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Palabras de Su Majestad el Rey en la clausura la IX Conferencia de Embajadores y Embajadoras de España

Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Madrid, 1.14.2025

Embajadores y Embajadoras, un placer veros a todos y tener esta oportunidad de presidir, una vez más, esta clausura de la Conferencia de Embajadores y Embajadoras de España. Este foro ya consolidado, son nueve ediciones, como espacio de encuentro, intercambio y reflexión conjunta, yo creo que son indispensables para formular una política exterior sólida, coherente y con altura de miras. O, como bien pone el lema, una política exterior con “identidad propia”.

Además, pues, por supuesto quería desearos un buen 2025, ya estamos bien entrados en él, y quiero, sobre todo, que estas palabras sirvan y luego las que tengamos en la recepción para agradeceros nuevamente el servicio que prestáis a nuestro país. Sois, al frente de vuestros equipos, las manos, los brazos y los ojos de nuestra política exterior.  Y hacéis lo posible para sacar lo mejor de los medios humanos y materiales disponibles; y lo hacéis, al fin y al cabo, a base de un recurso fundamental con el que habéis demostrado contar de manera ilimitada: y es vuestro espíritu de servicio.

Por nuestra actividad internacional, la Reina y mía (e incipientemente también de la Princesa) conocemos el esfuerzo que hay detrás de cada viaje, de cada reunión y, en su caso, de cada negociación. Sabemos que el éxito o el fracaso radican siempre en la atención a los detalles. Por eso os agradecemos todo ese trabajo incesante, exhaustivo, a menudo fuera de foco…, que fructifica en el avance de nuestros intereses, en nuestra capacidad de velar por la situación de nuestras empresas y ayudar a nuestros compatriotas en el exterior y, con todo ello, también lo hace en la solidez de nuestra reputación internacional.

Gracias igualmente por saber plasmar esa “identidad propia” en vuestra delicada y encomiable labor de defender incansablemente los intereses de España; y de hacerlo con sensibilidad y lealtad hacia los principios y valores que se plasman en nuestra Constitución y en los distintos textos convencionales de los que España es parte.

Quiero pediros que trasladéis a las autoridades de vuestros países en donde os encontráis destinados y ante las organizaciones en las que nos representáis nuestra gratitud por las muestras de apoyo recibidas durante la DANA, que como bien sabéis nos azotó de manera terrible el pasado 29 de octubre. “Cada uno es artífice de su propia ventura” , como decía el Quijote, así que debemos leer estos gestos, también, como un reconocimiento a nuestro propio modo de ser y estar en el mundo: a la solidaridad que nosotros hemos mostrado, tantas veces, ante catástrofes naturales en los cinco continentes.

Queridos Embajadores y queridas Embajadoras, tras dos días de intenso trabajo, de un repaso general a áreas de interés por espacios geográficos, habéis, posiblemente hecho una inmersión total en todo lo que afecta a nuestra política exterior y a los cambios que están en marcha dentro del escenario en el que nos movemos, así que no creo que vaya a aportar nada, pero sí quería compartir algunas consideraciones.

La comunidad internacional afronta grandes desafíos de seguridad, con guerras o conflictos abiertos de gran violencia muy graves; y otros, además, de no menor calado, como a la pobreza extrema, el hambre, la emergencia climática, la desinformación (muchas veces desbordante y de difícil corrección) o el cuestionamiento de la democracia como forma de gobierno, incluso donde parecía fuertemente arraigada.

No porque parezca un lugar común nos cansaremos de repetirlo: los desafíos globales exigen respuestas globales; respuestas que resuman, en forma de consensos, la enorme complejidad y diversidad de sensibilidades e intereses de nuestro tiempo. Ha de ser posible la búsqueda del bien común también en el vasto y convulso espacio de las relaciones internacionales; y compatible con el legítimo interés nacional o de bloques.

El multilateralismo, tan cuestionado en nuestros días, es la mejor salvaguarda para no tropezar en las mismas piedras de la historia; para defender un mundo definido por el derecho, no por la ley del más fuerte. Un mundo consciente de las fracturas y desigualdades, y de que solo el diálogo y la cooperación pueden prevenir que se tornen en conflictos. En el año en que las NNUU celebran su 80 aniversario, España reafirma su compromiso con un sistema multilateral eficaz e integrador; lo que equivale a decir que también lo está con su reforma y actualización allá donde sea necesario.

Nuestra designación como país anfitrión de la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo , el próximo mes de junio en Sevilla, es la prueba de que se nos percibe como un actor comprometido, capaz de trabajar por el consenso. Esperemos que cunda la convicción y la voluntad para que, con esfuerzo y visión, de esa conferencia salga la aprobación de un nuevo paradigma de la financiación para el desarrollo que dé un decidido impulso a los objetivos de desarrollo sostenible.

Embajadores y embajadoras, sois servidores públicos, y como tales sabéis que la democracia no es solo la conquista de una ocasión histórica, sino el fruto de una exigente y delicada labor diaria: una responsabilidad que concierne a todos, autoridades y ciudadanos, de manera cotidiana, con acatamiento de sus normas y respeto a sus valores y equilibrios como la tolerancia, el pluralismo, la separación de poderes, la trasparencia y la rendición de cuentas.

En el exterior, saber defender el estado de derecho y alzar la voz de condena y de presión contra toda violación de los derechos humanos, venga de donde venga, es parte, también, de ese compromiso democrático. Nuestra condición de miembros del Consejo de Derechos Humanos a partir del pasado 1 de enero, nos ofrece una nueva ocasión para demostrarlo , con firmeza y coherencia.

Esos mismos principios y valores iluminan, desde hace décadas, nuestro trabajo en la UE. El arranque de un nuevo ciclo institucional es un buen momento para pensar en qué Europa queremos. Junto a los grandes objetivos (competitividad, defensa de un marco financiero ambicioso, ampliación, nuestra defensa en el espacio geopolítico o geoeconómico en continua evolución), seguiremos poniendo el foco en una Unión centrada en sus ciudadanos: un espacio de paz, estabilidad, crecimiento y bienestar, con un marco institucional sólido, capaz de proyectar sus principios y valores y donde todos los europeos, como dije ante el cuerpo diplomático la semana pasada, se sientan cada vez más reconocidos en su identidad.

Al hablar de Europa debemos recordar que el próximo 24 de febrero se cumplen tres años del inicio de la invasión rusa de Ucrania; tres años de graves violaciones del Derecho Internacional y del Derecho Internacional Humanitario, pero también de un fortalecimiento ─en torno a Ucrania─ fortalecimiento de los valores y razones de ser de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica.

"...os pido que, en este mundo trepidante, sigáis ofreciendo una imagen nítida y fiable de España. Seguid trabajando con la dedicación de siempre para que, con legítimo orgullo, nuestros compatriotas vean, en cada embajada, en cada consulado, la casa de todos los españoles...."

Si alguna luz hay en la oscuridad de esta guerra de agresión, es comprobar que Ucrania no está sola; Ucrania ha entrado, de manera definitiva, en la mente y el corazón de la mayoría de los europeos. Y así deberá seguir siendo en los próximos meses, claves para el futuro de Ucrania, y de nuestra región. España, siempre solidaria, seguirá estando a la altura.

Es verdad que preocupa lo que pueda acontecer ante un escenario trasatlántico, las prioridades de la nueva administración de Estados Unidos.

Nuestro compromiso con la paz es patente, un año más, en Oriente Próximo, región que sigue castigada por la violencia y el inaceptable sufrimiento de la población. España ha dado, con el reconocimiento del Estado de Palestina, un paso decisivo en su política exterior, en su deseo de contribuir a la estabilidad y sentar las bases de una paz justa y duradera en torno a la solución de los dos estados. El mismo espíritu constructivo nos ha llevado a ofrecernos para acoger una Conferencia de Paz en nuestro país.

Porque la paz en la región ─por idealista que pueda seguir pareciendo─ solo será posible cuando las dinámicas de enfrentamiento den paso a relaciones de vecindad basadas en la conciencia de una seguridad y una prosperidad compartidas. Algo que también vale para Líbano tras el fin de la guerra; y para Siria, cuya población afronta, tras décadas de represión, un año determinante para su futuro, aunque con tantas incógnitas por despejar.

África es, y seguirá siendo, una región de grandes desafíos, vital para la seguridad y estabilidad de los europeos. La seguridad marítima, la lucha contra el terrorismo, la ayuda humanitaria, las migraciones o la cooperación al desarrollo deben seguir figurando en nuestra agenda africana. Debemos apoyar los procesos positivos africanos, los círculos virtuosos de democracia y prosperidad: la nueva estrategia España-África 2025-2028 marca una clara hoja de ruta para el futuro  y eleva la ambición y el perfil de nuestro país en el continente.
 
En la región de Asia y el Pacífico radican —y bien lo sabemos todos— muchas de las claves de nuestro tiempo geopolítico. Por eso debemos desarrollar aún más nuestros vínculos con los socios históricos, como China, Japón, India y Corea, así como las relaciones bilaterales con los países del sudeste asiático y Filipinas. Y hacerlo, España y la Unión Europea, sin olvidar nunca nuestros principios y priorizando las fórmulas cooperativas frente a la competencia y la rivalidad.

Las relaciones con los países del Magreb seguirán siendo claves. Sabemos de los retos a los que se enfrenta la región, y queremos seguir comprometidos con la búsqueda de soluciones. De ahí la energía que hemos invertido en orientar la atención de nuestros socios y aliados hacia esta Vecindad o Flanco Sur. Mantendremos el compromiso con el Diálogo 5+5 y la UpM (Unión para el Mediterráneo) y seguiremos progresando en nuestra agenda bilateral; particularmente con Marruecos, donde debemos continuar trabajando con el espíritu de amistad y cooperación que gobierna nuestras relaciones de especial vecindad.

En el ámbito transatlántico, debemos seguir haciendo valer nuestra condición de aliado necesario, tanto a nivel bilateral como en el marco de la OTAN. La ampliación de la presencia estadounidense en la base naval de Rota refuerza y prueba esa percepción. La nueva etapa política que en breve se abrirá en Washington, debemos encararla con el ánimo de ahondar en esa relación, sobre la base de una agenda positiva en materia de prosperidad y seguridad, aportando nuestra sensibilidad histórica y cultural y nuestra visión del hemisferio americano.

Es precisamente en ese gran espacio de América Latina y el Caribe donde mejor se visualiza y materializa la “identidad propia” de nuestra política exterior: es con esos países con los que España, y por descontado Europa, tiene una evidente oportunidad histórica. La nuestra es una hermandad fundada en una historia compartida, con huellas indelebles, pero también en una promesa constante y atractiva de futuro.

Por eso recibimos con especial ilusión, en la pasada Cumbre Iberoamericana de Cuenca, en Ecuador, el encargo de la Secretaría Pro Tempore, que entraña el reto de reafirmar el valor de la ComIbAm de Naciones: su historia, su acervo, su potencial como espacio de consenso. En estos días convulsos, de redefinición del orden internacional, recobrar la voz de Iberoamérica es más necesario que nunca. En este objetivo seguro que pondremos todo nuestro empeño.

Celebro también la aprobación del nuevo “Plan director de la Cooperación Española para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global 2024-2027”; el 1º Plan tras la entrada en vigor de la Ley de Cooperación .  Es un documento estratégico clave en el proceso de reforma de la Cooperación Española, que servirá para acompasar nuestro sistema al ritmo de los desafíos de nuestro tiempo; y se traducirá también, estoy seguro, en mejoras en la gestión y, por consiguiente, en la eficacia de nuestra cooperación.

Y no quiero olvidarme de otra parte fundamental de vuestra tarea como embajadores y embajadoras: la promoción y la defensa de la segunda lengua materna del mundo, el español, con sus 600 millones de hablantes, gracias al cual, en vez de un vasto océano, tenemos, un enorme, como decía Carlos Fuentes,  Territorio de la Mancha. Bien merece nuestra lengua común cada esfuerzo que hagamos por darle un protagonismo creciente en ámbitos tan críticos como la justicia internacional, la ciencia o las tecnologías de la información.

Y concluiré estas palabras refiriéndome a uno de los aspectos más visibles de vuestra labor y desde luego, la que requiere mayores dosis de inteligencia emocional: la importantísima función consular. Sé del ingente trabajo que conlleva ofrecer servicios consulares para una comunidad de tres millones de españoles , y del esfuerzo que hacen, que hacéis con vuestros equipos. Mi reconocimiento y gratitud es la de tantos y tantos ciudadanos que se benefician de esos servicios. Estoy seguro de que el ambicioso proceso de digitalización ya en marcha servirá para hacer vuestro trabajo más ágil, más eficiente y, sin duda, más próximo a los ciudadanos.

Queridos embajadores y queridas embajadoras,
Me consta que la materia principal de vuestro trabajo es un objeto en constante movimiento: el mundo actual. Baste ver cómo las tecnologías de la información han modificado las reglas del juego geopolítico, la economía, el comercio, la ciencia y, por ende, el propio ejercicio de la diplomacia. Lo dijo el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres: la transformación digital es, junto con la crisis climática, el gran movimiento sísmico que definirá el mundo en este siglo XXI . Todo cambia, en un marco de aceleración de la historia: desde la naturaleza de las amenazas y la dimensión de los actores no estatales, hasta la función de los medios o el papel de las redes sociales en la configuración de la opinión pública.

Cambian también las prioridades en la agenda, con la necesidad de acordar marcos regulatorios para ámbitos como la ciberseguridad, el comercio digital o la protección de los usuarios digitales; por no hablar de la inteligencia artificial, que es un salto exponencial, a priori positivo, para la prestación de tantos servicios, pero que nos expone a riesgos no menores que haríamos mal en ignorar.

Os pido por todo ello que, en este mundo trepidante, sigáis ofreciendo una imagen nítida y fiable de España. Somos un país abierto, dinámico, emprendedor, tolerante, orgulloso de su Historia (sin negar sus capítulos oscuros) y de su presente, partidario de la paz y de la palabra; un país que cree en Europa y en un orden mundial basado en el derecho; un país que ha hecho bandera de la igualdad y la dignidad de las personas. Seguid trabajando con la dedicación de siempre para que, con legítimo orgullo, nuestros compatriotas vean, en cada embajada, en cada consulado, la casa de todos los españoles.

Muchas gracias a todos, os deseo por supuesto un buen retorno a vuestros destinos y, por favor, llevad con vosotros nuestro saludo de parte de la Reina y mía a todos vuestros colaboradores y personal de vuestras embajadas y delegaciones enviándoles nuestro agradecimiento y nuestro ánimo para continuar con el trabajo un año más al servicio de España

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