Al saludar hoy aquí a los Rectores de las Universidades marroquíes y españolas, saludo también la primicia que representa esta misma reunión. No creo exagerar si afirmo que la celebración de una sesión conjunta entre quienes tienen gran parte de la responsabilidad de la educación superior en sus respectivos países es una muestra clara de que ambas naciones han alcanzado una sólida madurez en sus relaciones.
Aunque existe una acrisolada cooperación en el ámbito universitario entre España y Marruecos, lo cierto es que, hasta ahora, España había promovido encuentros similares principalmente con quienes componen la Comunidad Iberoamericana de Naciones, con aquellos países que integran nuestra tradicional Comunidad histórica.
Este primer encuentro de Rectores españoles y marroquíes responde a la voluntad de ambas partes de dar un salto cualitativo y de incrementar la intensidad del esfuerzo común que durante los últimos años se viene desarrollando en educación superior e investigación. De este modo se inaugura una vertiente prometedora en la asociación estratégica que liga a nuestros dos Reinos.
Una sociedad del conocimiento y sin fronteras como la actual plantea desafíos que deben ser abordados desde el diálogo y la colaboración con países amigos como Marruecos.
Por eso somos socios en infinidad de proyectos de concertación política, de naturaleza económica, de colaboración educativa, cultural y social.
En concreto, la cooperación reforzada que en materia universitaria nuestros dos países se han comprometido a promover tiene como objeto generar conocimiento e ideas innovadoras que contribuyan al desarrollo económico y social a ambas orillas del Estrecho. El horizonte final es la creación de una red universitaria hispano-marroquí que se convierta en un auténtico referente para la cooperación entre nuestras dos regiones.
Esto supondrá la proyección sobre Europa y África de dos de las tradiciones universitarias más antiguas del mundo, la marroquí y la española, poniendo en valor una historia que arrancó en la Edad Media a pocos kilómetros de aquí, en Fez, con la Universidad de Al Quarauiyin, y a unos kilómetros más, con el Estudio General de Palencia o la Universidad de Salamanca.
La verdad es que siempre que Marruecos y España acuerdan poner en común algún aspecto de su vida pública o de sus respectivas sociedades, nuestra historia milenaria nos evoca algún episodio del pasado, alguna memoria perfectamente aplicable.
Así, al veros aquí reunidos, vienen a nuestro recuerdo aquellas palabras con las que mi lejano antepasado, el Rey Alfonso Décimo, definía la Universidad: “Estudio es ayuntamiento de maestros y de escolares que es hecho en algún lugar con voluntad y con entendimiento de aprender los saberes”. Ya entonces, hace ocho siglos, aquel Rey Sabio presidió, por vez primera, una sesión de maestros en lenguas árabe, hebrea y latina.
Y ya entonces también su biblioteca atesoraba una docta colección de escritos árabes con los que compuso su obra astronómica o su libro sobre el ajedrez. Eso fue la Escuela de Toledo.
Asimismo, nueve siglos atrás, vecinos ilustres de Al Ándalus como el matemático de Zaragoza Avempace, o el filósofo cordobés Averroes, se vinculaban a una “madrasa” o “Estudio” en Fez, —en la ya mencionada Universidad—, fundada por una mujer en el Siglo Noveno, para contribuir con su saber al progreso de aquella ciudad.
Pero España y Marruecos miran ahora al futuro y saben que en 2015 habrá doscientos millones de estudiantes universitarios en el mundo y que en 2025, entre cuatro y seis millones estudiarán fuera de sus países de origen. Por eso, una y otra nación vemos esa perspectiva como un estímulo para renovar las estrategias internacionales de nuestras respectivas Universidades y ese reto es el que les convoca hoy aquí.
No cabe duda de que, por cercanía y amistad, las juventudes de Marruecos y de España están llamadas a beneficiarse mutuamente de esa oportunidad.
Señoras y Señores,
La enseñanza y la difusión del idioma español representan otro ámbito de colaboración fundamental para nuestros países.
Es cierto que el español es ya la segunda lengua de comunicación internacional y, también, la segunda lengua materna del mundo, siendo además oficial en más de veinte países de varios continentes. Es un idioma que crece diariamente en todas sus dimensiones: como lengua nativa, como lengua adquirida, como lengua de cultura universal, como idioma de intercambios económicos transcontinentales.
Es, igualmente, la segunda lengua más utilizada en Internet, tanto por número de usuarios como por páginas web. Queremos que de esta sólida realidad puedan beneficiarse la sociedad y la economía marroquíes al tiempo que se fortalecen los lazos entre nuestros dos pueblos.
Por ello, durante las últimas décadas España ha venido realizando un gran esfuerzo en Marruecos para atender y promocionar ese interés compartido.
La red de centros educativos que dependen de nuestro Ministerio de Educación y la importante presencia del Instituto Cervantes en el Reino de Marruecos es buena prueba de ello. Doy las gracias a Marruecos por acoger con hospitalidad esta amplia red educativa española aquí instalada.
Los resultados de esta intensa actividad han sido muy positivos y aspiramos a que la lengua española ocupe en este admirado país el lugar que le corresponde por historia, vecindad y cercanía. Pero, sobre todo, con este esfuerzo deseamos prioritariamente favorecer el objetivo compartido que supone el logro de la mayor prosperidad hispano-marroquí.
Nos felicitamos, pues, por el trabajo en curso para identificar conjuntamente diversos aspectos del uso de la lengua española en Marruecos. Se trata de un ejercicio hispano-marroquí en el que se analiza el interés por el conocimiento del español en este país para el desarrollo socioeconómico de sus ciudadanos y para el progreso de nuestras relaciones bilaterales.
Animo a que, a la luz de los datos que este informe nos aporte, se adopten actuaciones en consonancia con la demanda marroquí de la lengua española.
Señoras y Señores, en nuestro pasado compartido encontramos la convicción y la fortaleza necesarias para impulsar el mejor desarrollo de las relaciones entre nuestros dos países que aspiran a trabajar juntos para alcanzar un futuro de mayor prosperidad.
Y la cultura, la lengua, la educación, la Universidad, son pilares fundamentales en la construcción de ese futuro común que pertenece a nuestros jóvenes. Para facilitarles el mejor porvenir nuestras sociedades han confiado a las Universidades una importante responsabilidad.
Sé que su tarea es muy amplia, pero se podría resumir en aquellas palabras que ahora hago mías y con las que el Rey Sabio concluía la cita a la que antes hice referencia, unas palabras dirigidas, —y leo textualmente las Siete Partidas—, “a los mayorales, a los que, en latín, llaman rector: el rector debe vigilar que los escolares se empeñen en estudiar y aprender a hacer vida honesta y buena, que los Estudios para eso fueron establecidos”.
Muchas gracias.
"...por cercanía y amistad, las juventudes de Marruecos y de España están llamadas a beneficiarse mutuamente de esa oportunidad..."