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Palabras de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias en el almuerzo ofrecido por el Presidente Regional de Arequipa

Perú(Arequipa), 11.25.2010

M

uchas gracias Presidente por sus amables palabras. La Princesa y yo agradecemos de corazón la hospitalidad con la que hemos sido recibidos y atendidos durante nuestra estancia en Arequipa, y el privilegio de haber podido disfrutar -aún con la brevedad exigida- de las bellezas y cualidades extraordinarias de esta ciudad, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Lamento decir que esta es laúltima actividad delúltimo día de nuestra Visita Oficial al Perú que, en cambio, me agrada poder decir que ha sido especialmente grata y fructífera. Hoy, en pocas horas, hemos sido testigos del gran trabajo que la Municipalidad Provincial y la Cooperación Española han realizado en la restauración del Tambo de la Cabezona. Una tarea conjunta que está permitiendo devolver poco a poco al corazón de Arequipa su aspecto original y mejorar la calidad de vida de las familias que allí habitan.

Hemos podido disfrutar también de la paz y del sosiego del Monasterio de Santa Catalina, en el que se une la luz de Arequipa con el sabor de los atardeceres sevillanos. En pocos sitios como en Santa Catalina, en la Iglesia de la Compañía o en el Convento de San Francisco se palpa con más fuerza y autenticidad el legado de España.

La vida del Perú tuvo aquí muchos de sus episodios más trascendentales: Cuando en 1540 D. Manuel de Carbajal escogió este emplazamiento no podía saber que casi cuatro siglos antes Maita Cápac, el cuarto Inca, ya había quedado seducido por estos parajes y había detenido su avance hacia el mar para crear los primeros asentamientos permanentes en la zona. Tampoco imaginaba el Teniente del Gobernador Pizarro que con esta decisión estaba empezando a escribir una parte esencial de la Historia del Perú, pues es en los cruces de caminos -sede natural de tambos, conventos y lugares de reposo de viajeros- donde a menudo se define el destino de los pueblos.

Arequipa, entre la costa y la sierra, entre la franja central de los Andes y el Sur profundo, entre la Bahía de Mollendo y el Cañón del Colca, brilla en la Historia del Perú como cuna del pensamiento libre y de las vanguardias filosóficas, artísticas y culturales, y como fuente de prosperidad económica de la que da fiel testimonio el esplendor de esta Casa del Moral en la que nos encontramos.

Esta preciosa ciudad ha dado al país algunos de sus más distinguidos ciudadanos: Próceres de la Patria, Presidentes de la República, intelectuales o personalidades que han destacado en importantes organismos internacionales. En esta constelación de arequipeños ilustres�cómo no- brilla con luz propia el nombre de Mario Vargas Llosa.

Anteriormente el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 1986 y el Nobel de Literatura de este año, han ratificado el reconocimiento general del que es merecedor este arequipeño excepcional, creador de un universo propio construido obra tras obra, con el noble material de nuestra lengua común, sólida, hermosa y duradera, como el sillar de vuestros extraordinarios edificios. La larga tradición de esta tierra en la defensa del progreso y la modernidad, se refleja también en el compromiso de Vargas Llosa con la libertad y con los Derechos del Hombre.

Señora Vicepresidenta de la República,

Señor Presidente Regional,

La Princesa y yo dejamos el Perú seducidos por la belleza y solera de las iglesias, plazas y calles de la Ciudad Blanca, así como por la inconfundible y majestuosa silueta del volcán Misti, que quedarán grabados en nuestra memoria. Nos vamos muy agradecidos por su generosa invitación y recibimiento tan cálido, deseando volver a compartir con todos ustedes el encanto de esta noble villa.

Estamos a punto de culminar esta visita llena de momentos, palabras, caras e imágenes que, aunque apenas son una pequeña fracción de la diversidad inmensa y de las maravillas que ofrece el Perú, nos han marcado, enganchado y nos han dejado deseosos de volver. Por ello, con estas palabras quiero reiterar públicamente y de todo corazón, junto a la Princesa, nuestro agradecimiento sincero y profundo por la invitación del Señor Presidente de la República, su acogida tan llena de afecto personal, así como todas las atenciones que nos han dedicado a lo largo de estos días las diversas autoridades y personalidades de la Nación.

En Lima y en Arequipa hemos gozado de la cordialidad y generosidad de los peruanos, del esplendor de su historia y cultura, de la belleza de sus paisajes y monumentos, de la calidad de su gastronomía y de la nueva pujanza de su economía. Pero sobre todo, hemos cubierto un programa particularmente provechoso de reuniones y encuentros para potenciar nuestras relaciones en todos losórdenes. Gracias a todos por habernos hecho sentir como en casa en esta tierra peruana de la que estamos cada vez más enamorados.

De ahí que, con este aire limpio y esta luzúnica, quiera recordar en este momento el llamamiento que hizo Maita Cápac -quien según la leyenda está en el origen del nombre de la ciudad- cuando exclamó:�Ari� que - pay� :�Quedémonos aquí�.

Muchas gracias.

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