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Palabras de Su Majestad el Rey en la inauguración del Instituto Cervantes de Sydney

Sydney, 6.25.2009

P

ermítanme empezar mis palabras recordando al gran maestro del idioma español que fue el chileno Pablo Neruda, quien, al término de su Canto General, dirigía el siguiente Testamento a los nuevos poetas:

?Que amen, como yo amé, mi Manrique, mi Góngora, mi Garcilaso, mi Quevedo: fueron titánicos guardianes, armaduras de platino y nevada transparencia, que me enseñaron el rigor?.

En cierto modo, el espíritu de estos versos inspira la labor del Instituto Cervantes en nuestros días.

Una tarea, intensa y cuidadosa, que permite proyectar el inmenso valor de nuestra lengua, dar a conocer su belleza, la grandeza de sus autores y la amplitud de las culturas que se expresan en español. Una tarea que trata de atender la creciente demanda de aprendizaje de nuestro idioma en el mundo.

Por ello, la inauguración oficial del nuevo centro del Instituto Cervantes de Sydney reviste una importancia singular y representa un elemento capital de nuestra Visita de Estado a Australia.

Se consolida así la voluntad del Instituto de estar cada vez más presente en la región de Asia y el Pacífico, poco después de la apertura de su centro en Tokio que, el pasado mes de noviembre, también tuvimos el honor de presidir.

Se acrecienta de este modo una relación entre dos mundos alejados, que comenzó hace cuatro siglos, cuando muy a principios del siglo Diecisiete los capitanes, Pedro Fernández de Quirós y Luis Váez de Torres, navegaron y llegaron a tierra en las aguas del Pacífico Sur.

Después de ellos, ya en el siglo Diecinueve, dos monjes benedictinos, Rosendo Salvado y José Serra, arribaron al puerto de Fremantle y se adentraron paulatinamente hasta alcanzar las Llanuras de Victoria.

Son sólo algunos ejemplos de quienes, deseosos de ensanchar los límites del mundo conocido, fueron pioneros a lo largo de los siglos del feliz desarrollo de nuestras relaciones.

Ya en el siglo Veinte, y sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, miles de españoles y de nacionales provenientes de otros países de lengua española, se asentaron en este continente para labrar un nuevo futuro a sus vidas.

Por otro lado, cuatrocientos años después aquellas primeras navegaciones se han transformado en intensos intercambios comerciales, favorecidos por el aumento de las empresas que cada uno de nuestros dos países ha establecido en el otro.

Ahora llega el momento de promover en mayor medida, gracias al idioma, el mejor conocimiento mutuo de nuestras culturas respectivas, que son lo más sobresaliente de nosotros mismos.

Señoras y señores,

No cabe duda de que el español y el inglés son las dos grandes lenguas de comunicación internacional en el siglo Veintiuno, la lengua materna de millones de personas en los distintos continentes.

Unos idiomas que han permitido crear obras excepcionales y de renombre universal en los más diversos campos artísticos y del saber.

En Australia son muchas las Universidades, escuelas, academias y centros de enseñanza que, desde hace años, vienen realizando una magnífica labor al servicio de la enseñanza del español y de la difusión de la rica y variada cultura, no sólo de España, sino también del resto de países hispanohablantes.

La llegada del Instituto Cervantes a este gran país permitirá completar y animar esa valiosa tarea.

Este centro en Sydney será una excelente plataforma para cuantos se interesan por nuestro idioma y por el conjunto de la cultura en español. Un centro que espera, asimismo, convertirse en lugar de encuentro de intelectuales, escritores y artistas.

Con su apertura, que fortalece las relaciones de nuestros dos países, este centro se incorpora al contexto cultural fecundo y abierto, de Sydney y de Australia entera.

El nombre de Cervantes representa la lengua, la cultura -en una palabra-, lo más profundo, universal y singular, de cerca de quinientos millones de personas en más de veinte países.

Un precioso idioma de literatura, arte, comercio y ciencia, la segunda lengua extranjera más enseñada en el mundo y la tercera más usada en Internet, el mejor aliado para acercarse a los millones de ciudadanos que viven en español al otro lado del Pacífico.

En suma, la llegada del centro del Instituto Cervantes a Sydney constituye una gran noticia para todos.

La Reina se une a mí para felicitar a cuantos han hecho posible la apertura de este centro -su director, profesores, personal administrativo y técnico-, así como para agradecer a las autoridades australianas y a la ciudad de Sydney su colaboración en este empeño.

Estoy seguro de que este centro del Instituto Cervantes se convertirá en un referente de comunicación y cultura, capaz de enriquecer el carácter dinámico y cosmopolita de esta admirable y querida ciudad de Sydney.

Muchas gracias.

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