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Palabras de S.M. el Rey en la inauguración del I Congreso Mundial Xacobeo

Colegio de Fonseca. Santiago de Compostela (A Coruña), 6.3.2021

En la historia de la Humanidad muchas son las tradiciones que nacen ligadas a un tiempo concreto o a un lugar preciso. Con ellas, los pueblos expresan creencias que, con frecuencia, están limitadas por la época o la geografía que las enmarca. Se trata de costumbres valiosas por los valores que encierran y por su capacidad de contribuir a la formación de las sociedades; y también son objeto de estudio para historiadores y etnógrafos, aunque muchas veces acaban siendo tradiciones pasajeras. El caso de la tradición Xacobea es insólito porque, habiendo nacido en un tiempo y un lugar determinados, se expande por toda España, por Europa y por el mundo logrando que pueblos alejados entre sí se sientan vinculados a un mismo horizonte.

Su esencia es el Camino, camino físico, camino interior y espiritual, y su protagonista un caminante, otro sello distintivo de la cultura que encarna la figura del Apóstol Santiago, y en la que tan importante es llegar como recorrer el itinerario. Gracias a esas características que lo distinguen, el Camino de Santiago —o los Caminos de Santiago, para ser fieles al título del programa de actividades de este Primer Congreso Mundial Jacobeo de la Academia Xacobea—, han trascendido el tiempo y son precursores de lo que podría denominarse una globalización espiritual. La persistencia de su influjo resuelve un dilema que preocupó a numerosos humanistas y que hoy vuelve a plantearse. Me refiero al que contrapondría al hombre ligado únicamente a una cultura específica a aquellas personas que también sienten al conjunto de la Humanidad como su propio hogar.

El Códice Calixtino refiere en varios de sus pasajes las procedencias de los peregrinos de entonces, en la lejana Edad Media. La relación resulta asombrosa para el lector contemporáneo debido a que en ella se prefiguran las naciones y regiones que componen la Europa de nuestros días.

El Códice ofrece un amplio mosaico de culturas que, a lo largo del tiempo, se irían articulando y aproximando y que, de este modo, favorecieron también la superación de los conflictos que asolaron el Viejo Continente. Una de las primeras aproximaciones es la que se produce cuando peregrinos de tierras entre las que no había conexión alguna —o que sólo se habían relacionado en los campos de batalla— se encuentran en el Camino de Santiago y se reconocen como europeos. Goethe supo apreciarlo al proclamar que “Europa se hizo peregrinando a Compostela”.

La 1ª gran virtud de la Ruta Xacobea, que hace de ella una de las tradiciones más longevas, es hacer compatible lo local y lo global en un tiempo, además, en el que ambos términos se encontraban separados por una distancia inconmensurable. El Camino forja una comunidad más amplia sin por ello borrar el sentido de pertenencia de cada hombre o mujer que atraviesa el Pórtico de la Gloria. Y lo hace con peregrinos de muy diferentes culturas, realidades y formas de ver el mundo.

La 2ª aportación de la tradición xacobea consiste en reafirmar la vigencia de valores compartidos por gentes de orígenes muy diversos. A pesar de las fronteras, de los conflictos y de las ideologías opuestas, existe un sustrato común sin el que la atracción del Camino sería inexplicable. Por ello, no es sorprendente que en los testimonios que se recopilan de los peregrinos haya siempre referencias al reencuentro con uno mismo, al sentimiento de hermandad con los demás caminantes, a la comunión con la naturaleza o al sosiego que se siente cuando se culmina una etapa.

Quien llega a esta Plaza del Obradoiro es el mismo que el que inició el trayecto, pero a la vez es distinto gracias a unos valores acentuados, recobrados, vigorizados por la experiencia del Camiño.

"...el peregrino puede caminar solo, pero sintiéndose parte de una gran comunidad que le proporciona ayuda y aliento. Las circunstancias adversas que forman parte del momento que nos ha tocado vivir, requieren reforzar los afectos entre personas, comunidades y naciones. Requieren, en suma, inspirarse en los Caminos que han unido a Galicia y a toda España..."

Paulo Coelho, un peregrino oriundo de ultramar y cuyo ingreso en la Academia Xacobea se celebra precisamente el día de hoy, constata que “Santiago no es el final del Camino sino el principio”. El final del Camino físico da inicio a otro espiritual en el que las vivencias atesoradas son las provisiones del peregrino, y las etapas de la vida equivalen a las de la Ruta Jacobea. Ello hace que la Galicia entendida por los antiguos como fin de la tierra, sea también un comienzo que encierra un sinfín de posibilidades para quienes, viniendo a estas latitudes, se convierten en gallegos adoptivos que incorporan las virtudes de esta querida tierra de España.

La Academia Xacobea ha querido sumar a sus valiosas aportaciones a la cultura del Camino, un Congreso que realmente es mundial, como señala su título, porque la luz que aquí nació llega a todos los rincones del planeta. Por ello es realmente un orgullo para mi, también como Embajador de Honor del Camino desde 2015, inaugurar una peregrinación intelectual en la que pensadores procedentes de tantos lugares, van a enriquecer el gran acerbo xacobeo con aportaciones relativas al origen de los Caminos, la filosofía y la literatura que inspiran, el derecho que generan, el patrimonio que fomentan e incluso a la salud que proporcionan.

A miña presenza neste acto inaugural quere manter a tradición de tantos monarcas que alentaron, defenderon e espallaron a tradición xacobea, sabedores de que era a manifestación de inquedanzas arraigadas no máis fondo sentimento popular. Séculos despois, os Camiños de Santiago seguen a ser a expresión de desexos que forman parte do mellor da natureza humana. Como saben os peregrinos, eses Camiños teñen etapas duras nas que semella que non hai forzas dabondo para continuar. Neses momentos aparece a tentación de abandonar e esquecer os obxectivos marcados ao comezo da viaxe.

A pandemia e as súas secuelas económicas son un tramo moi difícil que precisou de grandes esforzos sanitarios e económicos, e quero aproveitar a miña presenza aquí para recoñecer o esforzo e a boa resposta do pobo galego para poder superar esta complicada situación acadando unha incidencia máis baixa da enfermidade.

Ademais da súa resposta pertinente, afrontar un momento tan complexo tamén require dunha forza interior suplementaria que podemos atopar en tradicións que, malia nacer nun tempo e nun lugar, son hoxe universais. Así se demostra con este Congreso Mundial da Academia Xacobea.

Señoras y señores.
El peregrino puede caminar solo, pero sintiéndose parte de una gran comunidad que le proporciona ayuda y aliento. Las circunstancias adversas que forman parte del momento que nos ha tocado vivir, requieren reforzar los afectos entre personas, comunidades y naciones. Requieren, en suma, inspirarse en los Caminos que han unido a Galicia y a toda España para seguir transitando por ellos durante las “mil primaveras” a las que se refirió Álvaro Cunqueiro.

Muchas gracias. Moitas grazas.

Y ahora, declaro inaugurado este primer Congreso Mundial Xacobeo, con mis mejores deseos de éxito y con la esperanza de vivir próximamente aquí en Santiago de Compostela la celebración de la festividad de Santiago Apóstol y realizar la tradicional ofrenda real.

Se levanta la Sesión. Muchas gracias.

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