Los muros de este paraninfo nos arropan para hacer entrega del Premio Cervantes cuando acabamos de perder a Gabriel García Márquez, una figura clave de las letras hispánicas y de toda la literatura universal a la que, hoy, con nuestro emocionado recuerdo, rendimos un sentido homenaje lleno de admiración y cariño.
En esta ocasión se premia a Elena Poniatowska, a quien honramos por su extraordinaria dedicación al oficio de escritora, por el entusiasmo demostrado en su ejercicio y por la profunda sensibilidad con que ha retratado la realidad mexicana de las últimas décadas.
En su legado figuran más de cuarenta libros de cuentos, reportajes, teatro, ensayo, biografía y novela, además de miles de artículos periodísticos.
Reconociendo esa riqueza, el galardón sirve también para destacar el papel de la llamada “Generación de Medio Siglo”, así como la importancia de México en cuanto potencia literaria por su talento creativo, por el volumen de sus lectores y por la capacidad de su industria editorial.
Junto con el premio a una autora mexicana, queremos igualmente celebrar el hermanamiento de los pueblos hispánicos en torno a la lengua de Cervantes.
La vida de Elena Poniatowska es, de por sí, crisol de lenguas, tradiciones y culturas.
Nacida en Francia, recibió de sus padres herencia mexicana y polaca, una combinación que se hará visible en su manera global de observar el mundo.
Desde temprano, los acontecimientos en que venía a enmarcase su vida presagiaban una trayectoria llena de intensas vivencias, que habrían de transformarse en la materia con la que alimentaría su literatura.
La experiencia de los años forjó después en ella una profunda conciencia social, cincelada por la dramática historia europea del siglo pasado y, sobre todo, por la, muchas veces dura, realidad mexicana.
"...la Humanidad es el centro de gravedad de la obra de Elena Poniatowska. La necesidad de dar voz a los desfavorecidos, de poner en evidencia las contradicciones del progreso, de denunciar la discriminación social y toda clase de injusticias, conforma el espíritu de su producción literaria. Así lo ha hecho a lo largo de una ingente obra, en la que ha defendido la igualdad como requisito esencial del desarrollo social y humano, la educación como derecho universal, y la trascendental relevancia de la mujer en las nuevas realidades sociales...."
El periodismo fue su ventana para conocer el mundo, y parte fundamental de su quehacer literario, aunque no el único.
La propia autora advierte que la fina línea que separa la realidad de la ficción es una constante en su narrativa. Conjugando lo real y lo literario en una zona intermedia entre la crónica y la novela, nuestra galardonada aproxima la realidad a nuestras propias vidas. Y así, invita al lector a adoptar una visión crítica y lo estimula para vivir un compromiso con el ser humano.
Porque la Humanidad es el centro de gravedad de la obra de Elena Poniatowska. La necesidad de dar voz a los desfavorecidos, de poner en evidencia las contradicciones del progreso, de denunciar la discriminación social y toda clase de injusticias, conforma el espíritu de su producción literaria.
Así lo ha hecho a lo largo de una ingente obra, en la que ha defendido la igualdad como requisito esencial del desarrollo social y humano, la educación como derecho universal, y la trascendental relevancia de la mujer en las nuevas realidades sociales.
Es, precisamente, la condición de la mujer un eje central de los temas que aborda.
Su instinto la lleva a relatar la vida de grandes mujeres que han hecho uso de su genio para reclamar y reconquistar un mejor espacio. Elena Poniatowska hace que las mujeres se eleven con voz propia y encuentren espacios que por justicia les corresponden.
La conquista de la libertad y de la igualdad tiene en su obra una aspiración universal y trasciende los límites de la clase y el género. La lucha social se convierte de este modo en una defensa del entendimiento mutuo, de la solidaridad, y del encuentro entre individuos históricamente distantes, para crear un espacio compartido que acoja a quienes lo habitan.
En suma, los principios que rigen el universo literario de Poniatowska se identifican con los de una cultura democrática, que configura la equidad, la justicia y la libertad como un deseo posible, como un proyecto realizable dedicado a regenerar la Humanidad.
Por todo ello, este reconocimiento es asimismo un homenaje a todas las personas que, como la propia galardonada, han sembrado el camino para alcanzar la promesa de un futuro mejor.
Termino mis palabras expresando nuestra gratitud y nuestra enhorabuena a Doña Elena Poniatowska. Una felicitación que lo es por su obra extraordinaria, y un agradecimiento que le debemos por el compromiso humano que siempre ha guiado su literatura.
Muchas gracias.