Hoy, 12 de julio, retomamos, una tradición llena de significado para todos nosotros, profundamente española, europea, y universal: el Acto con el que conmemoramos el inicio del Año Jacobeo 2021-2022.
Desde hace ya casi tres décadas nos hemos reunido aquí en Navarra, en Roncesvalles, para dar la bienvenida al Año Santo, aunque habitualmente rodeados de un paisaje nevado...
En esta ocasión las restricciones y recomendaciones sanitarias han condicionado esta cita jacobea, retrasada hasta el día de hoy. Y puesto que todavía persiste la pandemia seguimos teniendo que someternos a necesarias limitaciones.
Este enclave histórico al pie de los Pirineos nos acoge pues en verano para celebrar esta primera etapa de un Jacobeo que, en esta oportunidad y excepcionalmente, será bienal. Se trata de un acto conmemorativo que tiene como objetivo celebrar la existencia de un camino de encuentro entre personas de muy distintos orígenes, que en pleno siglo XXI se mantiene vivo desde la Edad Media.
Durante meses las rutas jacobeas han permanecido en silencio. La llegada de peregrinos al Camino también se ha visto afectada por el impacto de la pandemia en nuestras vidas. Éste pasará entonces a ser un día de esperanza gracias a la reactivación del Camino de Santiago que, aún con la prudencia que exigen las circunstancias, ha sido posible con el esfuerzo de las Administraciones e Instituciones aquí presentes y asociaciones.
A todos ellos, a todos los que atienden cualquier aspecto que ayude a que el Camino ofrezca garantías de asistencia, orientación, servicios básicos y seguridad, queremos transmitirles nuestro sincero reconocimiento. Los peregrinos, los turistas, todos los que visiten tantos lugares ubicados en este −y todos− los Caminos a Santiago, estarán bien atendidos y disfrutaran de experiencias únicas, siempre extraordinarias e imborrables.
Para la Reina y para mí ha sido una inmensa alegría poder compartir con muchos de los presentes este pequeño tramo del Camino que hemos recorrido hoy; que es, en sí mismo, un símbolo de la necesaria y fructífera colaboración institucional en la protección y promoción de este importantísimo bien cultural y natural; también lo es espiritual.
Cada paso y cada kilómetro de la Ruta Jacobea son realmente mágicos y dinamizadores. El Camino de Santiago es un auténtico elemento transformador y tiene una especial relevancia para todos los territorios por los que transcurre. No podemos ignorar que desde hace muchos siglos, incluso desde los primeros peregrinos, hay un efecto claro de impacto económico en el entorno, de intercambios y prosperidad; como también lo hay en la constante búsqueda de un equilibrio que hoy identificamos con la sostenibilidad.
Una prosperidad que llega, por ejemplo, con el paso decidido de los más de 350.000 peregrinos que dejaron su huella en 2019 en las calles de Santiago de Compostela –sin ser aquel Año Jacobeo−. Sabemos además que casi un 60% de ellos procedían de fuera de nuestras fronteras, de países de los cinco continentes.
"...en estos momentos necesitamos reencontrarnos con todo lo que acompaña y genera el Camino a Santiago (en todas sus rutas): su sentido profundo y espiritual, la recuperación de las relaciones sociales, el intercambio de experiencias, y una actitud, un comportamiento siempre constructivo y respetuoso con la Naturaleza. Todo ello nos enriquecerá y ayudará a superar esta crisis en el presente y con una mirada esperanzadora en el futuro..."
El Camino ha unido siempre el patrimonio histórico y cultural de los países, las regiones y comarcas que recorren los peregrinos en su ruta hacia Santiago. Y retomar la actividad jacobea, con las recomendaciones actuales, nos permite recuperar una de sus funciones principales: la vertebración del territorio.
Este acto en Roncesvalles inaugura de manera oficial la celebración de un Jacobeo muy especial. De forma excepcional se extiende el acontecimiento a 2022, para el disfrute de los peregrinos y de todos aquellos que deseen celebrar el Año Santo. Sin duda, en estos momentos necesitamos reencontrarnos con todo lo que acompaña y genera el Camino a Santiago (en todas sus rutas): su sentido profundo y espiritual, la recuperación de las relaciones sociales, el intercambio de experiencias, y una actitud, un comportamiento siempre constructivo y respetuoso con la Naturaleza. Todo ello nos enriquecerá y ayudará a superar esta crisis en el presente y con una mirada esperanzadora en el futuro.
Señoras y señores,
Las peregrinaciones han contribuido a desarrollar una parte fundamental de la historia, la cultura y el arte europeos. Muchas ciudades surgieron con el fenómeno jacobeo y otras ya existentes se desarrollaron impulsadas por el constante ir y venir de peregrinos.
El diálogo intercultural entre los peregrinos y las poblaciones locales a lo largo del Camino ha sido siempre “un símbolo de fraternidad” y “un auténtico eje vertebrador” de la conciencia europea. Así lo reconoció el Jurado en la concesión, en 2004, del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia al Camino de Santiago.
Tampoco podemos olvidar los valores de la tradición jacobea, que refuerzan a nuestra sociedad sobre pilares inclusivos, muy presentes en el Camino, como son la solidaridad y la hospitalidad.
Y es un placer volver hoy a Roncesvalles. Once años después del último Año Santo, celebramos los más de diez siglos de historia del Camino y confiamos en que el caminar de los peregrinos no vuelva a interrumpirse. Son ellos y otras personas —visitantes, hospitaleros, comerciantes, artistas— quienes logran que esta Ruta sea un referente internacional, universal.
En esta oportunidad quiero recordar que el Camino fue el 1º Itinerario Cultural Europeo declarado por el Consejo de Europa, en 1987, señalando —y cito literalmente— que “Durante siglos, los peregrinos pudieron descubrir nuevas tradiciones, nuevas lenguas y nuevos estilos de vida, y regresaban a su país con una rica identidad cultural, fenómeno poco habitual en una época en que los viajes de larga distancia exponían al viajero a grandes peligros. Así pues, las rutas del Camino de Santiago son un símbolo, al reflejar casi mil años de historia europea y servir de modelo de cooperación cultural para toda Europa.”
También, en 1993, la UNESCO destacó la importancia y la trascendencia del Camino de Santiago al declararlo Patrimonio Cultural de la Humanidad; y en 2004 el Consejo de Europa reafirmó nuevamente su apoyo al nombrarlo Gran Itinerario Cultural de nuestro continente. Por todo ello, podrán entender el orgullo que siento y la responsabilidad que para mí representa ser Embajador de Honor del Camino de Santiago, credencial que recibí en Compostela en 2015.
Hoy, señoras y señores, el Camino sigue vivo, mantiene intactos su proyección y su razón de ser. Es un poderoso imán que no cesa de atraer a peregrinos venidos de todo el mundo. Ofrece una profunda experiencia espiritual y social y favorece el contacto con otras personas a un ritmo pausado, más humano, que es propia de esta experiencia. Todo ello en un entorno cultural y paisajístico de gran belleza y variedad, como el que acabamos de recorrer entre robles y hayedos tan típicos de los bosques de Navarra.
Podemos concluir que es el Camino el que transforma a los peregrinos en protagonistas de la Historia. A su llegada a la plaza del Obradoiro, ya han entrado a formar parte de ese legado secular de convivencia e intercambio cultural que les ha aportado la Ruta Jacobea. Y con los peregrinos conviven otras muchas personas que velan por su caminar y son también parte de esta vivencia que se renueva permanentemente desde hace más de mil años.
Este es el Camino que vive y que late entre nosotros. Este es el paisaje del Año Jacobeo 2021-2022 que hoy inauguramos. Muchas gracias y buen Camino a todos.