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Palabras de Su Majestad el Rey en el acto de entrega de las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023

Centro de la Cultura "Real Fábrica de Artillería". Sevilla, 11.27.2024

La Reina y yo tenemos nuevamente el gran placer de participar en esta entrega de las Medallas de Oro al Mérito de las Bellas Artes y el honor de hacerlo personalmente cada año, desde una capital diferente de nuestra cultura, reconocen a personas y entidades destacadas en el campo de la creación artística y cultural de nuestro país.

Sevilla lo vuelve a hacer en esta ocasión, y ya han sido varias en las últimas décadas. De hecho, la edición de 2014, la 1ª de nuestro reinado, la pudimos entregar también aquí; pero en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en diciembre del año 2015.

Gracias Sevilla, gracias a los sevillanos y sevillanas que nos acogéis hoy en un lugar que es un valioso patrimonio por su arquitectura y sus vestigios de una época importante de nuestra historia industrial y militar, La Real Fábrica de Artillería; y que felizmente hoy se recupera y transforma como nuevo gran centro de la vida cultural sevillana.

Un poeta nacido en esta tierra, Gustavo Adolfo Bécquer, decía que “el espectáculo de lo bello levanta la mente a nobles aspiraciones”. Es un modo romántico, decimonónico, de plasmar una idea presente en el pensamiento desde tiempos de Platón: la belleza es el otro rostro del bien. En todos los tiempos y lugares, el arte y la cultura nos impulsan a ser mejores. Mejores como individuos y mejores como sociedad; aunque también sabemos y hay que admitir, que no siempre sea así.

Con su labor creadora −siempre ardua, y a menudo incomprendida y solitaria− el artista devuelve a la sociedad un valor difícilmente cuantificable, pues su valía y trascendencia no se mide en términos económicos, sino de belleza, profundidad, conciencia, espíritu crítico, fe en el presente y en el futuro.

Pero sería poco realista o consecuente negar que su obra no tenga o merezca un precio; puesto que, si hay mercado, naturalmente hay un precio y hay un beneficio (y necesario sustento) para el artista, así como un estímulo a su creación y, en general, a la llamada “industria” cultural. No por ello pierde su valor emocional e intangible, ni su prestigio.

"...vuestro compromiso como artistas y creadores es, en primer lugar, con vuestra propia obra, con vuestra manera de ver el mundo; pero también lo es con el espectador, con el público que la contempla, se emociona y aprende. Y con la sociedad entera, que acoge vuestro mensaje y reflexiona sobre él..."

Esa idea de la utilidad de la creación artística, del arte como baliza ética, de la cultura como expresión del sentir de cada momento, estaba muy presente en la exposición 'Los Machado. Retrato de familia', que tuve el honor de inaugurar −y la fortuna de visitar− en esta misma Real Fábrica de Artillería, el pasado mes de octubre. Se trata de un recorrido apasionante por la vida y la obra de los dos hermanos y poetas, que contiene además valiosas enseñanzas, no solo en clave histórica, sino también para el tiempo que nos toca vivir.

Decía Manuel: “Tened por cierto que una de las cosas más importantes, útiles y positivas de nuestro pequeño mundo es la poesía”. Y decía Antonio, por boca de su Juan de Mairena: “Enseñad al que no sabe; despertad al dormido; llamad a la puerta de todos los corazones, de todas las conciencias”.

Esa es la impagable labor del creador, del artista. Muchos hechos históricos han sucedido en España desde los Machado, pero en todos ellos, siempre, ha surgido un grupo, una escuela, una generación de artistas que, con su trabajo, ha sabido expresar los anhelos, intereses, inquietudes y esperanzas de toda la sociedad.

Los ejemplos posibles serían infinitos −y todos los aquí presentes tendréis los vuestros−, pero permitidme que me refiera a uno, por ser un artista valenciano y por estar Valencia, particularmente en estos días, tan cerca de nuestro pensamiento y nuestros corazones. Juan Genovés, El Abrazo, 1976: pocas veces una obra ha expresado con tanta emoción, con tanta altura, el significado profundo de la palabra “reconciliación”.

Queridos galardonados,
Vuestro compromiso como artistas y creadores es, en primer lugar, con vuestra propia obra, con vuestra manera de ver el mundo; pero también lo es con el espectador, con el público que la contempla, se emociona y aprende. Y con la sociedad entera, que acoge vuestro mensaje y reflexiona sobre él.

En el diálogo constante entre artista y sociedad, vuestro mayor mérito reside en el afán por desarrollar un discurso propio, único, personal; y el nuestro, como espectadores, en la capacidad de esperaros, de seguiros, de reconocer vuestra voz entre el marasmo de reclamos del mundo trepidante en que vivimos.

Por eso, estas Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que hoy hemos entregado, son, al mismo tiempo, un premio a vuestro trabajo y un testimonio de la sociedad madura, inquieta y tolerante que sabe verlo, distinguirlo y valorarlo.

Permitidme que, junto con nuestra profunda admiración, la Reina y yo os hagamos llegar el agradecimiento de todos los españoles: gracias por todo lo que nos dais y ánimo para seguir por el camino que os habéis trazado, porque ese camino es también el nuestro; porque alumbráis, con vuestro talento, nuestros próximos pasos.

Muchas gracias.

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