Esta visita a Portugal, a primeira que realizamos a Rainha e eu a um país parceiro europeu e ibero-americano desde a minha recente proclamação, tem um profundo significado para Espanha e para mim.
Não podia ser de outra maneira, Excelência. Com a Nação portuguesa, Espanha partilha história, cultura, geografia, interesses e afinidades de toda a natureza. A nossa condição comum ibérica afirma-nos e distingue-nos do resto da Europa e do mundo. A nossa relação não é unicamente uma relação de vizinhança, de boa vizinhança: é muito mais. Somos países irmãos. Ambas as sociedades o sentem e o sabem muito bem.
También quiero recordar con emoción en esta visita los vínculos tan fuertes de amistad y afecto mutuo que unen a mi familia con Portugal. No solo por la hospitalidad que siempre recibieron en este querido país mis abuelos los Condes de Barcelona, Don Juan y Doña María con su familia ─que hoy agradezco una vez más─; sino, también, por la intensa relación que, en todo momento, han mantenido mis padres SS.MM. los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía con la nación portuguesa.
Una relación natural, humana ─y también política─, llena de complicidad, comprensión y respeto que deseo continuar cultivando durante mi reinado para fortalecer aún más esos sólidos lazos de afecto y cercanía.
El tejido de vínculos de todo tipo entre Portugal y España ─tanto personales, profesionales y educativos, como empresariales, culturales, científicos y académicos─ es hoy de una densidad y una riqueza extraordinarias. Así lo acreditan las Cumbres anuales bilaterales, nuestra estrecha cooperación transfronteriza y las reuniones de los foros parlamentarios.
Y así lo prueban y ponen de relieve también los continuos contactos que desarrollan nuestras sociedades, con iniciativas como los foros de promoción de la innovación, de emprendedores y de colaboración universitaria. Todo ello constituye un patrimonio común, una inmejorable relación bilateral, que se nutre de un profundo conocimiento mutuo, y que, al mismo tiempo lo enriquece.
Pero, aun reconociendo la importancia de esas afinidades y acciones comunes, a los portugueses y españoles nos unen, sobre todo, principios y valores. Nuestro compromiso con la democracia, los derechos humanos, la paz, la libertad, la justicia o la igualdad es la guía de actuación de nuestros Estados de Derecho, tanto en España como en Portugal, y de nuestra proyección más allá de nuestras fronteras.
Fue precisamente, Excelencia, “más allá de nuestras fronteras” donde España y Portugal se reencontraron plenamente hace poco más de un cuarto de siglo, después de muchos años de trayectorias paralelas pero, muy a menudo, sin los debidos lugares de encuentro y convergencia.
"...La plena superación de esta crisis y, en especial, del desafío del paro, representa uno de los principales retos colectivos de nuestros dos países que tanto los ciudadanos portugueses como los españoles están abordando con coraje, esfuerzo y sacrificio. Es tiempo de vencer definitivamente estos obstáculos —no tengo duda de que lo conseguiremos; y es tiempo de continuar con fuerza nuestra senda compartida de progreso..."
Europa, nuestro solar continental, fue ese espacio de prosperidad y desarrollo en el que nuestros dos países comenzaron a hacer realidad una mayor integración en todos los campos: social, económico, político e incluso cultural.
Efectivamente, la hoy Unión Europea ha sido y es para España y Portugal un imperativo geopolítico y económico irrenunciable que está en la base de nuestros respectivos proyectos nacionales y que se halla ligado, en gran medida, al mayor progreso y bienestar de nuestras sociedades. Ambas Naciones somos muy conscientes de la importancia del gran proyecto que compartimos con nuestros socios europeos.
Iberoamérica es el otro gran lugar de encuentro y convergencia en el que Portugal y España volvieron a unir solidariamente sus destinos. La Comunidad Iberoamericana de Naciones, formada por Naciones hermanas de América y la Península Ibérica, es un marco extraordinario para la cooperación y la concertación cimentado en la historia, la cultura, las lenguas, los valores y, en suma, las identidades compartidas.
A semelhança entre as nossas duas grandes línguas, o espanhol e o português, constitui, em particular, uma das bases fundamentais da singularidade e da força ibero-americanas.
E graças a essa afinidade linguística, como tive a oportunidade de expressar na visita que realizámos ao vosso admirável país há pouco mais de dois anos, podemos reconhecer hoje a existência de um grande espaço idiomático composto por uma trintena de países de todos os continentes e por mais de setecentos milhões de pessoas. Um espaço cultural e linguístico formidável, de alcance e projeção universal, que não devemos perder de vista no mundo cada vez mais globalizado dos nossos dias.
Señor Presidente,
Las sociedades española y portuguesa, junto a otras de nuestro entorno y de otras regiones del mundo, han venido acusando en los últimos años el impacto de una dura crisis económica que ha provocado un inaceptable incremento del desempleo que ha afectado a millones de ciudadanos, muchos de ellos jóvenes.
La plena superación de esta crisis y, en especial, del desafío del paro, representa uno de los principales retos colectivos de nuestros dos países que tanto los ciudadanos portugueses como los españoles están abordando con coraje, esfuerzo y sacrificio. Es tiempo de vencer definitivamente estos obstáculos —no tengo duda de que lo conseguiremos; y es tiempo de continuar con fuerza nuestra senda compartida de progreso.
Termino mis palabras con esta convicción. Pero, Señor Presidente, en esta ocasión —nuestra primera visita a Portugal como Reyes de España—, quiero proponeros que alcemos todos nuestras copas para brindar por la ventura personal de Vuestra Excelencia, por la de vuestra esposa, y por la amistad y la fraternidad entre nuestros pueblos.
Muito obrigado.