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Palabras de S. M. el Rey en la entrega del “Premio a una Trayectoria Fulbright”

Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares (Madrid), 10.1.2021

Buenas tardes,

Siempre es un placer venir a Alcalá, y a su Universidad. Después de tantas limitaciones por la pandemia y conociendo del enorme impacto que ha tenido para las universidades y todos los centros de enseñanza, quiero felicitar a todo el personal docente y a todas las personas que se han esforzado tanto por mantener en lo posible la actividad, los cursos, cuidando la ciencia y la cultura y por trabajar con entusiasmo y convicción en esa línea que es tan coherente con su alta función: atendiendo el presente pensando en el futuro, sembrando para el bien de nuestros jóvenes, de sus capacidades, conocimientos y valores… para el bien futuro de la sociedad.

Y qué inspirador es que, en algo tan fundamental para ellas, nuestras sociedades, como es la educación y formación, o la ciencia y la cultura, mantengamos los esfuerzos trascendiendo fronteras y acercando países hacia una mayor capacidad de trabajar por el beneficio mutuo, incluso por un bien común a nivel global.

Me alegra de manera especial, y es un honor, haber entregado este 2do Premio a “Una Trayectoria Fulbright”, a Javier Solana, precisamente en el año en que se celebra el 75 aniversario de este programa a nivel mundial. Enhorabuena, Javier. Hemos escuchado tus méritos, que todos conocemos y valoramos tanto. Por eso celebramos tanto este nuevo reconocimiento.

El programa Fulbright es, sin duda, uno de los ejemplos de diplomacia pública más potentes que existen en la actualidad; y es también uno de los más longevos. Son muchas las razones que explican su éxito, pero quiero apuntar brevemente en tres factores que acompañan al programa desde su nacimiento en 1946, y que han favorecido y potencian su crecimiento.

El 1ero es su carácter binacional. El programa está implantado en más de 150 países y tiene la peculiaridad de que en más de 50 de ellos, se gestiona y financia de forma bilateral entre los EEUU y el país anfitrión. Sus objetivos y estrategias se definen, pues, mediante el consenso entre los países que buscan el interés mutuo en el medio y largo plazo. Ello ha contribuido, sin duda, a la fortaleza y estabilidad del programa en sus 75 años de existencia.
El 2do factor que ha marcado su éxito es el fin principal que persigue: evitar los conflictos entre naciones a través del entendimiento cultural mutuo.

"...El programa Fulbright es, sin duda, uno de los ejemplos de diplomacia pública más potentes que existen en la actualidad; y es también uno de los más longevos. Son muchas las razones que explican su éxito, pero quiero apuntar brevemente en tres factores que acompañan al programa desde su nacimiento en 1946, y que han favorecido y potencian su crecimiento..."

En este sentido, el progreso académico o científico de los becarios Fulbright es un componente añadido a la verdadera razón esencial de la beca, que es el conocimiento de la sociedad en la que desarrollan sus proyectos. Este elemento diferencial, que se tiene muy presente en los competitivos procesos de selección, hace de los becarios Fulbright auténticos embajadores de sus países.

Y el 3er motivo del éxito es el que representan los propios “Fulbrighters”, becarios quienes, a través de sus trayectorias personales y profesionales, contribuyen a incrementar el valor del programa. Son personas que, con un excelente nivel académico, ponen toda su voluntad para aprender de la ciencia, las costumbres y la cultura de otros países. Personas que, como antes comentaba, incorporan el componente del entendimiento cultural, que es esencial para superar obstáculos y desafíos para construir un mundo mejor.

No es casual, por tanto, que 60 becarios Fulbright hayan sido galardonados con el premio Nobel y que el Programa Fulbright fuese distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 2014.

Estos tres motivos —que han hecho fuerte al programa a lo largo de todos estos años, y que no dudo que continuarán haciendo de Fulbright un programa ejemplar— son también los que personifica y ejemplifica el premiado en esta edición.

Porque Javier Solana es un firme defensor de la cooperación entre los países, de la necesidad de alcanzar consensos para construir sobre bases sólidas, así como de la búsqueda de acuerdos: todos ellos son objetivos que siempre ha perseguido en su sobresaliente trayectoria profesional.

Javier Solana representa igualmente la inquietud por el conocimiento del otro y la flexibilidad necesaria para comprender otras formas de ser y de hacer. Y para todos es evidente que la curiosidad y las ganas de aprender no le han abandonado desde aquellos días —en 1966— cuando estudiaba su doctorado en física teórica del estado sólido con la beca Fulbright; y su formidable trayectoria posterior muestra claramente cómo ha sabido superar barreras para adaptarse y mejorar siempre.

Creo que no es preciso glosar más la trayectoria de Javier Solana, ilustre Caballero del Toisón de Oro. Solo quiero añadir que hoy nos han convocado los méritos de un hombre de Estado que ha trabajado incansablemente por nuestra democracia, por nuestra convivencia en libertad, por nuestra seguridad y por nuestro progreso colectivo. En definitiva, son los méritos que reúne un gran patriota.

Muchas gracias y felicidades de nuevo por este reconocimiento, Javier. Y muchas gracias también al programa Fulbright por lo mucho que representa. Larga vida!

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