Buenos días y antes de nada pues querría dar las gracias a nuestros anfitriones de La Caixa por acogernos. También les agradezco que nos acompañen en este aniversario de Unicef desde el que el comité español nos sumamos con compromiso y con entusiasmo.
Estamos aquí, ya lo saben, y lo van a escuchar muchas más veces, para recordar que hace 75 años quienes tenían la responsabilidad de tomar decisiones determinaron que los niños y las niñas del mundo tenían que ser protegidos y amparados para evitar situaciones de privación, de pobreza, de violencia y de abuso. Y para eso se creó esta agencia de NNUU.
"...La desigualdad no tiene tan solo que ver con una cuestión económica, tiene que ver también con la voluntad de todos. La voluntad de sociedades como la nuestra que tienen los recursos para poder cambiar esta realidad. Y tiene que ver con una pregunta muy simple: ¿en qué tipo de sociedad queremos vivir? Y esta es la pregunta que se hace UNICEF desde hace 75 años. Gracias por contribuir a esa “cadena de sucesos” virtuosa de la que hablaba Audrey Hepburn. Gracias por tanto, también por ser parte de la solución. Gracias..."
Cuando pasan los años y nos enfrentamos como ahora a una cifra así, redonda, 75, conviene echar, un poco solo, la vista atrás. Los resultados del trabajo de Unicef en estos 75 años están publicados y son accesibles para todo el mundo y son muy relevantes en tantos ámbitos como ustedes se puedan imaginar: nutrición, vacunación, educación –y todo lo que comporta la educación-, acceso a servicios sanitarios, apoyo psicosocial para el bienestar emocional, la salud mental, prevención de retraso en el crecimiento, formación en igualdad de género, programas de atención a la discapacidad, canales seguros también para denunciar abusos sexuales… Es imposible nombrar aquí todos los ámbitos en los que Unicef ha trabajado en todo este tiempo. Pero debemos alegrarnos porque los resultados son buenos. Y se ha ayudado y se ha protegido a cientos de millones de niños y de niñas en todo el mundo.
Conviene, como digo, echar la vista atrás pero también mirar hacia delante y pensar, por supuesto, en las consecuencias que ha dejado la pandemia. Porque Unicef ha sabido siempre identificar los problemas y en esto lo tiene muy claro. Todo el progreso logrado ha retrocedido, a causa de la pandemia, en todos los indicadores importantes de la infancia.
Esto dicho así suena superficial, en seguida en esta mesa redonda nos darán los detalles y las explicaciones, pero permítanme que intente resumirlo en una frase, una frase que ni si quiera es dura pero es real. No es ni mucho menos tan cruda como la realidad refleja. En este instante, en muchos lugares del mundo, hay un número, una cifra, poco soportable de escuchar de niños y de niñas que no tiene qué comer, que no pueden ir al colegio, que están siendo explotados laboral o sexualmente, o los dos, que no tienen acceso a servicios de saneamiento básico o a servicios sanitarios decentes que son maltratados y que sobreviven en condiciones de pobreza que son difíciles de concebir.
La desigualdad no tiene tan solo que ver con una cuestión económica, tiene que ver también con la voluntad de todos. La voluntad de sociedades como la nuestra que tienen los recursos para poder cambiar esta realidad. Y tiene que ver con una pregunta muy simple: ¿en qué tipo de sociedad queremos vivir? Y esta es la pregunta que se hace UNICEF desde hace 75 años. Gracias por contribuir a esa “cadena de sucesos” virtuosa de la que hablaba Audrey Hepburn. Gracias por tanto, también por ser parte de la solución. Gracias.