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Palabras de Su Majestad la Reina en el acto de inauguración de la Exposición “Velázquez”

Viena, 10.27.2014

Buenas tardes y muchas gracias por su invitación y por su cariñosa acogida. Es un verdadero honor para mí estar hoy en Viena para inaugurar esta importante exposición.

Desafortunadamente no puedo seguir hablando en alemán, aunque me encantaría, por eso les agradezco que podamos continuar en inglés. No pueden imaginar lo especial que es para mí estar hoy aquí y no sólo porque es mi primer viaje en solitario al extranjero como Reina de España.

"...la importante retrospectiva que hoy inauguramos sobre Diego Velázquez nos da la oportunidad de profundizar en las excelentes relaciones de nuestros dos países. La mirada de Velázquez a su tiempo se conjuga ahora con la nuestra. Otros tiempos y otras circunstancias. Pero seguramente las mismas emociones..."

La historia común entre Austria y España es antigua. Una historia particularmente intensa en la época de nuestro pintor Diego Velázquez entre las cortes española y austriaca y que tuvo en el genio sevillano su vertiente más artística y genial. En aquellos años del siglo XVII Velázquez jugó un papel importantísimo, no solo por el valor incalculable de su obra en el ámbito artístico y, por tanto, cultural. Más allá del magnífico legado que nos ha dejado, nuestro pintor envió a la corte austriaca decenas de retratos que daban testimonio de las nuevas incorporaciones familiares que, a su vez, iban tejiendo las diferentes estrategias matrimoniales que cuajaban la política de aquel momento.

Señoras y señores, la importante retrospectiva que hoy inauguramos sobre Diego Velázquez nos da la oportunidad de profundizar en las excelentes relaciones de nuestros dos países. El genio de Velázquez nos convoca hoy en este impresionante Museo de Historia del Arte de Viena, como lo hiciera hace apenas un año en el Museo del Prado de Madrid, en una exposición que recorre momentos esenciales en su vida y en su carrera. Les invito a que disfruten de su obra. Velázquez es un pintor de la época barroca pero, en realidad, es mucho más: precursor de la contemporaneidad que interpretaron después todos los grandes maestros de la pintura, Velázquez concita en su figura la excelencia y genialidad de un hombre que alcanzó la perfección en su obra. No se puede decir nada nuevo sobre la maestría de su técnica, sobre su dominio del color, de la luz, de la perspectiva o de la composición. Manet dijo que era “el pintor de pintores”.

Nosotros tenemos ahora la oportunidad, el privilegio, de contemplar en esta gran exposición ese genio artístico que quedó atrapado en tantos lienzos. La mirada de Velázquez a su tiempo se conjuga ahora con la nuestra. Otros tiempos y otras circunstancias. Pero seguramente las mismas emociones.

Gracias de nuevo por su acogida y gracias en especial, presiente Fischer, señora Margit Fischer, por su hospitalidad.

Muchas gracias.

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