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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en la cena de gala ofrecida por su Excelencia el Presidente de la República de Bolivia la colectividad española en Córdoba

Córdoba. Bolivia, 9.15.1991

Excmo. Señor Presidente:

Ante todo quiero agradecerle, las numerosas atenciones y la calurosa hospitalidad que estoy recibiendo desde mi llegada a Bolivia. No me sorprende porque en 1987 los Reyes, mis padres, visitaron Bolivia, y este país y los imborrables recuerdos que en ellos dejó, han estado presentes en nuestra vida familiar. Por ello, llego hoy con especial placer y emoción a tierra boliviana.

El momento que viven Bolivia y América Latina en su conjunto es de esperanza y de dinamismo. La democracia impera prácticamente en todos los países, mientras el deseo de mayor justicia y de desarrollo equitativo, se postula como idéntico objetivo para casi todos los gobernantes de este continente.

La Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, que tuvo, lugar en Guadalajara el pasado mes de julio, demostró que los países iberoamericanos somos capaces de compartir preocupaciones, de apuntar soluciones, de incorporarnos al tercer milenio con la fuerza que nos da el constituir una comunidad de valores e intereses, capaces, en suma, de guiar nuestro destino bajo el signo de la solidaridad.

Señor Presidente:

Vive Bolivia un momento excepcional de su historia. La lucha por la consecución de una democracia plena, el avance en la justicia social, el resultado positivo de las medidas económicas para el desarrollo de sus pueblos y regiones, unidos a una apertura al mundo sin precedentes, hacen de este país, ,una esperanza para el continente y un modelo de referencia inevitable cuando se quiere hablar de la lucha por el desarrollo y contra la marginación en América Latina.

Parte, además, de una base lingüística y cultural plural, de un equilibrio aceptable entre el campo y la ciudad, y de un entorno medio ambiental y ecológico que lo convierten en una de las zonas de mayor riqueza y variedad del continente. Esa fascinación por Bolivia y la curiosidad por contemplar sus riquezas culturales y patrimoniales me han empujado a llevar a cabo este viaje que, aunque corto en el tiempo, pretendo aprovecharlo al máximo para descubrir los detalles de algunas de sus ciudades y de sus gentes.

No es casualidad que la cooperación española haya elegido a Bolivia como uno de los países prioritarios, en reconocimiento del enorme esfuerzo que muchas personas e instituciones han llevado a cabo para convertirlo en una experiencia ejemplar.

La colaboración no solamente va dirigida al refuerzo institucional y democrático, sino también a poner en marcha proyectos que mejoren las infraestructuras y las comunicaciones, los hospitales y las escuelas, la vivienda y los saneamientos básicos, así como la recuperación y la revitalización de algunos cascos urbanos y de importantes monumentos históricos. Se trata de proyectos de carácter productivo orientados a la mejora de los niveles de vida de las poblaciones más des favorecidas y a hacer que este país esté más y mejor comunicado en su interior, así como con su entorno inmediato y con el resto del mundo.

El compromiso español con América Latina y con Bolivia es permanente y responde a la médula misma de nuestra identidad. 1992 es una ocasión para conmemorar, para reflexionar en común sobre un pasado que en parte hicimos bolivianos y españoles conjuntamente, que tuvo momentos difíciles y sombríos pero que, sin duda, forjó un nuevo mundo. Un mundo que en su realidad actual reclama la colaboración internacional y una pronta y eficaz solución a sus problemas.

Se acerca el momento de escribir una nueva Historia sobre estos 500 años que vivimos en común, el momento de atrevernos a analizarlos en su justa perspectiva para que, sin omitir los errores cometidos, podamos reconciliarnos con ese medio milenio que se cumple en 1992. A partir de aquí, a partir de su principal fruto que es el rico mestizaje que honra a nuestra Comunidad, debemos mirar juntos hacia adelante para, como dijo Vuestra Excelencia en su intervención en la Cumbre de Guadalajara, sea posible "recuperar y proyectar la herencia positiva y revertir las tendencias negativas de lo que ocurrió en estos cinco siglos".

Simón Bolívar, que tanto amó a esta tierra a la que dejó su nombre y que fue pionero de la preocupación por la cultura, la educación, la moral, y el medio ambiente puso también los cimientos de un gran sueño, el sueño de la unidad iberoamericana. Salvados obstáculos nacionalistas, superados poco a poco problemas como la comunicación física y las fronteras, me llena de satisfacción comprobar cómo estamos cada vez más cerca del mensaje integrador de aquel hombre que hiciera aquel discurso vibrante y de libertad al Congreso Constituyente de Bolivia, el 25 de mayo de 1826.

Con la esperanza de un futuro prometedor y fecundo para nuestra comunidad, con la emoción de este encuentro y en la certeza de una relación bilateral cada vez más rica y más estimulante quiero, Señor Presidente, daros de corazón las gracias por vuestro afecto y hospitalidad y desearos la mayor ventura personal a vuestra excelencia, a los bolivianos todos y a Bolivia.

Muchas gracias.

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