Con gran satisfacción me encuentro entre vosotros y me apresuro a transmitiros el recuerdo y el cálido saludo de los Reyes, mis padres. Asimismo os agradezco muy sinceramente las innumerables muestras de afecto y simpatía que me estáis manifestando.
En este gran país, un hidalgo español, D. Jerónimo Luís de Cabrera, eligió estas nobles tierras de Córdoba para fundar esta histórica ciudad que os abrió los brazos con la característica generosidad de sus habitantes hacia todo lo nuestro. Hoy quiero rendir homenaje al esfuerzo que, en justa correspondencia venís realizando, con vuestros logros e inquietudes, para el progreso de este segundo hogar.
Mucho me satisface veros como crisol de España, cuyas regiones están aquí representadas en su totalidad, unidos en el avance de esta gran nación y en el mantenimiento de nuestras tradiciones.
Esta nación que os acoge y por la que trabajasteis y trabajáis, se encuentra en una momento pujante que desde España y el mundo se ve con alivio y satisfacción. Por ello os animo a vosotros y vuestros hijos a seguir en el camino que os marcasteis, porque asi beneficiareis no solo a vuestro entorno directo sino al de toda la comunidad Hispano-Americana en estos tiempos que corren de interdependencia e integración.
España y Argentina os lo agradecerán como lo hacen hoy. Por mi parte al reconocer con legítimo orgullo vuestra constructiva labor y ejemplar conducta quiero dejaros aquí mi testimonio de aprecio, de reconocimiento y de solidaridad.
No me gustaría terminar sin pediros a los que os habéis congregado aquí, que transmitáis mi mas cordial saludo a todos aquellos familiares y amigos que no hayan podido estar con nosotros compartiendo estos momentos.