estoy convencido de que así seguirá siéndolo.
Hoy el Presidente de Canarias, Fernando Clavijo, cede el testigo de la Presidencia de esta Conferencia de Presidentes al Presidente del Consejo Territorial de San Martín, Daniel Gibbs. Estoy seguro de que la ejercerá con el mismo acierto y dedicación que el Presidente Clavijo a lo largo de este año.
Queda inaugurada la sesión asociativa de la XXIII Conferencia de Presidentes de las Regiones Ultraperiféricas de la Unión Europea.
Muchas gracias.